Cuando pensamos en algún tipo de trastorno del desarrollo infantil, probablemente los primeros nombres en llegar a nuestra mente sean el del TDAH y el del autismo. Esta última condición es particularmente difícil de comprender para muchas personas y puede generar un elevado nivel de sufrimiento al niño que lo padece, al no sentirse comprendido, y a su entorno cercano al temer no poder acercarse a su pequeño.
Tener autismo también supone una serie de dificultades que van a tener que afrontarse y que deben ir tratándose a lo largo del proceso de desarrollo y de la vida del sujeto. Pero para poder ayudar a este sector de la población es necesario en primer lugar poder determinar si se padece o no este trastorno. En este sentido necesitamos una serie de test o pruebas para detectar el autismo. En este artículo vamos a mencionar algunas de las que más se aplican.
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Autismo: ¿qué es?
Antes de entrar a indicar algunas de las principales pruebas y tests existentes para detectar el autismo, sería de utilidad profundizar un poco más en la noción que tenemos respecto a este trastorno.
Denominamos autismo, ahora trastorno del espectro autista, a un tipo de alteración del neurodesarrollo (es decir que se origina durante la etapa de crecimiento y desarrollo neuronal) caracterizado por la presencia de problemas y severas dificultades en el lenguaje, la socialización y el comportamiento. Este trastorno por lo general puede detectarse antes de los tres años de edad, apareciendo en etapas muy tempranas de la vida.
Cada uno de los tres aspectos mencionados anteriormente presenta particularidades que suponen una dificultad para la adaptación del menor al medio.
A un nivel socio-relacional observamos la presencia de una falta de interacción y un aparente desinterés por la vinculación con los demás, estando encerrados en sí mismos. Y es que las personas con este trastorno tienen severas dificultades a la hora de poseer una teoría de la mente que les permita ver que los demás son entes con una mente independiente y separada de la propia. Hay una dificultad para iniciar y responder a interacciones sociales, existiendo poca reciprocidad socioemocional.
En lo que respecta a los problemas comunicativos se observa una marcada literalidad (no suelen entender el lenguaje figurado), así como la elevada dificultad o imposibilidad para entender y utilizar el lenguaje no verbal. No es raro asimismo que se presenten retrasos en la adquisición del lenguaje, y son notorias los problemas para el uso práctico y adecuado al contexto de este. En algunos casos, el sujeto puede no llegar a desarrollar el lenguaje en absoluto. Asimismo, suelen tener problemas con los turnos de palabra y para responder a interacciones.
Por último, también en el comportamiento presentan alteraciones. Destaca la presencia de intereses restringidos y de una elevada necesidad de rutinas, siendo la presencia de cambios algo tremendamente estresante para ellos ya que las precisan para tener una sensación de seguridad. No es poco habitual que presenten expresiones, movimientos o uso de objetos repetidos, a menudo como manera de tranquilizarse. También se ha observado que es frecuente que se de una hiper o hiposensibilidad a la estimulación, reaccionando en exceso o no reaccionando en absoluto a ruidos y luces.
Estos son algunas de las principales características y criterios propios de personas con autismo. Hay que tener en cuenta además de que, si bien generalmente se diagnostica en niños, se trata de un trastorno crónico que va a persistir en la edad adulta y que requiere de un manejo terapéutico apropiado de cara a disminuir la posible afectación en las diversas áreas de la vida y aumentar el nivel de autonomía y bienestar de estas personas.
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Las principales pruebas de detección del autismo
Un aspecto básico para poder intervenir en este trastorno es el hecho de detectarlo. En este sentido, se han elaborado numerosas pruebas a lo largo de los años con el fin de poder detectar la presencia de un trastorno del espectro autista y los aspectos que en cada caso aparecen alterados. Estas pruebas pueden pasarse a diferentes agentes, sea al propio menor o más habitualmente a los padres y profesores.
A continuación veremos algunas de las pruebas más conocidas que se suelen emplear en la detección del autismo, recomendados por editoriales tan conocidas como TEA Ediciones o diferentes organizaciones especializadas en Autismo.
Es importante tener en cuenta que las que vamos a mencionar no son todas las que existen, sino solo algunas de las más representativas. También hay que remarcar que, tanto en este como en otros trastornos, los resultados de un test no son determinantes ni condición suficiente para el diagnóstico, habiéndose de valorar también otras informaciones tales como las obtenidas en entrevista, con la observación de la persona o con los informes de otras personas.
1. Escala de Observación para el Diagnóstico del Autismo (ADOS)
Una de las pruebas de referencia y más conocidas en el diagnóstico del autismo, se trata de una escala elaborado con el propósito de evaluar las capacidades comunicativas, interacción social y el juego y uso de materiales y que ofrece puntos de corte. Consta de cuatro módulos de los cuales solo se aplica el que resulta adecuado al sujeto en cuestión por rango de edad y nivel comunicativo. Se requiere una edad mental mínima de dos años de edad y permite evaluar al menor en base a su ejecución. En la actualidad pueden encontrarse ediciones más avanzadas como el ADOS 2. Puede evaluar a niños y adultos.
2. Entrevista para el Diagnóstico del Autismo (ADI)
El ADI y su revisión (ADI-R) son entrevistas clínicas pensadas para realizar una evaluación exhaustiva respecto a un posible caso de autismo. Consta de alrededor de 93 preguntas (en la versión ADI-R) las cuales exploran lenguaje, interacción social recíproca y conductas/intereses restringidos. Se focaliza en las conductas típicas del sujeto con autismo que raramente aparecen en personas sin esta afectación. La puntuación puede codificarse y posteriormente se interpreta con algoritmos, no poseyendo baremos comparativos.
3. Sistema de Evaluación de la Conducta Adaptativa (ABAS)
Instrumento que evalúa la conducta adaptativa desde el nacimiento hasta los 89 años. Evalúa las áreas de comunicación, utilización de recursos comunitarios, habilidades académicas funcionales, vida en el hogar, vida en la escuela, salud y seguridad, ocio, autocuidado, autodirección, social, motora y empleo.
La segunda versión (ABAS-II) incluye además los índices globales conceptual, social y práctico. Si bien no es únicamente de autismo, permite evaluar las principales áreas afectadas por este trastorno. Son los padres, profesores o allegados quienes generalmente dan respuesta y completan el test, si bien el propio sujeto también puede responderlo.
4. Cociente de Espectro Autista (AQ)
Se trata de un cuestionario de Baron-Cohen de 50 preguntas que está pensado para que responda el propio sujeto, y que se basa en evaluar el grado de acuerdo (entre acuerdo total y desacuerdo total, existiendo un total de cuatro posibles respuestas) con cada una de las diferentes preguntas. En este sentido podemos encontrar versiones específicas para diferentes perfiles, como el Cociente de Espectro Autista para Niños (AQC), Cociente de Espectro Autista para Adolescentes (AQA) y Cociente de Espectro Autista Abreviado (AQS).
También pueden ser rellenados por los allegados o docentes. Ofrece puntos de corte que permiten separar el antiguo Autismo tipo Kanner del síndrome de Asperger, y permite distinguir diferentes fenotipos..
5. Cuestionario de Comunicación Social (SCQ)
Este cuestionario de rápida aplicación debe ser respondida por los cuidadores del sujeto, constando de un total de 40 ítems entre los que se evalúan problemas de interacción, problemas de comunicación y conductas restringidas y estereotipadas. Tiene una forma A que evalúa toda la vida del sujeto y una forma B para valorar la situación de los últimos tres meses. Dependiendo del resultado puede ser recomendable acudir a otro test más completo como el ADOS o el ADI.
6. Cuestionario de Cribaje para el Espectro Autista (ASSQ)
Este cuestionario está pensado para niños de entre siete y dieciséis años de edad, constando de un total de 27 preguntas a responder con Si/No/Algo/A veces. Se trata más bien de un screening, y tiende a centrarse más en el antiguo Asperger (que ahora forma parte del trastorno del espectro autista). Lo deben completar padres y docentes y permite identificar diferentes rasgos predominantes en menores con problemas de interacción social y comportamiento. Actualmente existe la versión revisada extendida (ASSQ-REV), más completa.
7. Cuestionario de Autismo en la Infancia Modificado (M-CHAT)
Test de screening a responder por los padres del menor. Si este falla en más de tres ítems deberá realizarse una exploración más detallada para valorar la presencia de TEA. Pensado para evaluar a menores de alrededor de dos años de edad, en base a preguntas a responder con Sí o No.
8. Inventario de Espectro Autista (IDEA)
Inventario generado con el propósito de evaluar una docena de características propias de personas con autismo y otros trastornos del neurodesarrollo. Más que en la detección, se centra en la evaluación de la gravedad del estado del paciente. Permite identificar la gravedad de los rasgos autistas, así como generar pautas de tratamiento y probar los cambios que dichos tratamientos generan.
Asimismo, en función de la puntuación el sujeto puede ser clasificado en cuatro tipos diferentes de autismo (destacando el clásico y el Asperger, además del autismo regresivo y el autismo de alto funcionamiento. Debe ser completado por el profesional en base a las informaciones provenientes de la observación y entrevista al entorno.
9. Cuestionario del Bebé y Niño Pequeño (CSBS DP)
Se trata de una escala que valora la presencia de diferentes predictores del lenguaje y la comunicación social. Pensado para pasarlo entre los seis meses y los dos años. Debe ser cumplimentado por un padre, cuidador o persona en contacto frecuente con el menor.
10. Test Infantil del Síndrome de Asperger (CAST)
Cuestionario de 37 preguntas que permite detectar de manera temprana características propias de los niños con Asperger. Es pasada por los padres de niños de entre cuatro y once años de edad.