¿Por qué la homosexualidad era considerada una enfermedad mental?

Examinamos la consideración de la homosexualidad como “enfermedad” a lo largo de la historia.

Por qué la homosexualidad era considerada una enfermedad mental

En 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría eliminaba de forma definitiva la homosexualidad del DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) o, lo que es lo mismo, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. La fecha puede parecernos absurdamente cercana, pero si tenemos en cuenta que la OMS no quitó definitivamente la homosexualidad de la lista de enfermedades “oficiales” hasta 1990, nuestra sorpresa sin duda aumentará.

La homosexualidad se ha visto durante mucho tiempo como una enfermedad y, mucho antes, como una “desviación pecaminosa” que atentaba contra lo que era “correcto”. Pero todavía existe una tercera clasificación que, por desgracia, sigue vigente en muchos países del mundo: la de “delito”. En Europa no queda demasiado lejos tampoco: en Inglaterra, por ejemplo, la pena de muerte seguía siendo efectiva contra los “delitos” de homosexualidad hasta que se proclamó la Offences Against the Person Act de 1861, que sustituyó la pena capital por cárcel y cadena perpetua.

Homosexualidad: de “pecado” a “enfermedad mental”

La historia de cómo se ha percibido la homosexualidad a lo largo de los siglos es algo complejo que merece ser examinado con atención. En el artículo de hoy nos centraremos en la consideración de la homosexualidad como “enfermedad”, calificativo que empezó a cuajarse con el advenimiento del positivismo decimonónico y que, como hemos visto, no se abandonó oficialmente hasta la década de 1990.

La homosexualidad en la historia

Encontramos registros de actos homosexuales en muchísimas culturas y, de hecho, han existido civilizaciones abiertamente homosexuales, como la antigua Grecia.

Si bien las relaciones entre varones estaban socialmente jerarquizadas y obedecían a unas normas muy estrictas (ser el sujeto pasivo, por ejemplo, era símbolo de bajeza moral y social), no es menos cierto que la homosexualidad se practicaba tanto en Grecia como en Roma de forma más o menos oficial. De hecho, y quizá esto pueda sorprender a muchos, en los primeros siglos de la Edad Media la homosexualidad estaba bastante extendida por el Occidente medieval y, si bien la Iglesia no la veía con buenos ojos, no estaba sujeta a ninguna pena (más allá de la imposición de penitencia religiosa), como sí lo estaría más tarde.

Los primeros siglos del Medievo son bastante laxos en cuanto a sexualidad se refiere. Encontramos a sacerdotes viviendo abiertamente con sus mujeres, monjes que mantienen relaciones con otros monjes e hijos e hijas bastardos que llenan las casas solariegas y conviven con sus hermanos “legítimos”. No por casualidad encontramos, precisamente en el románico, una enorme profusión de capiteles y canecillos con representaciones sexuales, e incluso abiertamente homosexuales.

La gran represión

¿Cuándo empieza a ser la homosexualidad (o la sodomía, como se la denominaba entonces) un delito penalizado? No encontramos pruebas de ello hasta el siglo XIV, cuando empieza a perseguirse de manera formal la “sodomía” y a los “sodomitas”. En la Castilla de los Reyes Católicos, por ejemplo, el acto se conocía como “pecado nefando” y era duramente perseguido.

Sin embargo, la Inquisición estaba más interesada en la persecución de la herejía y la brujería, delitos que preocupaban mucho más al Santo Oficio por la condición de “rebeldía social” que entrañaban.

En realidad, el término “sodomía” era un vocablo confuso y poco delimitado que englobaba más cosas aparte de las relaciones homosexuales. En general, se refería a cualquier acto sexual que fuera “contra natura”; en otras palabras, que estuviera desvinculado de la reproducción. Así, también la cópula anal, aunque fuera entre hombre y mujer, era “sodomía”. También la zoofilia, llamada en la época “bestialismo”, entraba en la definición.

En pocas palabras, se metía en el mismo saco a todo aquel que no siguiera una sexualidad estandarizada y normativa, que podía resumirse de la siguiente manera: mantener relaciones sexuales para procrear, solo los días destinados para ello (más de la mitad del calendario litúrgico eran días de abstinencia), por supuesto dentro del matrimonio y, a ser posible, con el hombre situado encima de la mujer.

Es a partir del Concilio de Trento (1545) cuando la homosexualidad empieza a perseguirse de forma estricta y muy dura. La “sodomía” ya no es solo “pecado”, sino que también es “delito”, pagado con la muerte. En la Inglaterra de Enrique VIII se introduce, en 1534, la Buggery Act o Ley de Sodomía, según la cual el hombre que mantuviera relaciones con otro hombre era condenado a muerte y sus bienes, incautados. Más “benigna” parece ser una ley de 1583 procedente de la península italiana, que considera que el “pecado nefando” merece pena de prisión.

El positivismo del XIX: la “desviación” como enfermedad

El siglo XIX fue, en muchos sentidos, heredero directo de la estricta moral de los siglos XVI, XVII y XVIII. Si bien se produce una evidente secularización de la sociedad, en muchos sentidos la clase burguesa dominante sigue manteniendo los preceptos morales de la Edad Moderna que, entre otras cosas, ve con muy malos ojos la homosexualidad.

Pero en un momento en que la religión pierde posiciones frente a un positivismo atroz, el “pecado nefando” ya no puede considerarse como tal. Y, sin embargo, la sociedad sigue rechazando instintivamente lo que todavía se considera una “desviación”.

El resultado es que la homosexualidad pasa de ser un “pecado” a una “enfermedad”. La situación, en realidad, es la misma: el individuo en cuestión sufre un aislamiento social y recibe la burla y el oprobio generales. Así, el antaño “sodomita” (la denominación dejará de usarse a mediados del siglo XIX) pasará a ser una persona con “problemas físicos y neurológicos” que necesita “ser curada”.

En busca de la “curación” de la homosexualidad

Así, durante el siglo XIX y gran parte del XX la ciencia tiende a ver a la homosexualidad como una “enfermedad” que necesita encontrar la cura para devolver al paciente a un estado “natural”. Por “natural” se considera la cópula heterosexual, por lo que cualquier desviación es vista como algo “contra natura”.

Para la mentalidad positivista del siglo XIX, si algo era “contra natura” era porque existían ciertas funciones físicas del individuo que no trabajaban adecuadamente. Entre otras teorías disparatadas, se pensó que el cerebro de los homosexuales debía ser diferente al de las personas heterosexuales, o que debían existir ciertas “taras” congénitas que daban como resultado algo “defectuoso”.

La supuesta “cura” supuso un terrible trago para los pacientes, que, por supuesto, no se curaban, porque de nada tenían que curarse. Desde descargas eléctricas a un psicoanálisis profundo, en busca de supuestos conflictos infantiles, la mayoría de estas personas empeoraban psicológicamente por el simple hecho de pasar por un trance semejante y, sobre todo, por verse a sí mismos como seres “imperfectos”.

En una carta dirigida a una madre que se mostraba preocupada por la homosexualidad de su hijo, Sigmund Freud escribió una de sus frases más famosas, en la que decía que la homosexualidad no era “una ventaja, pero tampoco algo de lo que hay que avergonzarse. No es un vicio ni una degradación; tampoco se puede clasificar como enfermedad”. Unas palabras alentadoras, sin duda, pero todavía faltaba mucho (mucho) para que la homosexualidad se eliminara de los manuales psiquiátricos. Y, por desgracia, su despenalización todavía no es efectiva en todo el mundo.

  • Barry, E., ¿Quién fue el psiquiatra enmascarado que impulsó una revolución y luego ‘desapareció’?, en New York Times, 5 de mayo de 2022
  • García Valdés, A., (1981), Historia y presente de la homosexualidad, Akal
  • Lantigua, I.F., De 'la naranja mecánica' a la cirugía cerebral, en El Mundo, 24 de junio de 2005
  • Lantigua, I.F, Cuando la homosexualidad se consideraba una enfermedad, en El Mundo, 24 de junio de 2005
  • Velasco, M., Cuando ser gay se considera(ba) una enfermedad: la historia tras su despatologización, en huffingtonpost.es, 10 de julio de 2022

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Sonia Ruz Comas. (2024, octubre 16). ¿Por qué la homosexualidad era considerada una enfermedad mental?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/clinica/por-que-homosexualidad-era-considerada-enfermedad-mental

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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