Los seres humanos podemos contraer miedo a todo tipo de estímulos, desde animales inofensivos emparentados con otros que suponían una amenaza para nuestros antepasados hasta medios de transporte modernos e incluso el agua o las heces. Hablamos de fobia cuando el miedo a cualquier entidad o situación es muy intenso y crónico.
El miedo a la suciedad, que se conoce como “rupofobia” o “misofobia”, es una de las múltiples fobias que se han identificado. Aunque no es una de las más frecuentes, resulta interesante analizar la rupofobia por sus características clínicas, como su relación con el trastorno obsesivo-compulsivo y el alto grado de afectación que puede suponer.
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Rupofobia o misofobia: miedo a la suciedad
A nivel diagnóstico la rupofobia se enmarca en la categoría “Fobia específica” descrita en los manuales DSM y CIE. Las fobias son miedos intensos e irracionales que provocan un malestar significativo y/o interfieren en el funcionamiento normal de quien los sufre, en muchos casos mediante la evitación activa de aquello que se teme.
Las fobias específicas son consideradas trastornos de ansiedad, como la fobia social (o trastorno de ansiedad social) y la agorafobia. Las personas con estos problemas sienten mucho miedo ante la presencia o la anticipación del estímulo fóbico; en la agorafobia y en las fobias específicas es habitual que lleguen a darse crisis de angustia.
En el caso de la rupofobia el estímulo fóbico es la suciedad entendida en un modo amplio: mientras que algunas personas temen tipos concretos de “suciedad”, como los microbios (en tal caso hablaríamos de germofobia o bacilofobia), otras sienten miedo ante la posibilidad de entrar en contacto con cualquier cosa que perciban como potencialmente contaminante.
Relación con el trastorno obsesivo-compulsivo
El trastorno obsesivo-compulsivo, frecuentemente abreviado como “TOC”, se caracteriza por la presencia de obsesiones y/o de compulsiones. Las obsesiones son pensamientos o imágenes intrusivos que provocan tensión emocional, mientras que las compulsiones son rituales conductuales o cognitivos que se utilizan para reducir esta ansiedad.
Uno de los tipos más comunes de trastorno obsesivo-compulsivo se relaciona con la suciedad: las ideas obsesivas tienen que ver con la posibilidad de contaminarse o de contaminar a otros, mientras que los rituales compulsivos se asocian con la limpieza. Un ejemplo típico de ritual de limpieza es lavarse las manos un número concreto de veces seguidas.
En los casos en que coinciden síntomas de TOC y de fobia específica a la suciedad suele imponerse el diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo, puesto que la rupofobia suele ser un síntoma secundario. No obstante, si el miedo irracional es más significativo que las obsesiones o las compulsiones estaría justificado un diagnóstico principal de fobia específica.
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Síntomas habituales
Las personas rupofóbicas experimentan sensaciones intensas de ansiedad y miedo cuando entran en contacto con el estímulo fóbico. Estas las llevan a querer “escapar” de la suciedad, principalmente alejándose de ella o eliminándola de su cuerpo, así como a procurar evitarla; por ello pueden llegar a aislarse en una vivienda prácticamente impoluta.
En ocasiones la ansiedad llega a ser tan intensa que aparecen los episodios conocidos como crisis de angustia o ataques de pánico. Según el DSM-IV los síntomas de estas crisis, que incluyen tanto manifestaciones fisiológicas como cognitivas, son los siguientes:
- Palpitaciones y aumento del ritmo cardiaco
- Sudoración
- Temblores
- Dificultades para respirar y sensación de ahogo
- Sensación de atragantamiento
- Molestias en el pecho, por ejemplo opresión torácica
- Náuseas y molestias abdominales
- Falta de equilibrio, mareos y desmayos
- Desrealización y despersonalización
- Miedo a perder el control o la cordura
- Miedo a morir
- Entumecimiento u hormigueo (parestesia)
- Escalofríos y sofocos
La rupofobia puede suponer dificultades relevantes ya que, a diferencia de otros estímulos fóbicos como los aviones y los grandes felinos, la suciedad es omnipresente en la vida cotidiana. Por tanto, en los casos graves de misofobia la ansiedad puede resultar prácticamente constante, en función también de la amplitud del concepto personal de suciedad.
Causas del miedo a la suciedad
Las investigaciones sobre los trastornos de ansiedad sugieren que el grado de reactividad fisiológica tiene un importante componente hereditario; esto explicaría la mayor predisposición biológica que tienen algunas personas a desarrollar este tipo de alteraciones. No obstante, el modo en que se manifieste esa ansiedad varía en función del caso concreto.
La mayoría de miedos irracionales se adquieren como consecuencia de una o más experiencias traumáticas. En el caso de la rupofobia esto puede ser menos habitual que en otras fobias específicas, aunque técnicamente es posible que el contacto con la suciedad provoque alteraciones de salud problemáticas.
En el miedo a la suciedad pueden ser muy influyentes el aprendizaje vicario y el modelado. Así, personas cuyos padres estuvieran muy preocupados por la limpieza tendrían más posibilidades de desarrollar este tipo de fobia en lugar de otros trastornos de ansiedad. De modo similar, el TOC de limpieza suele darse en personas que han sido educadas de esta forma.
Si concebimos la rupofobia desde una perspectiva evolucionista, la hipótesis más lógica es que la predisposición a sentir miedo a la contaminación, y por tanto rechazo a objetos potencialmente polutivos, habría resultado adaptativo para prevenir contagios e infecciones. Algo similar sucede con el miedo a las heridas o a animales como las ratas y los gusanos.
Sea cual sea el origen del miedo a la suciedad, es importante tener en cuenta que la evitación del contacto con el estímulo fóbico suele ser el principal factor de mantenimiento en cualquier tipo de miedo. Esta evitación está sostenida normalmente por expectativas poco realistas que conviene refutar mediante acercamientos no ansiógenos al estímulo.
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