Miguel de Unamuno, en El sentimiento trágico de la vida, nos dice: “Quien no haya sufrido, poco o mucho, no tendrá conciencia de sí”.
El planteamiento de Unamuno conecta a la persona consigo mismo, y de ese encuentro con la propia intimidad, intimidad dolorosa –nacida de la ansiedad-, conquistar la calma, sosegarse, después de un esfuerzo deseado y querido. Y es en esta positividad de ánimo donde tomamos posesión de nuestra vida y, en efecto, existimos, en medio de la tormenta, en el peor momento, cuando la ansiedad recrudece, la angustia deja de brotar y se hace la calma.
¿Cómo conseguimos calmarnos?
Lo propio de la persona es el sosiego; pero que éste, a su vez, no le es dado de balde, sino que tiene que conquistarlo y ganarlo. Para alcanzar sosiego tiene primero que sosegarse.
Aun en las situaciones más apretadas, somos capaces de retraernos a nosotros mismos y sosegarnos, acaso mediante un enérgico esfuerzo. Es siempre algo que la persona hace, que tiene que lograr, pero cuando lo consigue no ha llegado a otra cosa, sino a sí mismo. El sosiego es la autenticidad conquistada desde la alteración o el enajenamiento –nos dice Julián Marías-.
Cada nuevo brote de ansiedad fortalece la intimidad y simboliza el sentimiento de dar un paso hacia adelante. Llega a convertirse en un esfuerzo querido que nos ayuda a buscarnos a nosotros mismos.
Y ahora, de nuevo, me pregunto: ¿A qué resistencias nos enfrentamos cuando aparece la ansiedad? A la división entre los valores conscientes (lo exterior a nosotros) y los valores inconscientes (lo interior y personal).
¿Cómo resolvemos la dicotomía?
Con calma jovial que no es un sosiego regalado ni un juego de palabras. La calma que uno mismo briosamente se crea –nos dice Ortega y Gasset- en medio de la congoja y el apuro cuando al sentirse perdido grita a los demás o a sí mismo ¡calma¡. No es la ansiedad, sino esa calma que la supera y pone en ella orden, donde la persona se humaniza.
La calma es un estado activo, lúcido y humano de encontrar sosiego a pesar de las tormentas interiores que vendrán. No se trata de aguantar pasivamente o de desinteresarse con indiferencia de la ansiedad, sino de considerar la situación en que se encuentra uno y las cosas en ellas con mirada alerta, para distinguir entre lo que importa y lo que no, para discernir y hallar bienestar.
Frente a la puerta de la ansiedad, la persona, para ser feliz, tiene que ser dueña de sí mismo. El dominio sobre las cosas es efímero, lo que de verdad perdura es ser dueño de sí propio. Saber a qué atenernos. Y, con la ansiedad, en un principio debemos pasar a la acción, debemos enfrentarnos a ella con mente serena.
Frente a la puerta de la ansiedad, me parece ver la culminación de la interpretación activa, lúcida y humana del sosiego, que en el sosiego no se está ya, que no es regalado. Y que la ansiedad, es un estado que se traduce por un sentimiento indefinible de inseguridad; amplificación peyorativa: movimiento imaginativo que lleva hasta el absurdo las perspectivas pesimistas de la desgracia; de peligro: inquietud, perplejidad o miedo ante “lo ocurrido”; desconcierto: sensación de desorganización de las fuerzas vitales, de impotencia. Y todavía más, es la pérdida de entendimiento.
Frente a la tragedia de la ansiedad –y sosegadamente- es decir, después de haberse sosegado, debe uno disponerse a hacer crítica de la fuerza, energía o potencia que le invade –en medio de la tempestad, en medio del peligro, y sin embargo de no ignorarlo- sin duda con el objeto de distraerse de la gran amenaza que frente a la puerta de la ansiedad veía.
Una última recomendación
Esta calma activa, positiva, jovial y alerta conseguida con un esfuerzo querido puede degenerar en cotidianeidad, mera adaptación y conformismo, como la ansiedad, degradada en manía o pavor, frenetiza y envilece a la persona por lo que debemos continuar siendo dueños de sí mismo para ser feliz. Únicamente así conseguiremos la tranquilidad.
Dr. Juan José Regadera
Dr. Juan José Regadera
Doctor en Psicología con el titulo Oficial de Psicólogo Especialista en Psicología Clínica. Psicólogo Especialista en Psicoterapia en EuroPsy. Especialista Universitario en Psicología Clínica. Psicólogo EuroPsy Clínica y Salud y Psicoterapeuta Acreditado.
Unas últimas preguntas:
¿Es posible ausencia de perturbación, ausencia de dolor, ni inquietud ni dolor? ¿es suficiente para vivir?
Pensamos que no.
¿Es posible una interpretación positiva, activa, afirmativa de la ansiedad, conseguida a través de la tranquilidad, la calma?
Creemos que sí.