En algún momento de nuestras vidas, todos hemos experimentado la incomodidad cuando el cuerpo está enfermo; a veces incluso cómo la fuerza vital se debilita y nos va consumiendo en un estado de alerta y desequilibrio hasta llegar a la agonía. Un estado agotador para quien lo experimenta y para la familia del enfermo.
Recordemos que todos somos seres terminales, todos debemos enfrentarnos en algún momento a la muerte; unos de manera accidental, otros de manera inesperada, otros coherentemente con el ciclo de la vida, otros empezando a vivir... Es la muerte un eje común a la humanidad y todas sus vertientes.
¿Qué es paliar? Hace referencia a cuidar. En el marco de la enfermedad crónica y degenerativa nos encontramos con una sintomatología física asociada a la enfermedad de base que requiere atención médica y un modelo terapéutico que le permita al paciente transitar la enfermedad de una manera digna. Carente de dolor.
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'El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional'
Esta es una frase que parafraseo cada que empiezo a olvidar el poder de la mente en la experiencia de la vida, y frase que comparto con mis pacientes, sobre todo aquellos que su vida se ha consumido por la falta de disfrute y de interés por la vida misma.
El cuerpo es un instrumento, un templo, es el motor de la vida, el canal para mi evolución. Honrar la experiencia de la vida a través del cuerpo es un verdadero acto de amor. Por eso el dolor físico, cobra tanto sentido a nivel espiritual, se convierte en una vertiente donde la energía que nos habita nos desgasta, y es así cuando la vida empieza a tornarse pesada.
Según la OMS, la definición de enfermedad es la de “Alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible”. Ahora bien, el dolor es una señal del sistema nervioso central de que algo no anda bien en nuestro organismo. Es una sensación desagradable, como un pinchazo, hormigueo, picadura, ardor o molestia, en mayor y en menor medida, que va imposibilitando el deseo y el disfrute.
Enfermedad y Morir son palabras con las que interactuamos, pero pocas o raras veces nos detenemos a comprender la dimensión del proceso de morir, a no ser que hayamos experimentado la muerte de cerca.
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Las implicaciones psicológicas de la muerte
"Morir", una palabra que al ego le cuesta digerir y que prefiere pasar rápidamente la página antes de comprender la dimensión de este acto de partir, simplemente dejar de ser en esta dimensión. La cultura occidental encuentra poco atractivo en revelar, a través de la muerte, la experiencia de la vida misma. Países como México han evocado una cultura en torno a la muerte que, más allá de la festividad, simboliza la cara dramatizada entre catrinas caricaturizadas para que la asociación con la muerte simbolice la apertura que el Ego se niega a presentar, un gesto bondadoso que ella: La muerte, quien espera pacientemente la hora del té.
Ahora, en el contexto terapéutico la muerte tiene muchas vertientes. Me encuentro con pacientes que padecen fobias increíblemente molestas frente a la posibilidad de morir, personas sanas sufriendo por un pensamiento que los convoca a la muerte y que está tan anclado a su sistema que el disfrute por la existencia misma se ha deteriorado significativamente.
Me encuentro con pacientes atravesando diferentes procesos terminales, el cáncer en todas sus manifestaciones, unos con la valentía del proceso de morir, de soltar la vida amorosamente. Todos atravesamos los procesos distintos, en gran medida depende de la percepción que tenga frente a las diferentes situaciones que enfrento, los recursos psíquicos con los que cuente, las redes de apoyo que me faciliten el acompañamiento en torno al deterioro de la salud, el concepto de sí mismo, sus creencias, la capacidad de conectar consigo mismo, entre otros.
El miedo es un compañero que se instala de tiempo completo durante este periodo de enfermedad y de buen morir. El reto importante en los programas paliativos tiene que ver con cuidar a las personas de una manera integral, principalmente apostándole a que el tiempo que tenga en vida cuente con una calidad de vida adecuada, por eso el rol de los médicos paliativos es clave en el buen morir. Hoy la medicina tradicional cuenta con un enfoque cercano y a través de medicamentos inhibidores de dolor y activadores de placer, facilitan la gestión del dolor, la medicina funcional, bioenergética y de la tierra es amorosa con la experiencia del dolor del paciente, la botánica es y será siempre la medicina que la madre tierra nos regala como hijos que somos de la tierra y hoy por fortuna está cobrado mayor protagonismos en los círculos de la medicina y de salud, que es el propósito la medicina: Promover el cuidado de la vida en todas sus esferas.
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La dimensión social del acto de paliar
La familia y las redes de apoyo del paciente cuentan con un rol fundamental en el proceso de morir de l persona, independiente de la edad y del ciclo de vida en el que se encuentre esta, el cuidado, la cercanía, la palabra, la humanización es clave para atravesar el umbral de la vida, la enfermedad y la muerte. La familia tiene el importante papel de cuidar y de sostener a nivel afectivo y emocional al paciente.
Seguir humanizando los programas paliativos es uno de los retos claves, apostar a programar paliativos integrales, completos, humanizados, cercanos, centrado en la calidad de vida del paciente, comprendiendo todas las dimensiones del ser humano: cuerpo, mente y alma/espíritu.
Acompañar al paciente en la comprensión de la enfermedad, en sostener su angustia, permitirle integrar la muerte a su dimensión inmediata, a dejar asuntos pendientes, a tener conversaciones con personas y hacer cierres simbólicos, a comprender que el cuerpo se está agotando, que la vida está llegando a su fin, haciendo lo posible por entregarle bienestar físico y paliando el dolor.
Debemos cuidar de los cuidadores
Los cuidadores primarios del paciente terminal entran en una fase de agotamiento crónico, es muy común que las familias terminen delegando en unos pocos el cuidado del enfermo y esta es una situación lamentable, donde cada vez más aislados del disfrute su vida se apaga lentamente con la energía del enfermo. Es un tema que se debe tratar con especial cuidado y responsabilidad. La familia como eje debe definir estrategias de cuidado del enfermo, de tal manera que se evite la posibilidad del Síndrome de agotamiento del cuidador.
Concluyendo...
Hay muchas posibilidades para extender la vida física, la medicina moderna da fe de esto, pero más allá de estar vivos porque los sistemas físicos funcionan, debemos estar vivos porque nuestra alma está integrada por el propósito de vida y en este proceso de morir se agudiza aún más la comunicación con el plano espiritual.
Enfrentamos muchas situaciones durante nuestra vida, todos los ciclos evolutivos traen consigo retos importantes, pero este es el gran maestro, el verdadero maestro; el acto de morir. La comprensión que se tenga de la misma va a facilitar o no la manera como se transite el ciclo, por eso procure durante su experiencia de vida, conectar con usted, respire, tenga conversaciones profundas, habítese, constrúyase, apuéstele a la vida para que la muerte no lo tome por sorpresa.
Como terapeuta, actualmente acompaño a personas y familias transitándose en proceso de enfermedad, he desarrollado un programa al cual he llamado 'buen vivir, buen morir', este es un programa con enfoque paliativo y está dirigido a personas y familias que están atravesando por una enfermedad crónica, duelo, pérdida o situación cercana y subyacente de la muerte, buscamos deconstruir ideas que contienen el sufrimiento de la persona enferma y su familia, y transitar el camino de la enfermedad con sus matices de una manera compasiva.
Lina Fernanda Tamayo
Lina Fernanda Tamayo
Psicóloga Holistica & Transpersonal - Coach de vida
La práctica terapéutica con enfoque paliativo es una muy buena herramienta que facilita a los pacientes y sus familias apuntarle a la calidad de vida en un proceso de enfermedad y transitar el duelo de tal manera que el sufrimiento no sea el protagonista de esta historia. Y recuerde; el dolor es inevitable, el sufrimiento opcional.