Dentro de la corriente cognitiva, se sostiene que la mayor parte del malestar que padece una persona se debe más a su forma de ver e interpretar la realidad más que al propio problema en sí.
Una de las terapias que tiene en cuenta esto es la terapia metacognitiva, la cual no únicamente se enfoca a los pensamientos disfuncionales del paciente, sino a cómo los percibe, es decir, tiene en cuenta su metacognición.
A lo largo de este artículo profundizaremos más sobre la terapia metacognitiva, además de explicar con más detalle la idea que hay detrás del concepto de la metacognición y para qué trastornos se utiliza.
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¿Qué es la terapia metacognitiva?
Tradicionalmente, las terapias cognitivas han sostenido que las alteraciones o sesgos en el pensamiento son los causantes del malestar psicológico del paciente, más que la situación por sí misma. El malestar viene dado en la forma en que se interpreta la realidad, no por la realidad en sí misma.
La terapia metacognitiva, la cual fue desarrollada por Adrian Wells, está de acuerdo con la premisa fundamental de las terapias cognitivas, dándole importancia a los factores cognitivos en la aparición y mantenimiento de los trastornos psicológicos. Es por ello que ésta se encuentra dentro de las terapias de este tipo.
Sin embargo, un punto clave de la terapia metacognitiva es su foco de atención. Este tipo de terapia trata de comprender el por qué hay personas que ante una situación adversa son capaces de despreocuparse mientras que otras, ante esa misma situación, manifiestan sintomatología depresiva y ansiosa.
De acuerdo con el teoría de Wells, lo que estaría detrás de que se mantenga este malestar son las metacogniciones de la persona, es decir, la forma que tiene de ver su propio pensamiento. Estas metacogniciones serían las responsables de que el individuo tenga un control saludable o patológico de su mente.
En base a ello, el objetivo de la terapia metacognitiva es la de eliminar modos de pensamiento que incurran a creencias disfuncionales. Es decir, se pretende cambiar la forma inflexible que tiene la persona de ver los estímulos que, dentro de su mentalidad, son considerados como algo amenazante. Al cambiar esta forma de ver e interpretar las cosas, la persona deja de verse atrapada por la situación y adquiere un mayor grado de bienestar al saber hacerle frente a los problemas.
¿Que se entiende por metacognición?
En muchas ocasiones, el malestar que se vive ante una determinada situación no es debido a la situación en sí, sino a la forma en que es interpretada. Esto quiere decir que una misma situación puede ser vista de formas muy diferentes en función de la persona. De esta forma, se entiende que haya personas quienes, ante una situación adversa sepan hacerle frente y no se preocupen demasiado mientras que otras sufren hasta tal punto que se quedan paralizadas.
Dentro de la corriente cognitiva, la terapia tiene como objetivo el identificar, cuestionar y cambiar aquellos pensamientos automáticos que, activados ante una determinada situación, son la verdadera fuente de malestar de la persona. Al ponerse en duda la fortaleza de estos pensamientos disfuncionales, las emociones negativas asociadas a estas creencias perjudiciales disminuirán.
Sin embargo, para poder llevar a cabo esto, es necesario hacer que la persona se vuelva consciente de sus propios pensamientos. Es decir, que piense en lo que está pensando y en cómo lo piensa. De acuerdo con Wells, el término ‘metacognición’ hace referencia a una amplia gama de factores interrelacionados compuesta por todo proceso cognitivo que está involucrado en la interpretación, monitoreo y control de la propia cognición.
La metacognición es un aspecto que se le ha relacionado mucho con la teoría de la mente. Este concepto puede subdividirse en varios componentes, siendo principalmente el conocimiento, las experiencias y las estrategias que tiene la persona para hacer frente a las situaciones que se le presentan. La metacognición está compuesta por creencias y teorías sobre nuestra propia forma de pensar.
Dentro del modelo de la terapia metacognitiva, se distinguen entre las creencias explícitas o declarativas, y las creencias implícitas o procedimentales.
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1. Creencias explícitas
Las creencias explícitas pueden ser expresadas verbalmente, y hacen referencia a pensamientos concretos de los pacientes que les generan malestar.
Un ejemplo de este tipo de creencias sería el de ‘tengo malos pensamientos, con lo cual soy mala persona’, ‘preocuparme me puede provocar un infarto’, ‘esto que me he pensado es una señal de que algo no anda bien.’
El conocimiento metacognitivo explícito puede mostrarse en forma de creencias positivas o negativas. Las creencias explícitas positivas son aquellas en las que cree el paciente que le resultan ventajosas, como por ejemplo ‘si me preocupo, estaré preparado para cuando las cosas estén peor’, ‘enfocarme en la amenaza me ayudará para saber qué hacer’.
Por el otro lado, las negativas aluden a evaluaciones negativas de sensaciones y pensamientos relacionadas con el peligro percibido. Se formulan en términos de incontrolabilidad, significado, importancia y peligrosidad de pensamientos.
Algunos ejemplos de creencias metacognitivas negativas serían "no tengo el control sobre mis pensamientos", "si pienso de forma violenta es que voy a hacer alguna agresión"...
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2. Creencias implícitas
Con creencias implícitas se hace referencia a aquellas reglas o programas que guían el pensamiento de la persona, como son el prestar atención a un estímulo en particular, el rumiar unos recuerdos en particular o la forma en que se juzga a otras personas.
¿Cómo y para qué trastornos se usa?
La terapia metacognitiva ha mostrado ser eficaz y eficiente en términos de mejora del bienestar de los pacientes. Esto ha podido ser observado empíricamente en investigación, poniendo por ejemplo el caso de Normann y Morina (2018) que vieron cómo mejoraba este tipo de terapia la salud mental de los pacientes. Sin embargo, cabe destacar que es especialmente útil para trastornos de la ansiedad y depresión.
De hecho, en el ámbito clínico se ha podido ver cómo de eficaz es con múltiples problemas de la ansiedad. Algunos de ellos son ansiedad social, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno por estrés postraumático. No obstante, cuando se formuló este modelo, el objetivo era que fuera utilizado transdiagnósticamente, es decir, para múltiples trastornos psicológicos, de cualquier tipo.
Normalmente la terapia se lleva a cabo entre 8 y 12 sesiones. El terapeuta discute con el paciente sobre lo ajustado de su forma de interpretar su propia cognición, esto es, pensamientos, experiencias pasadas y estrategias aplicadas. Una vez se ha logrado ver aquello que causa el malestar, la terapia se centra en ir promoviendo en el paciente estilos de pensamiento más adaptativos y adecuados a las situaciones que antes había asociado con problemas.
Síndrome cognitivo atencional
La metacognición de las personas quienes padecen trastornos psicológicos, de acuerdo con Wells, da lugar a un modo particular de responder a la experiencia interna, es decir, sus pensamientos y emociones. Esto hace que se cronifiquen esos sentimientos negativos y la persona siga sufriendo. A este patrón de pensamiento se le ha denominado Síndrome Cognitivo Atencional (SCA) el cual estaría compuesto por los siguientes tres aspectos:
- Rumiación y preocupación.
- Atención fija: sesgo atencional especialmente en torno a amenazas.
- Estrategia de autorregulación negativas.
Este síndrome es de vital importancia para comprender el modelo de la terapia metacognitiva. Esto se hace especialmente comprensible en aquellas personas quienes padecen un trastorno de ansiedad: su atención se queda fijada en una amenaza, lo cual les genera una gran preocupación y, tratando de deshacerse de esta emocionalidad negativa, llevan a cabo estrategias de afrontamiento que, a la larga, les hace pensar todavía más en este problema. Así pues, acaban teniendo pensamientos como "¿y si pasa esto?, "debería preocuparme de que esto no empeore"...