El verano suele ser una época de vacaciones, viajes, pocas obligaciones... pero, como todo, termina en algún momento.
Está fenomenal que disfrutemos de la temporada de vacaciones y de la libertad de planes que nos permite el buen tiempo del verano, pero tampoco tenemos por qué demonizar la vuelta a la rutina. Cuando volvemos al trabajo, es evidente que entramos en contacto con emociones que no nos resultan agradables.
Para empezar, comenzamos a anticipar cómo será la vuelta al trabajo, que tendremos que madrugar de nuevo, cumplir un horario, hacer cosas que no nos apetecen… y todo ello hace que aparezca la pereza, ese sentimiento de que el día siguiente se nos hará cuesta arriba.
Además, cuando se nos acumula mucho trabajo para la vuelta de vacaciones, puede que sintamos algo de ansiedad y tengamos la sensación de que no podremos abordar todo lo que nos viene encima.
A pesar de todo el ocio y el disfrute del verano y las vacaciones, son muchas las personas que refieren que al final de verano ya echan un poco de menos volver a su rutina, al orden, a sus hábitos y a la estabilidad del día a día.
¿Recuerdas cuando eras niño y, a pesar de sentir algo de pereza, también te entusiasmaba la vuelta al cole? Era el momento de reencontrarte con amigos, de estrenar libros, de descubrir quién sería tu nuevo/a profesor/a... A continuación, encontrarás algunas propuestas para que tu “vuelta al cole” sea un poco más ilusionante.
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La vuelta a la rutina tras las vacaciones: anticipación vs. realidad
La pereza y la ansiedad son muy frecuentes en la vuelta al cole, pero... **¿Sabes que muchas veces están más presentes en los días previos a volver al trabajo que el día que volvemos? **
La mente tiende a anticipar todo lo que va a ocurrir y, además, a pensar que va a ser algo horroroso. Nos prepara para ponernos en la peor de las situaciones… ¡La mente es una pesimista!
Esta manera de evaluar el futuro, tiene mucho que ver con nuestra evolución como especie. Prepararnos para lo peor nos ha permitido protegernos de muchos peligros a lo largo de nuestra historia como seres humanos. Ahora ya no estamos en contacto con todos esos peligros, pero seguimos temiendo una mala contestación de un compañero, una tarea laboral para la que nos sentimos incapaces, o la bronca de un jefe.
Recuerda que lo más probable es que tu mente esté anticipando que el día de volver a tu rutina va a ser peor de lo que en realidad será. Una vez que estés en el trabajo, pasa a la acción y tu día pasará volando.
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Amor y odio a la rutina
La palabra “rutina” puede tener algunas connotaciones negativas en nuestra cultura. Sin embargo, cuando nos falta por obligación, es decir, cuando nuestro día a día no tiene estructura, podemos llegar a echarla de menos.
Es necesario salir de ese orden del día a día, de las obligaciones y dedicarnos a descansar y disfrutar durante las vacaciones; pero también es cierto que somos capaces de disfrutar el descanso porque se hace durante un periodo limitado de tiempo y, por tanto, se vive como algo excepcional que hay que exprimir al máximo.
Pasado un tiempo, todo vuelve a su orden y cada uno a su lugar. Volver a la rutina no tiene por qué ser negativo. Nuestra vuelta al cole puede ser una buena oportunidad para retomar nuestros hábitos del día a día o incluir aquellos que llevamos tiempo proponiéndonos.
Durante las vacaciones tendemos a descuidar nuestra alimentación, dejamos de hacer deporte, no estructuramos nuestras horas de sueño… Cuando acaba el periodo estival es el momento de volver o empezar a hacer aquello que nos sienta bien, que nos ayuda a mantener una buena salud y que aporta estructura a nuestra semana.
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¿Depresión postvacacional?
Al comenzar septiembre podemos experimentar una pequeña bajada del estado de ánimo y algo de ansiedad. Al fin y al cabo, hemos salido de ese oasis llamado “vacaciones” en el que no hay muchas obligaciones, tenemos mucho tiempo libre y todas las actividades están hechas para disfrutar.
Esto es normal y no conviene darle un nombre tan patologizante como “depresión postvacacional”. No es depresión clínia, ni mucho menos. Es simplemente una reacción normal ante un cambio en nuestra situación cotidiana.
Planifica tu propia vuelta al cole
Es normal que nos cueste arrancar los primeros días, que nos sintamos agotados y que echemos de menos estar de vacaciones. A veces este bajón puede traernos emociones desagradables y una sensación de no tener energía para afrontar las actividades de nuestra rutina. ¿Qué podemos hacer para paliar el efecto que tiene esto sobre nosotros?
1. Empieza por el principio
Llegas al trabajo, abres el correo electrónico y te encuentras la bandeja llena. Además, tienes diez llamadas de compañeros y superiores pidiéndote que resuelvas algo y todavía no has abierto ni la ºagenda de la semana... ¿Te suena?
Es normal que tras unas semanas de ausencia en nuestro puesto de trabajo, se nos acumule mucho trabajo y se haga una montaña tan grande que no sepamos ni por dónde empezar. Abordar primero lo más urgente puede ayudarte a organizar la carga de trabajo. Además, no se pueden resolver veinte tareas si no empezamos por una de ellas. Así que coge la primera, y adelante con ella.
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2. Solo tu acción te sacará del bucle
Cuando nos encontramos ante un volumen de trabajo grande de golpe, podemos tener la sensación de que no podremos con ello.
Pensar y planificar cómo resolveremos todo puede ayudar, pero hay que tener cuidado de no quedarnos sólo visualizando cómo haremos las cosas. Las situaciones solo se resuelven mediante la acción.
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3. No te olvides de que el tiempo libre sigue existiendo
Sí, es el final del verano, pero sigues teniendo tus días y tus horas de descanso laboral. No te olvides de que debes seguir cuidando este tiempo libre, haciendo cosas que para ti tengan un sentido y te aporten bienestar.
4. Reserva tiempo para ti
Cuando llega el otoño, no solo nos encontramos con compromisos laborales. También queremos reencontrarnos con gente que no hemos visto en todo el verano, hacer algunos recados que dejamos pendientes, etc
¡Parece que de pronto la agenda se satura! No te olvides de ti mismo/a, de cuidarte y de dedicarte algo de tiempo. El otoño es una época estupenda para el autocuidado.
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5. Llévate contigo alguno de tus hábitos del verano
Durante las vacaciones modificamos nuestros hábitos. Algunos aprovechan para leer más, para dedicar más tiempo a su deporte favorito o para pasar más tiempo con familiares.
Es cierto que con la vuelta a la rutina no podemos mantener todas las actividades que hacemos en verano, pero seguro que de alguna manera puedes llevarte un trocito de eso a tu día a día, adaptándolo a tu contexto, tu horario y tus circunstancias.
El contexto está cambiando… ¡nosotros también!
La vuelta al cole este año tiene algunas peculiaridades muy importantes. Muchos trabajos vuelven a ser presenciales, la situación epidemiológica está mejorando y parece que no sólo se trata de una vuelta a la normalidad, parece que nos estamos acercando a la vieja normalidad.
Aunque a priori esto son buenas noticias, para algunas personas puede resultar angustiante o estresante y sus comportamientos habituales están dejando de ajustarse a este contexto tan cambiante. Nos estamos adaptando a una nueva realidad, y es normal que aparezca algo de malestar.
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Si ves que tu vuelta al cole te está resultando demasiado dura, y que tras unas semanas no consigues adaptarte a todos estos cambios, te invitamos a que revises en qué dirección te estás moviendo, qué cosas te están ayudando y cuáles no, y qué cosas puedes cambiar para mejorar tu rutina. ¡Seguro que uno de nuestros psicólogos puede ayudarte!