Generalmente cuando hablamos de trauma, nos imaginamos cosas terribles. Años de libros, películas, series, personajes estereotípicos, superhéroes y supervillanos nos han hecho pensar que un trauma es algo objetiva e ineludiblemente terrible. Algo tan malo que nadie puede superarlo, y que aunque lo intente, queda marcado de por vida.
Es posible que al pensar en esa palabra, imaginemos a un niño o a alguien de muy poquita edad, cuyos padres le hacen pasar por torturas inimaginables, o quizás a un adolescente que ha recibido un golpe de la vida del que parece no haber recuperación posible. Y aquí Hollywood ya completa los huecos con las peores historias de terror posibles.
En este momento, pensando en ese niño o en ese adolescente que ha perdido a sus familiares, o que ha pasado por el calvario que sea, se apodera de nosotros la pena. Rabia porque haya pasado lo que ha pasado. Impotencia por no haber podido protegerle o evitar el mal. Y deseamos que lo supere pronto y todo se quede en un mal recuerdo.
Pero demos un paso más allá. Avancemos en el tiempo unos años, y esa personita pequeña que acabamos de mencionar, ya es adulta. ¿Cómo nos la imaginamos? Posiblemente venga a la mente, casi sin poder evitarlo, alguien diferente a los demás, de una manera u otra. Quizás no es algo obvio, o quizás sí, pero está claro que el trauma le ha dejado una huella que ha cambiado a esa persona para siempre.
Ante esta persona, además de pena, puede que sintamos miedo. por no saber de qué manera le ha trastornado el trauma. Si notamos que se ha convertido en una persona con rabia o iracunda, es posible que incluso hagamos juicios, por seguir enganchado con esto que pasó hace tantos años. “Que sí, que fue fuerte, pobrecito, pero que ya ha tenido tiempo de “mirárselo”.
Como decíamos, todo producto del entretenimiento actual. Actualmente, en prácticamente cualquier plataforma, podemos encontrar un puñado de contenidos que contienen algún personaje con un problema como este. Pero, ¿qué pensarías al saber que esta forma del trauma, no es más que una entre una gran variedad de posibilidades, y que no todo lo que nos han contado las películas se corresponde con la realidad? Veamos qué es realmente el trauma.
¿Qué es el trauma y qué ocurre realmente?
En términos clínicos, cuando hablamos de trauma nos referimos al impacto que se ha generado en una persona a causa de un acontecimiento impredecible, amenazador, y demasiado intenso como para que la persona pudiera gestionarlo o integrarlo en el momento en el que pasa. (Van der Hal et al., 2008).
De esta forma, vemos que el trauma tiene tanto componentes objetivos como subjetivos. Por un lado, la parte objetiva, hace referencia al hecho que ocurre, de manera repentina, incontrolable e intensa. Un accidente de coche, por ejemplo.
La parte subjetiva hace referencia al impacto, a la respuesta de la persona, y aquí afectan muchas variables, como el entorno de apoyo de la persona, las habilidades de afrontamiento, la historia previa de la persona, el tratamiento posterior y la capacidad de elaborar el trauma…
Es aquí donde entran los grandes dichos populares y los mitos, que nos hacen confundir términos, y relacionarnos con esto del trauma desde el miedo y la evitación. Veamos algunos de ellos.
Mitos y “grandes frases” del trauma.
- Mito subyacente: Hay eventos que por sí solos generan trauma, y otros que no, dependiendo de su intensidad.
Gran frase del trauma “Eso que le ha pasado es insuperable, no es humanamente posible salir de ahí”.
Este es el primer punto que generalmente asociamos al trauma: una historia de vida difícil. Se suele entender que hay situaciones concretas que por sí solas son traumáticas, y como veíamos arriba, no es así.
Cuando hablamos de trauma, hablamos de lo que ocurre en una persona a consecuencia de un evento, que efectivamente, sí que contiene unas características que lo harán más o menos potencialmente traumatizante. Estas dependen de cómo de intenso emocionalmente sea el suceso, cómo de impredecible y cómo rápido sea. Por tanto, no hay nada que per se sea traumatizante.
- Mito subyacente: La vivencia de algunas situaciones nunca son trauma, sino parte de “la vida”.
Gran frase del trauma: “Ahora resulta que estás traumatizada por darte una educación”.
Conectado con el primero, las situaciones pueden ser más o menos potencialmente traumáticas, pero de nuevo, no depende de la situación, sino de la interacción entre el evento y la persona. No existe una escala universalmente aceptada de lo que puede generar trauma y lo que no.
Los argumentos de “son cosas de la vida” o “era la forma de hacer las cosas en ese momento” suelen ser formas de restar importancia a acontecimientos que posiblemente, tuvieron mucho impacto en su momento.
- Mito Subyacente: Hay un tiempo determinado para superar un trauma. Cuando pasa suficiente tiempo, todo sana.
Gran frase del trauma: “Con el tiempo que ha pasado, ya lo podría haber superado…”
No existe un tiempo predeterminado ni predefinido para establecer cuándo un trauma debe haberse superado, ni siquiera cuánto debe haber pasado para trabajarlo en terapia. La vivencia de un trauma puede generar un una serie muy variopinta de consecuencias, más o menos patentes, y más o menos sencillas de detectar. Lo más útil en estos casos es entender que cada uno tiene sus tiempos para trabajar sus propios temas.
- Mito: Vivir un trauma te hace cambiar de manera obvia y directa un aspecto de tu personalidad o de tu vida, de manera abrupta.
Gran frase del trauma: “Ese está traumatizado, desde que le dejó la novia, no ha querido volver a saber nada de mujeres”.
Esto es un mito a medias. Porque la vivencia de un trauma sí que afecta, aunque (y por esto es solo a medias) no de maneras quizás tan obvias. Un trauma puede haber sido causado por un mal trato de tus progenitores, y el resultado en la conducta de una persona puede ser una desconfianza alta de las figuras de autoridad, o creencias sobre uno mismo muy devaluativas, como por ejemplo “no merezco cariño”. Cosas que no son tan obvias a simple vista.
Vale, creo que hay traumas en mi vida, ¿qué hago?
En primer lugar, no todo es trauma. Esto es cierto. No obstante, hay mucho más de lo que parece que puede serlo. Por ello es tan útil contar con la ayuda de un profesional especializado en ello para poder discernir qué es de lo que no es, y cómo trabajar con ello.
En segundo lugar, independientemente de qué sea eso que puede estar afectándonos en nuestra vida, o de si su causa está en el pasado o en el presente, es importante buscar para nosotros un espacio de comprensión y compasión. Haber vivido traumas no es ni raro, ni algo de lo que avergonzarse. Es importante entenderlos y trabajarlos en la medida en la que podamos.
Por último, y conectado con el previo, es importante cuidarse. Mimanos, querernos, y aceptar que uno no es solo su historia, si no todo lo que uno hace con ella, y todo lo que uno es, por el simple hecho de existir. Y desde ahí, construir un camino hacia entender e integrar eso que nos ha pasado.


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