Nieves y Alberto se separaron después de media vida en común. Su hija —la llamaremos Ana— tenía 5 años cuando decidieron poner fin a su relación y establecieron un régimen de custodia compartida. Han pasado más de dos años y Nieves (40) ha empezado una nueva relación sentimental. Aunque ha intentado presentarlo gradualmente como "un amigo especial de mamá", Ana, que hoy tiene casi 8 años, no ha aceptado esta nueva figura.
"El comportamiento de mi hija es de rechazo total. Hemos intentado realizar actividades conjuntas como excursiones, visitas a la playa o a la piscina, pero la respuesta de Ana es sistemáticamente negativa", cuenta Nieves. "Es como si hubiera levantado un muro y cada vez que intentamos hacer algo juntos, la respuesta es siempre 'no quiero' o directamente, enfados y lloros", cuenta esta madre.
La situación se agrava en los momentos más íntimos. "Lo peor es cuando me ve hablar por teléfono con él. Me sigue por la casa, me pregunta constantemente de qué hablamos, y si sonrío o me río, se enfada muchísimo. Es como si me vigilara, como si tuviera que pedirle permiso para tener mi propia vida".
Comprender los celos infantiles y la lealtad invisible
Juan Úbeda, psicoterapeuta familiar y de pareja en Fundació Orienta —una entidad catalana de referencia en salud mental infantojuvenil—, explica que "los celos son una respuesta emocional habitual, especialmente en contextos de cambio como una nueva pareja en la vida de los padres. Los niños pueden manifestarlo con rechazo, oposicionismo o regresiones como hacerse pis en la cama de nuevo o pedir ayuda para tareas ya adquiridas". Los celos, tal y como recuerda el especialista, "no son patológicos y deben atenderse con empatía”. Sin embargo, recuerda: "hay que prestar atención cuando son persistentes, interfieren en el funcionamiento cotidiano o se acompañan de agresividad significativa que compromete la seguridad del niño".
La psicóloga experta en crianza respetuosa Laura Billon identifica las causas profundas de esta reacción de rechazo hacia la nueva pareja de Nieves: “Existe una lealtad invisible hacia el progenitor ausente, un duelo no resuelto por la separación y un temor a perder el afecto exclusivo del progenitor, en este caso la madre“, argumenta. Úbeda coincide en señalar la "lealtad invisible" como una de las principales causas. "Lo que a menudo se rechaza no es a la nueva pareja como persona, sino lo que simboliza: una amenaza emocional, una traición imaginada al otro progenitor, la sensación de perder el lugar seguro", apunta.
Este fenómeno puede estar influido también por factores de género. Pero la diferencia en la aceptación entre la nueva pareja de mamá versus la de papá tiene más relación con factores socioculturales que psicológicos, explica Juan Úbeda. "La madre suele ser la figura principal de cuidado, creando un vínculo más intenso con el niño. Por eso, la nueva pareja masculina puede percibirse como una intrusión en ese espacio íntimo". Billon añade que muchas veces "las mujeres se sienten más culpables que los hombres de rehacer su vida y ese factor es percibido por los niños", sentencia.
Estrategias para facilitar la presencia de la nueva pareja
"Es fundamental comprender y validar ese rechazo", señala Úbeda. "No se deben forzar las relaciones ni esperar aceptación inmediata. Los vínculos afectivos requieren tiempo y se construyen progresivamente. Es recomendable que el niño disponga de espacios exclusivos con su madre sin la presencia de la nueva pareja", comenta.
Por su parte, Billon también recomienda siempre decir la verdad a los niños cuando se decide comunicar la nueva relación. "No hay que pedir permiso para rehacer la vida, pero sí comunicarlo con sinceridad, porque los niños huelen la incoherencia. No recomiendo maquillar la situación con términos como «amigo» o «persona especial», ya que puede generar confusión", asegura.
El factor clave: la actitud del otro progenitor
En cualquier caso, la actitud del otro progenitor es un elemento clave en la adaptación del niño a los cambios familiares, explica Juan Úbeda. Cuando esta actitud es colaborativa, basada en el respeto mutuo y orientada al bienestar del menor, el proceso suele transcurrir de forma más saludable. Por el contrario, la hostilidad, las descalificaciones o las interferencias pueden generar sentimientos de confusión y lealtades divididas, dificultando la integración de los cambios y afectando negativamente al desarrollo emocional del niño.
Se recomienda buscar ayuda profesional cuando la situación desborda a los adultos responsables o "cuando se presentan dificultades significativas para gestionarla de manera adecuada", señala Úbeda. Billon también recomienda pedir ayuda cuando a los adultos les cueste sostener la situación.
El auge de las familias reconstituidas
Las familias reconstituidas son una realidad creciente en nuestra sociedad, tanto en España como en América Latina. Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2023), en España se produjeron 76.685 divorcios, de los cuales el 50,7 % involucraba a parejas con hijos menores. Por primera vez, además, la custodia compartida (48,4 %) superó a la custodia materna exclusiva (47,8 %).
La tendencia no es exclusiva de España. En Colombia, cerca del 30 % de las personas entre 40 y 49 años han formado una nueva familia con hijos de relaciones anteriores (Universidad de La Sabana, 2023). En México, los divorcios crecieron un 11,4 % en 2022, con más del 45 % de las parejas divorciadas con hijos menores (INEGI, 2023). Estudios regionales señalan que la mitad de los hijos de padres divorciados convivirá en algún momento con una figura de padrastro o madrastra.