El temor a ciertos animales es un miedo adaptativo y relativamente normal, siempre y cuando este sea proporcionado y en armonía con la peligrosidad real del animal en cuestión. No obstante, cuando este miedo nos domina y condiciona nuestro comportamiento podemos hablar de fobias.
Una de estas fobias relacionadas con la fauna marina es la ictiofobia. En este artículo veremos de qué se trata este trastorno, así como sus causas, síntomas y posibles tratamientos.
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¿Qué es la ictiofobia?
La ictiofobia pertenece al grupo de trastornos específicos de ansiedad o fobia específicas, en la cual la persona experimenta un miedo exacerbado, irracional e incontrolado a los peces. Esta fobia se engloba dentro de las zoofobias o fobias específicas a los animales. No obstante, no hay que confundirla con la selacofobia, en la que el objeto del temor se se basa solamente en los tiburones.
En la ictiofobia, la persona experimenta un miedo exagerado a cualquier pez, independientemente de su peligrosidad o tamaño. Aquellos que padecen de esta afección suele manifestar una gran repulsión hacia todo lo relacionado con los peces, incluyendo el pescado como alimento.
Como en la mayoría de las fobias, la ictiofobia puede ser ligeramente diferente en cada una de las personas que la experimentan, debido a la variabilidad individual en los patrones de pensamiento asociados a los peces.
A diferencia de la animadversión que cada persona pueda sentir al encontrarse con algún tipo de pez en circunstancias naturales, como por ejemplo bañándose en la playa, en la ictiofobia la persona es capaz de llegar a reconocer que el animal no tiene por qué representar una amenaza. Sin embargo y a pesar de esto, el paciente es completamente incapaz de resistirse al gran temor que le provoca.
En cualquiera de los casos, cuando aparece el estímulo fóbico la persona con ictiofobia experimentará una serie de emociones y manifestaciones físicas propias de un estado de ansiedad sumamente elevado.
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Síntomas de esta fobia
Dado que la ictiofobia es un afección propia de los trastornos específicos de ansiedad, esta comparte un gran número de síntomas con otras fobias específicas. Esta sintomatología incluye tres grandes conjuntos de síntomas: físicos, cognitivos y conductuales.
Es necesario especificar que, aunque la mayoría de personas experimentan los mismos síntomas, tanto la intensidad de los síntomas de la ictiofobia como su incidencia pueden variar de una persona a otra.
1. Síntomas físicos
La aparición o coincidencia de la persona con el estímulo fóbico, en este caso los peces, desencadena una hiperactividad del sistema nervioso autónomo, el cual genera una inmensa cantidad de cambios y alteraciones en el organismo. Dentro de estos cambios encontramos:
- Aumento de la tasa cardíaca.
- Mareos y temblores.
- Sensación de falta de aire.
- Aumento de la sudoración.
- Sensación de presión en el pecho.
- Náuseas.
- Alteraciones gastro-intestinales.
- Confusión.
- Desmayos.
2. Síntomas cognitivos
Las reacciones de temor y ansiedad reactivas a la aparición del estímulo temido tienen son debidas a una previa asociación de este estímulo con ideas y creencias irracionales. Estas ideas alteradas de la realidad estimulan el desarrollo de la fobia, y se caracterizan porque la persona sostiene una serie de pensamientos poco o nada fundamentados sobre los peces, así como de sus atributos y cualidades.
Estos pensamientos pueden verse reflejados de la siguiente manera:
- Pensamientos intrusivos, involuntarios y totalmente incontrolables acerca de los peces.
- Especulaciones obsesivas con estos animales.
- Imágenes mentales de naturaleza catastrófica.
- Sensación de irrealidad.
- Miedo a perder el control y no ser capaz de gestionar la situación satisfactoriamente.
3. Síntomas conductuales
Como toda fobia o trastorno de ansiedad específico, la ictiofobia va acompañada de una serie de síntomas o manifestaciones conductuales que se originan como respuesta a la aparición del estímulo aversivo.
El objetivo de estas conductas es o evitar directamente la situación temida, o bien escapar tras la aparición de dicho estímulo o situación. Estas conductas son conocidas como conductas de escape o de evitación.
Las conductas de evitación se ejecutan con la intención de evitar el encuentro con cualquier tipo de pez. En ellas la persona lleva a cabo todo tipo de comportamientos para esquivar la posibilidad de encontrarse con el estímulo objeto de la fobia. De esta manera se persigue esquivar la experimentación de sentimientos de angustia y ansiedad que generan dichos animales.
Algunas conductas que nos sirven como ejemplo son las de evitar bañarse en ríos, lagos o playas; así como en cualquier contexto o medio en el que pudiera aparecer cualquier tipo de pez.
Por otra parte, los comportamientos de escape aparecen cuando la persona no ha podido evitar encontrarse con el estímulo fóbico, por lo que llevará a cabo todo tipo de conductas que le permitan escapar de la situación actual lo más pronto y rápido posible.
¿Qué causas tiene?
Como muchas otras fobias, es prácticamente imposible determinar con total exactitud cuál es origen o causa de este miedo irracional. No obstante, de la misma manera que la ictiofobia comparte síntomas con otros trastornos de ansiedad, también comparten la misma base o fundamento.
Una persona con una predisposición genética, que la condicione de manera neurobiológica a sufrir en mayor medida los estragos o efectos psicológicos del estrés, y que además se haya enfrentado en algún momento de su vida a una experiencia altamente traumática o con una carga emocional muy elevada, en la que el estímulo aversivo haya tenido un papel importante; será mucho más propensa a desarrollar cualquier tipo de fobia.
Tanto la ictiofobia como cualquier trastorno de ansiedad suele adquirirse después de que la persona haya vivido una experiencia desagradable con el estímulo fóbico o el pensamiento de este. En la mayoría de los casos estas fobias son desarrolladas durante la infancia, puesto que los niños son mucho más susceptibles a cualquier suceso estresante.
Algunos sucesos que pueden desencadenar este temor excesivo a los peces pueden ser ataques, picaduras o mordiscos mientras la persona se bañaba; o bien después de leer cierta información sobre algunos peces o ver ciertas películas, documentales o programas de televisión.
¿Existe un tratamiento?
Aunque en muchas ocasiones la ictiofobia no es incapacitante, es decir no suele interferir en la vida del paciente salvo en contadas ocasiones, un diagnóstico y tratamiento adecuado puede reducir, e incluso eliminar, la respuesta de estrés asociada al estímulo.
Debido a su alta efectividad en estos casos, la intervención mediante psicoterapia cognitivo-conductual es la más más utilizada a la hora de tratar una fobia. No obstante, existen una gran cantidad de intervenciones y terapias que, realizadas de manera correcta y siempre por un experto, pueden ofrecer también resultados satisfactorios.
Este tipo de tratamientos aunan las técnicas de exposición en vivo o de desensibilización sistemática con entrenamiento en técnicas de relajación y reestructuración cognitiva, de esta manera la persona puede llegar a dominar su temor fóbico y realizar todo tipo de actividades sin temer la aparición de estos animales.