Cuando se habla de quienes no tienen ningún respeto por los derechos y los sentimientos de los demás, es habitual que se habla acerca de palabras como “psicopatía” y “sociopatía”.
Ahora bien… ¿son sinónimos estos dos términos? La respuesta es que no exactamente, aunque es un asunto complejo. Explorémoslo en este artículo, en el que veremos cómo diferenciar entre un psicópata y un sociópata.
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Las 4 claves para distinguir entre un sociópata y un psicópata
Lo primero que hay que tener en mente es que tanto la psicopatía como la sociopatía son conceptos controvertidos, en el sentido de que no existe un consenso científico (en Psicología y Psiquiatría) acerca de su definición.
Lo más cercano a delimitarlos conceptualmente que se ha hecho consiste en crear las categorías diagnósticas de Trastorno Antisocial de la Personalidad y Trastorno Disocial de la Personalidad, pertenecientes a los manuales diagnósticos DSM 5 y CIE 10, respectivamente.
Estas dos categorías son muy similares o casi indistinguibles a la hora de describir los síntomas de las psicopatologías que plasman en palabras, y se suele entender que lo que explican se corresponde con la psicopatía y la sociopatía, aunque no se solapan completamente con estos conceptos (en parte, por la falta de concreción de estos últimos).
Ahora bien, esto no significa que ni los sociópatas ni los psicópatas existan. Más allá de la creación de los manuales diagnósticos, cuya razón de ser es retratar de una manera lo más fiable y detallada posible alteraciones psicológicas, hace décadas que los psicólogos y los investigadores de las ciencias de la conducta en general hablan de psicopatía y sociopatía para definir conjuntos de rasgos problemáticos o directamente psicopatológicos. Se trata de algo así como constructos psicológicos no oficiales, que permiten a cada persona hacerse una idea aproximada acerca del comportamiento de ciertos individuos aunque se dejen varios cabos por atar.
Como hemos visto, tanto la psicopatía como la sociopatía son conceptos asociados al Trastorno Antisocial de la Personalidad, lo cual ya revela algo acerca de lo que son: se trata de alteraciones psicológicas que se plasman en todos los ámbitos de la vida del individuo porque sus síntomas están integrados en la personalidad de este.
Estos síntomas tienen que ver con la falta de empatía, el menosprecio por la legalidad y las normas sociales escritas y no escritas, y la visión de los demás como herramientas para conseguir algo.
A partir de aquí, veamos cómo distinguir a un psicópata de un sociópata.
1. El psicópata tiene más visión a largo plazo
Aunque tanto la psicopatía como la sociopatía se dan en individuos que por lo general ceden ante sus impulsos, comparativamente se usa el término “sociópata” en los individuos con serios problemas para lograr metas a largo plazo y priorizarlas por delante de sus impulsos más inmediatos. Así, los psicópatas son más calculadores y tienen mayores recursos para “cubrir sus huellas” al violar las normas y persuadir o seducir a los demás para usarlos en su beneficio.
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2. El sociópata lo es por problemas de salud física o mental sufridos en algún momento de su vida
Por lo general, se entiende que los psicópatas se comportan de una manera anómala y dañina por factores sobre todo genéticos; sin embargo, los sociópatas se comportan de un modo caótico u hostil a causa de problemas personales como una infancia traumática, una lesión en el cerebro, etc.
3. El psicópata tiene mayor capacidad de socialización
Como el psicópata no lo es por el hecho de haber sufrido una experiencia con poder disruptivo en su conducta, tiene una mayor capacidad para orientar todas sus acciones a una finalidad concreta, mientas que el sociópata es más espontáneo y le cuesta predecir su propias acciones.
4. El sociópata tiene serios problemas para escalar socialmente
La sociopatía se asocia a la precariedad y a la falta de recursos, mientras que la psicopatía es más transversal en este sentido. De hecho, varias investigaciones sugieren que algunos puestos de trabajo cualificados y bien pagados dan ventaja a quienes tienden a la psicopatía, al potenciar su tendencia a competir y a no empatizar con los demás. Es decir, que la psicopatía no siempre tiene por qué suponer obstáculos para prosperar en lo aconómico y lo social.
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