Hay veces que como madre/padre no encuentras una forma sana de afrontar los retos con tus hijos, y no te decides a compartir lo que te pasa porque crees que eso sólo te ocurre a ti.
Trabajo desde hace años con directivos, empresarios y profesionales con alta responsabilidad y dedicación profesional. En la primera sesión siempre les propongo realizar una actividad “radar” que permita identificar cómo están funcionando las áreas importantes de su vida.
Es una actividad que facilita poder observar el nivel de equilibrio general. También ayuda a realizar un breve diagnóstico para ver cómo y dónde estamos poniendo nuestra energía.
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La energía de los directivos
En muchas ocasiones, las personas con alta responsabilidad profesional destinan la mayor parte de su energía a tareas relacionadas con el trabajo. Es normal que sea así.
No obstante, a lo largo de estos años y después de muchas conversaciones, he detectado que algunos de los problemas importantes que condicionan más la vida de estos profesionales están relacionados con el área familiar.
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Interviniendo desde el ámbito familiar
El tiempo y la energía son limitados, y esto hace que en muchas ocasiones el área familiar no tenga toda la atención necesaria. El paso siguiente: criticarte y sentirte culpable por no estar haciéndolo mejor con tus hijos.
Cuando los hijos son pequeños, parece que este déficit de dedicación a la familia no es trascendental; sin embargo, cuando los hijos llegan a una edad preadolescente empiezan a aparecer algunos indicadores a los que deberíamos prestar atención.
La adolescencia tiene mala prensa. Socialmente esta etapa suele verse como un período complicado y en muchas ocasiones hablamos de este período con prejuicios. Soy padre de familia numerosas y conozco bien lo que ocurre cuando los hijos atraviesan esa etapa de descubrimiento, cambio, necesidad de independencia. Es una etapa desafiante para todos los miembros de la familia y aparecen muchos interrogantes para los que no siempre tenemos respuestas.
También es cierto que aquellas personas con alta dedicación profesional, después de una jornada de trabajo extenuante, tampoco disponen de la energía y clarividencia necesaria para afrontar los retos que se plantean en la convivencia familiar con hijos adolescentes.
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Tiempo y energía
Compatibilizar todas las áreas de nuestra vida implica atención y dedicación. Si no encuentras ese tiempo y no prestas la atención necesaria, poco a poco se va abriendo una brecha de comunicación, presencia, apoyo. Un distanciamiento cada vez mayor con los hijos que cuando llegan a ser adolescentes que nos lleva a perder ese vínculo maravilloso que existía.
Algunos de mis clientes, cuando indagamos en el tema, suelen preguntarme: “Yy ahora cómo lo hago? ¿Ahora cómo recupero el punto de partida? ¿Qué puedo hacer para recuperar la cercanía, la confianza y la proximidad? En ocasiones estas preguntas aparecen muchos años después y el sentimiento de culpa nos invade.
No hay recetas mágicas al respecto. Lo primero y más importante es empezar a destinar un tiempo de calidad que permita recuperar la proximidad que nos acerque a la comunicación. El paso siguiente está en propiciar una escucha sincera que permita aflorar las necesidades más profundas y la sensación de presencia. Esto se puede aprender y ejercitar.
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¿Por qué con Lego?
Las piezas de Lego nos permiten abrir un canal de comunicación con los cinco sentidos lo que potencia una escucha generosa.
Cuando trabajamos de forma intencional con esta metodología, mente y manos se conectan para construir nuestro pensamiento y poder explicarlo con mayor claridad. Contar una historia, contar mi historia, me acerca a los demás y aumenta el nivel de comprensión y la empatía. A los adolescentes también les encantan las historias.
Cuando trabajo en sesiones de Coaching familiar con las piezas de Lego, jugamos de forma orientada y llegamos a alinear los valores de la familia e identificamos de forma suave las toxinas que impiden tener una buena comunicación basada en el respeto y la confianza.
El Coaching Familiar con Lego está basado en el coaching sistémico y, por lo tanto, aunque el adolescente es el protagonista principal y sobre en el que se centra el proceso, también se trabaja con los padres como parte fundamental del sistema familiar.
Expresar las emociones no puede estar prohibido en la familia. Reconocer las emociones, entender que ocurre en el interior de las personas, ayudar a manejar las diferentes situaciones, es una tarea que como padres no debemos delegar. Normalizar y entender para mejorar las relaciones.
Manel Fernandez Jaria
Manel Fernandez Jaria
Mentor&Coach Directivos &Cohesión Equipos, Psicopedagogo, Especialista en Inteligencia Emocional, Licenciado Humanidades. Profesor Dirección Personas en Universitat Oberta Catalunya (UOC)
En las relaciones familiares, lo más importante es reforzar los vínculos para potenciar también el liderazgo parental y conseguir que nuestros hijos confíen.
¡Confianza y compromiso igual que en la empresa!