La socialización en función del sexo provoca la desigualdad de género. Esta socialización se produce incluso antes del nacimiento: desde el momento en el que en el embarazo se identifica si el bebé será un niño o una niña se inicia un largo proceso de socialización cuyo resultado es la diferenciación de las personas como hombres o mujeres.
A partir de la perspectiva de género es posible comprender que la aplicación del sistema sexo-género en el proceso de socialización construye a nivel social un conjunto de creencias en las que a cada género se le asignan unos comportamientos determinados.
La diferencia entre sexo y género
A los roles de cada género se les otorga distinta importancia según una jerarquía de valores, posicionando a las mujeres en inferioridad. Así surgen los estereotipos que contribuyen al mantenimiento de las desigualdades entre hombres y mujeres.
El concepto “sexo” hace referencia exclusivamente a las características físicas que diferencian biológicamente a las personas como hombres y mujeres. Sin embargo, el concepto “género” es una construcción social basada en la asignación de diferentes roles en función del sexo.
Esto quiere decir que el género se emplea para describir aquellas características socialmente construidas de forma diferencial para mujeres y hombres. Las diferencias sociales que encontramos en la sociedad actual entre hombres y mujeres son el resultado del aprendizaje del sistema sexo–género.
El sistema sexo-género: una teoría sobre la desigualdad
El sistema sexo-género es un modelo teórico que explica cómo se produce la socialización de género. Esta teoría identifica lo natural con lo socialmente construido y establece que el sexo en sí mismo no es la causa de la desigualdad entre mujeres y hombres, sino su posición de género socialmente construida.
Este sistema produce un conjunto de normas sociales aprendidas e interiorizadas que vertebran las conductas de ambos sexos y condicionan la percepción e interpretación de la realidad social. En consecuencia generan una socialización diferencial.
Las desigualdades biológicas se traducen en desigualdades sociales, políticas y económicas entre mujeres y hombres que generan sexismo, siendo las mujeres las más desfavorecidas en este proceso.
Desde el nacimiento las personas aprenden las conductas, actitudes, roles y actividades que corresponden a las características determinadas por la pertenencia a uno u otro sexo, desarrollando así la identidad de género y los roles de género.
Los roles de género y la construcción de la identidad
La identidad de género es la adscripción a uno u otro sexo, es decir, la identificación como hombre o mujer. A partir de esta identificación de género se desencadena el desarrollo de un proceso de diferenciación específico en el que se aprenden los roles de género.
Los roles de género implican asumir como propias las representaciones sociales sobre la masculinidad y feminidad a través de los diversos agentes de socialización: la familia, el sistema educativo, los medios de comunicación, la cultura, la comunidad, las instituciones, etc.
Esta socialización se mantiene durante toda la vida. A través de las interacciones con otras personas se aprenden e interiorizan los valores, las actitudes, las expectativas y los comportamientos propios de cada sociedad con el fin de desenvolverse en la misma.
La socialización diferencial entre mujeres y hombres
La teoría de la socialización diferencial de Walker y Barton (1983) explica cómo las personas, en su proceso de iniciación de la vida social y cultural y a partir de la influencia de los agentes socializadores, adquieren identidades diferenciales de género que conllevan actitudes, conductas, códigos morales y normas estereotipadas de la conducta asignada a cada género.
La clave del proceso de socialización diferencial es la congruencia entre los mensajes emitidos por todos los agentes de socialización. Ésta facilita la asunción y la internalización por cada individuo hasta el punto de considerar que se trata de algo propio, de su personalidad, produciendo que piense y se comporte en concordancia. Así los niños y niñas asumirán desde la infancia los roles tradicionales masculino y femenino como propios.
Los roles masculinos: trabajo y ambición
La socialización de los niños en el rol tradicional masculino se centra en producir y progresar en el ámbito público. Se espera de ellos que obtengan éxitos en este ámbito ya que se les prepara y educa para que su autoestima y su gratificación provengan del ámbito público.
A los hombres se les reprime en la esfera afectiva potenciando libertades, talento y ambiciones diversas que faciliten la autopromoción. Reciben bastante estímulo y poca protección, lo que los orienta hacia la acción, lo exterior, lo macrosocial y la independencia. A los hombres se les inculca el valor del trabajo como una obligación prioritaria y definitoria de su condición.
Los roles femeninos: familia y hogar
En el caso de las niñas el proceso de socialización en el rol tradicional femenino se centra en su preparación para la reproducción y su permanencia en el ámbito privado. Se espera de ellas que sus éxitos provengan de este ámbito, que conformará tanto su fuente de gratificación como de su autoestima.
De modo opuesto a los hombres, se reprimen sus libertades, talentos y ambiciones que faciliten la autopromoción, fomentando la esfera afectiva. Reciben poco estímulo y bastante protección, lo que las orienta hacia la intimidad, lo interior, lo microsocial, la dependencia y el valor del trabajo no se les inculca como una obligación prioritaria ni definitoria de su condición.
Todos estos valores y normas son denominados mandatos de género, es decir, aquellas normas sociales implícitas que no reflejan lo que son los hombres y las mujeres sino cómo deben o deberían ser y lo que se espera de cada uno de ellos.
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Los agentes socializadores: cómo se refuerzan los roles de género
El proceso de socialización diferencial en función del género se produce a través de diferentes refuerzos y modelos. El refuerzo diferencial se produce cuando hombres y mujeres son premiados o castigados por distintos comportamientos, intereses o expresión de emociones.
Gran parte de este aprendizaje se produce en los primeros años de vida a través del modelado, es decir, del aprendizaje a través de la observación de las conductas de otras personas y las consecuencias que dicha conducta tenga para el modelo.
Esta influencia normativa e informativa se produce a través de los agentes de socialización. Los principales agentes socializadores son:
1. La familia
Los primeros modelos que el niño/a va a tener son los miembros de su familia y poseen un importante papel en la primera etapa de la vida como transmisores de conductas, valores, etc., a través del modelado y el aprendizaje por vía emocional. Diversos estudios indican que el papel más importante de la familia radica en la regulación de actividades tipificadas en función del sexo.
2. El sistema educativo
El sistema educativo es la estructura social que mejor refleja las creencias y valores dominantes. Su influencia en el mantenimiento de las diferencias se produce a través del currículo oculto y los procesos de interacción social que se producen en el sistema educativo.
Existen cuatro aspectos de la socialización diferencial que contribuyen al currículo oculto: la distribución de hombres y mujeres en el sistema educativo, que actúa como modelo de roles para los estudiantes; el material educativo y los libros de texto, que tienden a reproducir los estereotipos de género; la organización y las prácticas escolares, que reproducen las elecciones de actividades tradicionales de género; y las expectativas y actitudes del profesorado, que afectan a las expectativas que los alumnos tienen de sí mismos.
Respecto a los procesos de interacción social, también se han observado diferencias de interacción en el aula, diferencias de atención por parte de los profesores, en la distribución de espacios de juego, etc.
3. Los medios de comunicación
Es la influencia informativa que a través de una regulación selectiva presenta unos modelos culturales estereotipados basados en ideales de hombres y mujeres que no se corresponden con la realidad. Influyen en la percepción que tenemos tanto de los hombres y mujeres en general como de nosotros mismos.
Para lograr la eliminación de las desigualdades basadas en el género es necesario comprender que el origen de la desigualdad se basa en la socialización diferencial y que dicha socialización es un proceso que se autojustifica; es decir, produce que hombres y mujeres se comporten de forma diferente y desarrollen su actividad en ámbitos distintos.
La socialización diferencial contribuye a confirmar la creencia de que los sexos son diferentes y a justificar la necesidad de seguir perpetuando las diferencias socialmente construidas.
Puesto que la clave para continuar manteniendo este proceso diferencial es la congruencia entre los mensajes de que emiten los agentes de socialización, sería útil emplearlos como una vía para el cambio y promover a través de los mismos mensajes congruentes que eliminen las desigualdades basadas en el género.
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