En los últimos años el etiquetado orgánico ha ganado popularidad, asociándose comúnmente con productos más saludables y naturales. Sin embargo, existe un truco psicológico que las marcas emplean para influir en nuestras decisiones de compra: el efecto halo. Este fenómeno hace que las personas asocien automáticamente la etiqueta “orgánico” con una mejor calidad nutricional, lo que puede llevar a subestimar el contenido calórico de los alimentos.
Cómo el efecto halo influye en la percepción de los alimentos orgánicos
El efecto halo crea una percepción sesgada, favoreciendo productos que, en muchos casos, no son tan saludables como parecen. En este artículo, exploraremos cómo las marcas aprovechan este sesgo cognitivo para aumentar sus ventas, las implicaciones para la salud de los consumidores y por qué es crucial ser más conscientes al elegir productos, más allá de las etiquetas que nos atraen.
Se trata de un sesgo cognitivo que ocurre cuando una característica positiva de algo influye de manera desproporcionada en nuestra evaluación global de ese objeto o persona. Por ejemplo, si consideramos a una persona atractiva, tendemos a suponer que también es amable, inteligente o exitosa, aunque no tengamos evidencia de ello. En el contexto de los productos, este efecto juega un papel crucial, especialmente cuando se trata de la percepción de los alimentos.
Cuando un alimento lleva la etiqueta de “orgánico”, los consumidores tienden a asociarlo con otras cualidades positivas, como ser más saludable o natural, sin analizar su contenido nutricional real. Este sesgo es tan poderoso que, aunque un producto orgánico puede contener niveles elevados de azúcar, grasa o calorías, es probable que los consumidores lo perciban como una opción más saludable únicamente por el hecho de ser orgánico.
El efecto halo también puede extenderse a la percepción del sabor y la calidad del producto. Las marcas aprovechan este sesgo al resaltar características como “sin pesticidas” o “cultivado de manera sostenible”, que automáticamente generan una imagen positiva del producto. De esta forma, el consumidor no solo compra un alimento orgánico, sino que también está comprando la percepción de que es más beneficioso para su salud, lo cual puede no ser siempre el caso. Este fenómeno es una herramienta poderosa en marketing, ya que afecta las decisiones de compra de una forma casi instantánea.
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El impacto del etiquetado orgánico en la percepción de las calorías
Uno de los efectos más notables del efecto halo aplicado a los alimentos orgánicos es su influencia sobre la estimulación de las calorías. Las investigaciones han demostrado que los consumidores tienden a subestimar las calorías de los alimentos que etiquetan como orgánicos. Esto ocurre debido a la percepción de que los productos orgánicos son inherentemente más saludables y bajos en calorías, un juicio que no siempre refleja la realidad nutricional del producto.
Esta subestimación de las calorías puede tener consecuencias importantes en el comportamiento alimentario. Los consumidores, al pensar que los productos orgánicos contienen menos calorías, pueden sentirse más propensos a consumirlos en mayor cantidad. En muchos casos, estos alimentos orgánicos son en realidad tan calóricos como sus contrapartes convencionales o incluso más, especialmente cuando se trata de productos ultraprocesados que, aunque orgánicos, contienen altas cantidades de azúcar o grasa.
Por ejemplo, un estudio ha mostrado que los consumidores estiman que un chocolate orgánico tiene menos calorías que uno convencional, a pesar de que ambos productos tengan una composición nutricional muy similar. Esta diferencia en la estimación es el resultado del efecto halo: la etiqueta orgánica genera una expectativa de menos contenido calórico que no se cumple con el análisis real del producto.
La subestimación de las calorías puede incentivar el consumo excesivo, ya que las personas tienden a creer que están tomando decisiones más saludables de lo que realmente están haciendo. Este fenómeno también contribuye a la propagación de hábitos alimenticios poco saludables, ya que la falsa percepción de que los alimentos orgánicos son siempre más bajos en calorías puede llevar a un exceso de consumo, y eventualmente, al aumento de peso.
Los riesgos para la salud y el comportamiento de consumo
El efecto halo no solo influye en la estimación de calorías, sino que también puede tener repercusiones importantes en el comportamiento de consumo y, por ende, en la salud de los individuos. La falsa percepción de que los productos orgánicos son siempre más saludables puede llevar a decisiones alimenticias que no favorecen el bienestar a largo plazo. Uno de los principales riesgos asociados con este fenómeno es el sobreconsumo de alimentos insanos.
Aunque los alimentos orgánicos son a menudo percibidos como más bajos en calorías o más nutritivos, muchos de ellos son en realidad alimentos ultraprocesados que contienen cantidades significativas de azúcares, grasas y calorías. Al subestimar el contenido calórico de estos productos, los consumidores pueden acabar consumiendo porciones mayores de lo recomendado, lo que contribuye a un aumento de peso no deseado.
Esto se ve especialmente reflejado en productos como galletas, cereales azucarados o bebidas energéticas, que a pesar de tener la etiqueta orgánica, no siempre cumplen con las expectativas de ser alimentos bajos en calorías o realmente saludables. La confusión entre la percepción y la realidad de estos alimentos podría estar vinculado a un aumento del riesgo de obesidad y trastornos metabólicos, como la diabetes tipo 2 o enfermedades cardíacas.
Además, el efecto halo genera un falso sentido de seguridad en los consumidores, quienes pueden no prestar suficiente atención al etiquetado nutricional o a la calidad real del producto que están comprando. Al creer que todos los alimentos orgánicos son mejores para la salud, las personas tienden a hacer elecciones alimenticias sin tener en cuenta su verdadero impacto en la dieta diaria, lo que podría contribuir a una mayor prevalencia de hábitos alimentarios poco saludables a lo largo del tiempo.
¿Cómo las marcas aprovechan el efecto halo para aumentar sus ventas?
Las marcas de alimentos orgánicos han aprendido a explorar el efecto halo a su favor, utilizando la etiqueta “orgánico” para generar una imagen positiva de sus productos, independientemente de su verdadero valor nutricional. Al asociar sus productos con una imagen de salud y sostenibilidad, las marcas pueden influir significativamente en las decisiones de compra de los consumidores, a menudo de manera inconsciente.
El primer paso en este proceso es el marketing visual y emocional. El simple uso del sello “orgánico” en los empaques crea una percepción inmediata de salud. Esto genera confianza en los consumidores, que asocian los alimentos orgánicos con frescura, autenticidad y, sobre todo, con un menor impacto ambiental. A menudo, este tipo de productos son promocionados como “más naturales” o “menos procesados”, lo que refuerza la creencia de que son una opción más saludable.
Además, las marcas no solo emplean el sello orgánico, sino que también incluyen mensajes que apelan a la conciencia ambiental y social. Publicitar la sostenibilidad de los procesos de cultivo y la ausencia de pesticidas sintéticos agrega una capa de responsabilidad ética que los consumidores valoran, lo que refuerza el atractivo del producto.
De esta manera, el efecto halo actúa como un multiplicador de la percepción positiva, motivando a los consumidores a comprar más productos orgánicos, incluso cuando estos puedan ser igual de calóricos o insalubres que sus versiones convencionales. Esta estrategia puede aumentar las ventas significativamente, mientras que la confusión sobre el contenido real de los productos persiste.
¿Por qué este truco psicológico puede ser perjudicial para la salud?
Aunque las marcas utilizan el efecto halo para atraer a los consumidores, esta estrategia puede tener consecuencias negativas para la salud. Al asociar productos orgánicos con una imagen saludable, los consumidores tienden a subestimar su contenido calórico y nutricional. Por ejemplo, se ha demostrado que los productos orgánicos, especialmente los alimentos procesados, son percibidos como más bajos en calorías, lo que puede llevar a un consumo excesivo de ellos.
Este fenómeno es especialmente problemático con productos que no son necesariamente saludables, como las galletas, pasteles o cereales orgánicos. Aunque el etiquetado orgánico puede hacer que los consumidores perciban estos productos como una opción más saludable, su contenido calórico y de azúcar puede ser alto. Esto puede llevar a un aumento de ingesta calórica total, favoreciendo hábitos alimenticios poco saludables que contribuyen a problemas como la obesidad y las enfermedades metabólicas.
Además, el efecto halo puede generar una falsa sensación de seguridad al elegir productos orgánicos sin tener en cuenta su valor nutricional real. La falta de educación nutricional y el exceso de confianza en las etiquetas puede desviar la atención de lo que realmente importa: una dieta equilibrada basada en alimentos frescos y naturales, más que en simples etiquetas de marketing.


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