La felicidad se ha convertido en el anhelo imposible de quienes escapan de las emociones desagradables a toda velocidad, huyendo sin saber a dónde, ni por qué. Al menos conscientemente.
“Estás aquí para ser feliz” 4.200 Millones de dólares se ha gastado una reconocida marca de refrescos para hacérnoslo entender. La realidad es distinta.
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La tristeza, la gran enemiga
Sabemos que la felicidad y la alegría no son la misma cosa y que antes o después aparece en escena la tristeza, una emoción más desagradable que negativa.
Esta emoción aparece cuando tenemos la sensación de haber perdido algo valioso, ya sea una persona, un objeto, o incluso, una oportunidad (¿quién no se ha sentido triste cuando se le ha caído una ilusión, o cuando caemos en la cuenta de que no somos la misma persona que antes de la pandemia?). La pérdida no tiene por qué percibirse como irreversible, y cuanto más significativo sea para nosotros lo perdido, mayor tristeza sentiremos.
La tristeza nos ayuda a ser introspectivos, a analizar una situación sin optimismos desmedidos y a evaluar un problema. En el plano social, invita a que los demás sientan empatía y favorece que se nos preste ayuda.
Además, somos menos exigentes con quienes están tristes, pues funciona como salvoconducto ante las responsabilidades u horarios (¡a veces demasiado rentable para el que se muestra triste!).
Cuando viene con fuerza, no viene sola. La siguen sentimientos de falta de vitalidad física y mental, pérdida de entusiasmo y enlentecimiento del metabolismo.
Planteemos algunas sugerencias para manejar la tristeza
Estas son varias ideas clave para aprender a manejar la tristeza.
1. La tristeza forma parte del arcoíris emocional que podemos sentir
Recibe la emoción y reflexiona sobre qué te indica. Si tratas de evitarla reaparecerá. En general, cuando hablamos de emociones, “lo que tiras por la puerta vuelve por la ventana”.
2. ¿Vergüenza por estar triste?
Cuando nos dicen “no se llora”, “sé un hombre”... aprendemos a disimular la tristeza como si formara parte de algo que no es normal. ¡Prueba a compartirla! Socializar las emociones nos ayuda a manejarlas. Sentirnos comprendidos hace que nuestra tristeza pierda intensidad de modo que podamos despegarnos de ella y mirar la situación con más objetividad.
3. ¡No importa si no sabes muy bien de dónde viene y a dónde va!
A veces nos quedamos anclados en la “necesidad” de resolver nuestra tristeza; esto es, saber perfectamente de donde viene. Este exceso de análisis puede provocar cierta parálisis, metiéndonos en un círculo vicioso del que cuesta trabajo salir.
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4. Tómate un tiempo para estar triste
No tienes por qué hundirte si vives la emoción. No es tan peligrosa.
5. Gestiona el tiempo ante la toma dedecisiones
Si tienes decisiones importantes que tomar, valora la posibilidad de posponerlas si crees que la tristeza te tiene tomado.
6. No te olvides de lo físico
Duerme lo mejor que puedas, haz ejercicio y relaciónate con las actividades que te gusta hacer o te gustaba hacer. Este punto es crucial.
La gente suele decir “como estoy triste, no hago lo que me gusta porque no lo voy a pasar igual”. Ve contra este esquema, ¡haz las cosas a pesar de estar triste! Esto no significa que no tengas momentos para abrazar la tristeza, no es una llamada a evitarla.
7. Aprende de las crisis del pasado
Mira hacia aquellas experiencias en las que sentiste en el pasado fracaso, pérdida y dolor y trata de relacionarlas con tu situación actual.
8. Presta atención a los pensamientos que acompañan a la tristeza
A menudo esta emoción viene de la mano de formas particulares de enfocar la realidad. Estas “gafas de la tristeza” están graduadas de modo que la vida parece más gris de lo que es. Así, la tristeza nos dice que nuestros éxitos valen menos que nuestros fracasos, que las cosas son más difíciles de lo que son, que un error tendrá consecuencias más dolorosas de las que tendrá y que tenemos poca capacidad de influir sobre los resultados que esperamos.
Juan García-bouza Cortés
Juan García-bouza Cortés
Psicólogo General Sanitario
Concluyendo
En definitiva, huir de la tristeza es huir de una parte de la vida. Tratar de amputar el dolor hará que se enquiste más de lo necesario, haciendo que se quede con nosotros como un miembro fantasma que orbita en nuestro día a día.
Como dice un inspirador proverbio chino: no puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que anide en tu cabellera.