Ya sea en nuestro puesto de trabajo, como delegados de clase o capitanes en nuestro equipo deportivo, la mayoría de las personas nos encontramos alguna vez en la vida en una posición que implica la gestión de un grupo. Es evidente que es una tarea complicada, y para probarlo, no tenemos más que ver cómo cambia la dinámica de una clase entre sus diferentes profesores, o cómo los alumnos de dicha clase cambian si son introducidos en una diferente (si bien en este último ejemplo inciden también otras variables de carácter grupal).
Hay personas que tienen una habilidad intuitiva en la gestión de grupos y otras a quienes les cuesta más, por lo que, se dice, los líderes son natos.
Sim embargo, la psicología suele abogar por la posibilidad de cambio y, por ello, sostiene que existen diferentes estrategias para formar en liderazgo. A continuación veremos en qué se basan todas ellas: las habilidades de liderazgo fundamentales.
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5 habilidades de liderazgo esenciales
El liderazgo no deja de ser un rol y, por lo tanto, un conjunto de conductas observables y en consiguiente entrenables. Podemos definir al líder como el miembro del grupo que consigue dirigir la conducta del resto de miembros hacia la dirección que él desea. Por lo tanto, para ser líder no basta con mandar, repartir tareas o estructurar un plan, sino que es necesario conseguir comprometer a los dirigidos con tu causa (con tu objetivo), y ganarte su confianza. Para ello, son muy importantes ciertas habilidades sociales.
1. Honestidad
Para empezar, es recomendable una alta transparencia y sinceridad en cuanto a las labores de los diferentes miembros del grupo. En otras palabras, es importante que todos entiendan para qué sirve su tarea, y cómo esta se relaciona con el cumplimiento de los objetivos comunes y así con el beneficio de todos. Para ello, se debe establecer un clima de confianza, y todos deben sentirse seguros para preguntar dudas o proponer alternativas. Y, ¿cómo transmitimos todo esto?
Pues hablando, claro. Pero no solo mediante palabras.
2. Dominio de la comunicación verbal y no verbal
Tanto la comunicación verbal como la no verbal son de vital importancia a la hora de dirigir grupos, y es necesario que expresemos todo aquello que queramos que nuestro grupo sepa. Ahora bien, habrá esos momentos incómodos en los que nos veamos obligados a rechazar una propuesta o exigir más de alguno de nuestros compañeros. Para ello existen diferentes estrategias de comunicación. Entre ellas, debemos destacar la asertividad.
3. Asertividad
La asertividad consiste en poder comunicar aquello que deseemos manteniendo las buenas relaciones. Concretamente, consiste en hablar sobre conductas en lugar de sobre esencias (“haces X” mejor que “eres X”) ya que las conductas sí son susceptibles de cambio, sobre futuro en vez de sobre pasado (“haz X” en lugar de “has hecho Y”), ya que el pasado no lo podemos cambiar, o en positivo en lugar de en negativo (“haz X” en lugar de “no hagas Y”)… Esta capacidad constituye una de las habilidades de liderazgo básicas para estar en sintonía con los equipos.
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4. Control del feedback
Además, debemos tener muy en cuenta la administración del feedback, es decir, la información que administramos a nuestro grupos sobre su rendimiento, actitud y conductas relacionadas con su labor en general. El feedback puede ser positivo o negativo. Cuando es positivo, no hay problema, podemos administrarlo prácticamente de cualquier forma, pero cuando hay que corregir algún comportamiento, podemos poner en peligro la autoestima y la autoeficacia de nuestro interlocutor, características psicológicas que necesitamos que estén a tope en él. Para ello, se recomienda administrar el feedback negativo en privado, sin testigos ante los cuales tenga nuestro oyente que defender su orgullo.
Además, se recomienda empezar dando feedback positivo (algo habrá hecho bien), incluir el negativo de forma asertiva, y terminar con una nota de ánimo. Es lo que se conoce, fuera de bromas, como el método sándwich.
5. La escucha activa
Además, decir las cosas está muy bien, decirlas correctamente, mucho mejor, pero más adelante, si nuestras palabras no están respaldadas por nuestro ejemplo y nuestras conductas, perderemos algo vital para un líder: la credibilidad. Por ello, es importante ejercer una escucha activa cuando el grupo o sus componentes nos transmitan sus opiniones o dudas. Dejarles terminar sus frases, responder a la necesidad que estén manifestando, asegurarnos de que han quedado satisfechos y, sobre todo, tener mucha empatía y saber poneros en su lugar.
Por ello, la gestión de grupos es una tarea muy complicada, y existe gente con una habilidad innata para llevarla a cabo pero, como todas las habilidades psicológicas, es susceptible de ser optimizada con un buen entrenamiento mental.
En UPAD Psicología y Coaching trabajamos con todo tipo de personas (deportistas, directivos, jefes de equipo, etc.) en las habilidades psicológicas que intervienen en el liderazgo de grupos con el objetivo de potenciar su rendimiento, bienestar y satisfacción. Por eso, sabemos que el liderazgo no se basa en procesos unidireccionales, sino en un conjunto de habilidades que permiten establecer un equilibrio entre uno mismo y el resto.