Cada enfermedad o dolencia que atravesamos conlleva una emoción sin sanar, sin resolver, sin escuchar.
Los síntomas son los grandes mensajeros en nuestra vida, mensajeros que debemos registrar para saber qué vienen a decir y poder curar el dolor del alma.
El órgano que enferma está relacionado con una emoción que causa tal dolencia, que nos acompaña sin sanar a modo de trauma a lo largo de la historia de nuestra vida.
No es casual el diagnóstico o enfermedad que se manifieste; tiene un sentido, una causa y un decir que no fue expresado en palabras oportunamente, generando en el cuerpo un desequilibrio, dando como resultado la aparición de la enfermedad.
Como terapeuta, veo que llegan a mi consulta pacientes que padecen un diagnóstico tras otro, habiendo ya recorrido el amplio peregrinaje médico con la medicación de turno y sin poder generar la pregunta emocional que trae aparejado tal dolor, sin poder hablar emocionalmente de ese dolor.
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¿Por qué nos cuesta hablar de lo que sentimos?
Esta dificultad se genera porque cada pregunta que podamos hacernos nos lleva a la búsqueda de una respuesta y a una acción que acompaña dicha respuesta, sabiendo que debemos responsabilizarnos de aquello que encontremos, salir de zonas ya conocidas y pasar a una acción.
No estamos acostumbrados a cambiar; el cambio asusta, produce molestias no saber con qué nos vamos a encontrar o cómo será lo nuevo. Y muchas veces permanecemos en situaciones o vínculos que no nos hacen bien, que generan dolor, infelicidad, que son tóxicos.
Esa continuidad en el tiempo, la falta de una pregunta y la ausencia de una acción, son la sumatoria de lo que podría manifestarse como enfermedad, donde el cuerpo primero susurra, luego habla y finalmente grita a través de un síntoma.
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Conectando con nuestras emociones
Entrar en el campo emocional nos conducirá a un proceso que es necesario transitar aun con dolor para lograr los cambios que queremos. Este proceso requiere de valentía y honestidad con nosotros mismos, siendo absolutamente necesario para poder recorrer el nuevo camino.
Estamos acostumbrados a cargar mochilas que pesan, mandatos que ya no deseamos, a no escuchar qué nos pasa; en ocasiones, tememos elegir aquello que deseamos por el miedo mayor de romper esas reglas impuestas cultural y familiarmente.
Y así dejamos de observarnos y de conocernos con autenticidad; olvidamos que tenemos la obligación y responsabilidad de tomar el camino de nuestros sueños.
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¿Qué hacer?
El primer paso es poder tomar consciencia de aquello que nos está pasando, observando para que el paso siguiente sea un replanteo, un reseteo de lo que queremos y hacia dónde deseamos direccionar nuestras vidas.
Saber que elegir implica dejar algo atrás, y esto conlleva un duelo que acompaña, pero también saber que sin este proceso, sin esta elección, sin este cambio, el síntoma siempre se manifestará, siendo en su comienzo un cuadro agudo para pasar a la cronicidad si no es atendido.
Este camino a recorrer, en ocasiones, no podemos hacerlo solos, siendo necesaria la escucha y el acompañamiento de algún profesional, quien con escucha neutral y activa guíe y sostenga aquellas angustias que seguramente aparecerán.
Solo cuando podemos mirar hacia adentro de nosotros, conocernos, generar una pregunta y buscar el sendero que deseamos, aunque esto implique dejar atrás cosas, situaciones o vínculos, será ahí el momento de empezar a sanar emocionalmente, dando lugar a la palabra y contribuyendo a que el síntoma comience a ceder su recorrido.
Te invito a que puedas preguntarte si estás transitando la vida que quieres o la vida que otros quisieron para ti, tomando esta pregunta como punto de partida para llegar al ser que devendrá cuando encuentres la respuesta y puedas atravesar tu propio proceso.
Gabriela Boullon
Gabriela Boullon
Lic. Psicóloga Clínica
Mi nombre es Andrea Gabriela Boullon, soy Licenciada en Psicología Clínica, y especialista en terapias holísticas. Llevo desarrollando mi actividad en el ámbito Institucional desde hace 24 años con adultos y mayores, y en el ámbito privado más de 27 años me acompañan trabajando con adolescentes, adultos, adultos mayores y parejas.
Elegí como modo de trabajo las terapias holísticas porque considero al Ser desde su completud, cuerpo, mente y alma, tejiendo en cada consulta una red de acción con abordaje completo e integral... Sin olvidar el factor social que supone acompañar a cada paciente, siendo en muchos casos necesario el diálogo con los integrantes que acompañan en su vida diaria.
Mi trabajo terapéutico se sostiene en la integración mencionada anteriormente y aplicando desde ahí el abordaje en terapia, intentando crear una conexión con el sentir, el decir y el hacer. Generando congruencia entre estos factores. Acompañando al paciente en su dolor, a descubrir, a quitar los velos que no le permiten avanzar y llegar juntos hasta la otra orilla, sanando las emociones que repercuten en el cuerpo.
Te invito a recorrer juntos ese camino.