Las nuevas tecnologías han ido cambiando por completo nuestra forma de vivir. No solamente ha cambiado la forma en la que nos comunicábamos, sino también la forma en que disfrutamos de nuestro ocio y, también, han surgido nuevos tipos de problemas.
La adicción al sexo por Internet es una alteración psicológica que, aunque no recogida todavía por los principales manuales diagnósticos, está emergiendo como un verdadero problema de salud mental que requiere intervención. Descubramos de qué se trata.
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¿Qué es la adicción al sexo por Internet?
Podemos definir como adicción al sexo por Internet al problema que padece alguien que es incapaz de controlar las ganas de consumir material relacionado con el sexo en la red. Consiste en visitar con frecuencia páginas pornográficas, compartir imágenes íntimas con desconocidos a través de chats y videollamadas o disfrutar de forma abusiva de cualquier tipo de contenido erótico a través de las redes sociales y principales plataformas de Internet.
En función del tipo de conducta predominante podemos hablar de dos tipos de adicción al sexo por Internet. Por un lado tenemos el cibersexo, que consiste en intercambiar mensajes con alto contenido sexual con otras personas, y por el otro tenemos el consumo de pornografía en la red, esto es, el visionado de vídeos porno entre otras conductas. Ambas modalidades de adicción pueden superponerse, pero de lo que hay duda es que se trata de conductas adictivas porque, al igual que sucede con las adicciones a drogas, se puede producir tanto el efecto de tolerancia como el de dependencia.
¿Qué es la adicción al sexo en general como problema psicológico?
La adicción al sexo por Internet no deja de ser una variante de la adicción al sexo. En su sentido más general, este tipo de adicción que también es conocida como hipersexualidad es considerada una adicción comportamental. Es decir, aquí la conducta problema no implica el consumo de una sustancia, sino la realización de la conducta misma, siendo en este caso todo comportamiento en el que se realice sexo, ya sea con otras personas como en solitario.
Uno de los problemas principales y más llamativos de la hipersexualidad es que, a largo plazo, el placer durante las relaciones sexuales se va reduceindo como consecuencia de desarrollarse tolerancia. Como el individuo realiza conductas sexuales con mucha frecuencia, con el paso del tiempo las relaciones sexuales pierden intensidad, lo que le obliga a realizarlas con todavía más frecuencia, incrementando la conducta. Como el sexo es algo tan frecuente en su vida, en el momento en que no lo realiza empieza a sentir malestar (síndrome de abstinencia) lo cual es un signo de que tiene dependencia.
Todo esto demuestra que se está ante una adicción. La persona adicta al sexo, tanto con como sin Internet, es tan adicta a su conducta problema como lo es un consumidor de tabaco al cigarrillo o una persona con alcoholismo al alcohol. En el caso del tabaco la persona que lo consume tiene que ir fumando más cigarrillos al día para sentirse bien y, en caso de que no fume empieza a sentir malestar, igual que sucede con la adicción al sexo por Internet que si no consume pornografía o tiene un orgasmo cada cierto tiempo empieza a sentirse mal, irritado y nervioso.
Síntomas de la adicción al sexo por Internet
Entre los síntomas principales de la adicción al sexo por Internet tenemos:
- Uso excesivo de Internet para acceder a páginas pornográficas.
- Uso de Internet para contactar con otras personas y hacer el sexo.
- Abandono de otras actividades placenteras por culpa de la adicción.
- Problemas económicos asociados a gastos derivados de la adicción
- Tensión y malestar cuando no se está consumiendo material erótico.
- Problemas con la pareja, amistades y familiares asociados al abuso de las redes para obtener placer.
Añadido a todo ello, en la adicción al sexo por Internet vemos que se puede dar un efecto de escalada, directamente relacionado con la tolerancia. Lo que sucede en muchos de los pacientes con este problema es que el adicto busca refuerzos cada vez más intensos.
En otras palabras, a medida que va avanzando en su adicción lo que antes le servía para obtener placer a la larga se vuelve aburrido y poco estimulante, necesitando cosas nuevas y más intensas para excitarse, aunque ello suponga pagar por ver vídeos porno o consumir material no legítimo ni legal.
Por ejemplo, puede darse el caso de que tengamos alguien en un principio solo veía vídeos con cierto significado sexual, pero sin desnudos (p. ej., en Youtube). Luego, fue escalando introduciéndose en páginas porno y viendo sus contenidos gratuitos pero, con el paso del tiempo, aquello ya no le llamaba así que se hizo una cuenta premium para ver vídeos exclusivos, más largos y con mejor actuación. Tras unos meses empieza a perder interés y decide hacerse un perfil de OnlyFans para consumir vídeos con fetiches muy específicos, además de la posibilidad de pagar para que le hagan un vídeo personalizado.
Sea cuál sea el trayecto que haya llevado a la persona a acabar adicta al sexo por Internet, de lo que no debe caber duda es que supone perder mucho tiempo a la semana y también el riesgo de perder oportunidades y dinero para pagarse según qué gustos. Un adicto al cibersexo puede consumir más de once horas semanales viendo material erótico, restándoselo a aspectos improtantes de su vida como la familia, los amigos, el trabajo, los estudios y la pareja.
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¿Está incorporada en los manuales diagnósticos?
Aunque Internet ya no nos parezca algo nuevo cabe decir que todavía es un fenómeno demasiado nuevo y sus efectos sobre la salud todavía son objeto de estudio. A día de hoy todavía se debate sobre qué problemas asociados a un mal uso de las redes sociales pueden considerarse como verdaderos trastornos. Las nuevas adicciones o adicciones tecnológicas no están reconocidas como trastornos en ninguno de los principales manuales psiquiátricos, pero se espera que a medida que se vaya recogiendo más información sean introducidas en el DSM y la CIE.
Es un hecho que la adicción al sexo por Internet está muy extendida y que puede suponer graves problemas para la salud del afectado y su entorno social. Una prueba de cómo podríamos estar hablando de un problema de proporciones importantes en la sociedad es el hecho de que si consultamos las estadísticas proporcionadas por el propio Google las páginas porno están entre las webs más buscadas.
Como hemos comentado en la introducción, la adicción al sexo por Internet se manifiesta en dos modalidades principales: adicción al porno y el cibersexo. Si bien ambas se pueden solapar, la adicción al porno consiste en buscar material audiovisual con contenido erótico mientras que el cibersexo implica interactuar con otras personas para obtener palcer sexual, pudiéndose o no realizar la masturbación.
El cibersexo no es nada nuevo. Apareció con las primeras páginas virtuales de contactos y, también, con los primeros programas para hacer videollamadas como Messenger. Ahora, con el auge de las redes sociales y la mejora de los sistemas de videollamada el fenómeno se ha extendido todavía más, existiendo también la búsqueda de contactos casuales por redes como Omegle.
La adicción al porno no implica solamente consultar páginas pornográficas. Existen infinidad de perfiles en redes sociales de fácil acceso a menores de 12 años en donde se cuelga contenido pornográfico o, al menos, subido de todo. En redes sociales como Tumblr, Twitter, Instagram e incluso Facebook podemos encontrar muy fácilmente perfiles sexuales, con algún tipo de censura aunque en muchas ocasiones su material es fácilmente accesible.
El sexting (del inglés “sex” y “texting”, “textear”) o dirty talk virtual es uno de los tipos de cibersexo más reciente pero que ha crecido gracias a los servicios de mensajería instantánea tipo Whatsapp, Telegram o cualquier otro chat. Consiste en intercambiar mensajes con connotaciones sexuales. No solo se intercambian palabras, sino también se pueden compartir fotografías íntimas, práctica bastante arriesgada si se hace con alguien que no se conoce o que no se tiene la confianza suficiente como para saber si no compartirá las imágenes que ha recibido con terceros.
¿Hay perfil de riesgo?
Existe un perfil de riesgo para caer en una adicción al sexo por internet. El perfil del adicto a la pornografía suele ser hombre, de edades entre 20 y 40 años, con problemas de autoestima, muy introvertido y con bajas habilidades sociales. Estos rasgos juntos se consideran factores de riesgo para caer en un abuso de material erótico virtual. Se cree que entre el 20 y 25% de la población podría tener este perfil de riesgo, puesto que ese es el porcentaje de población que consume porno más allá de lo esporádico. Si incrementa su uso o no lo usa de forma responsable podría degenerar en una adicción.
Igualmente, los expertos en adicción al sexo por internet consideran que esta problemática se encontraría entre el 1 y 2% de la población. Serían estas personas las que presentan un problema clínico serio, consumiendo pornografía online durante más de once horas semanales, afectando negativamente a su vida personal, laboral y social además de correrse el riesgo también de irse a dormir más tarde de lo adecuado para ver vídeos porno, restándole horas de sueño.
¿Es posible tratar esta adicción?
Como cualquier otra adicción, en el caso de la del sexo por Internet se trata de la misma manera que las adicciones con sustancias. La terapia para dejar el cibersexo suele basarse en conocer qué factores precipitan al adicto a realizar la conducta (p. ej., estrés, depresión, aburrimiento…) manteniéndole enganchado a este hábito y poder enseñarle nuevas herramientas con las que sustituir su comportamiento por otro más sano y funcional.
Algunos de los pilares de la psicoterapia aplicada a la adicción al sexo por Internet son los siguientes:
- Trabajo en la mejora de la autoestima.
- Entrenamiento en el control del impulso sexual.
- Ejercicios de concentración para no caer en las distracciones asociadas con el sexo.
- Trabajo en técnicas de relajación para no intentar tapar el estrés con la auto-estimulación sexual.
- Entrenamiento en habilidades sociales.
- Psicoeducación y formación en el ámbito de la sexología para buscar también el placer sexual en el trato físico con los demás.
Estos frentes de intervención terapéutica dependen de cada caso y son adaptados a las necesidades del o la paciente.
El problema de esta adicción es que sus afectados son bastante resistentes a recibir tratamiento. Entre los motivos detrás de esto tenemos la vergüenza de reconocer tener este problema o estigma social o, directamente, no verlo como un motivo para ir a consulta puesto que como no se trata de una drogodependencia ni tampoco hace daño a otras personas, el adicto no lo considera un problema sino más bien una afición o un asunto privado.
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