Los 5 cuentos medievales más famosos y su moraleja

Os contamos algunas de las fábulas más conocidas en la Edad Media.

Los 5 cuentos medievales más famosos y su moraleja

Sin duda, muchos de vosotros conoceréis varios cuentos infantiles. Algunos de ellos son muy antiguos; tanto, que se pierden en la noche de los tiempos. Hoy en día, sin embargo, se ha perdido el concepto moralizante de las fábulas. Pero, en la Edad Media, todos y cada uno de los cuentos que se contaban tenían un significado didáctico muy interesante que vale la pena recordar.

A continuación, os presentamos 5 cuentos medievales con su respectiva moraleja. Esperamos que los disfrutéis.

5 cuentos medievales breves (y su moraleja, explicada)

La mayoría de los cuentos de la Edad Media que conservamos hoy en día han llegado hasta nosotros porque se plasmaron por escrito. Por tanto, es lógico pensar que no era precisamente el pueblo el que se encargaba de elaborar estos relatos, sino los personajes eruditos. Obviamente, la masa popular tenía su propio folklore, pero en este artículo nos centraremos en los llamados exempla medievales, un género literario que adquirió mucha fama durante la época. Veamos en qué consiste.

Ya hemos comentado en otros artículos que la Edad Media es heredera directa de los clásicos. En materia de fábulas, no podía ser de otra manera. Las narraciones del griego Esopo (620-564 a.C) estaban muy presentes en la cultura medieval, e influyeron sobremanera en los eruditos que escribieron cuentos moralizantes. Por otro lado, tenemos los relatos orientales (principalmente, provenientes de India y Persia) que habían llegado a Occidente a través del Islam y que, muy pronto, empezaron a traducirse a las lenguas vernáculas, como el castellano. Es el caso del famoso recopilatorio de cuentos Calila y Dimna, cuyos orígenes se remontan hasta la India y que fue una de las antologías de fábulas más conocidas en la Edad Media europea.

Estos cuentos o fábulas se conocían en la época como exempla (plural de exemplum, ejemplo). Sus características básicas son la brevedad y el carácter didáctico y moralizante de su argumento. Hay que tener en cuenta, por cierto, que estamos hablando de otra época y de otra mentalidad, y que no siempre coinciden sus valores con los nuestros. Generalmente, los exempla o cuentos estaban protagonizados por animales, que representaban varias cualidades o vicios humanos.

5 de los cuentos medievales más conocidos

A continuación, encontraréis 5 de los cuentos medievales más conocidos, junto con su respectiva moraleja. Los cuentos han sido adaptados para una mejor comprensión.

1. El ladrón y el rayo de luna (del recopilatorio de cuentos Calila y Dimna)

Una noche de luna dormían apaciblemente en su habitación un hombre y su esposa. El hombre tenía una increíble fortuna, y esa noche una banda de ladrones intentó penetrar en la casa para robárselo todo. El hombre escuchó ruido y, alterado, despertó a su esposa. Cuando ella le preguntó qué sucedía, él le dijo:

  • Amada mía, han entrado ladrones a robar. Haz como que me despiertas y pregúntame cómo he conseguido tanta fortuna.

La esposa se mostró muy extrañada, pero hizo lo que su marido le había pedido. A la pregunta de ella, él respondió, en voz muy alta para que los ladrones pudieran oírlo:

  • ¿Que cómo he conseguido mi fortuna? ¡Pues robándola, querida! De noche, entraba en las casas de los ricos y soltaba este conjuro: repetía siete veces la palabra “Zulam”. De esta forma, podía entrar abrazado a la luz que emanaba de la luna, sin ser visto por nadie, y de esta manera me llevaba todo lo que había en la casa sin levantar sospecha alguna.

Los ladrones estaban escuchando el parlamento del buen hombre. Se rieron por lo bajo, satisfechos por haber descubierto tal secreto. Así, el jefe de los ladrones pronunció el conjuro siete veces, e intentó agarrarse al rayo de luna que entraba por la ventana. La caída fue tremenda, y el ladrón se partió las piernas. Cuando acudió el amo de la casa con una vara y le preguntó quién era y qué hacía allí, el ladrón se lamentó:

  • ¡Ya me está bien, por creerme más inteligente que mi engañador y por creer en imposibles!

La moraleja de este relato es evidente. El ladrón se cree más listo que la persona a quien va a robar, y luego paga las consecuencias. No hay que creerse por encima de los demás, puesto que siempre somos susceptibles de ser engañados.

2. La zorra y el cuervo (de El conde Lucanor, de don Juan Manuel).

He aquí que un día, un cuervo se posó en la rama de un árbol con un lustroso trozo de queso en el pico, del que iba a dar buena cuenta. Pero antes de que pudiera comérselo, pasó por allí una astuta zorra que envidió la suerte del cuervo y quiso también comerse el queso. Así que se sentó pacientemente bajo la rama del árbol, y empezó a decirle al cuervo:

  • Buenos días, señor cuervo. ¡Qué hermoso os veis hoy! Vuestro plumaje luce más bonito que nunca. El cuervo la miró de soslayo, un tanto escéptico. Nunca se había considerado hermoso, y los elogios de la zorra despertaban su desconfianza. Pero la zorra siguió hablándole sin parar.

  • ¿Y vuestro canto? El más dulce de la creación. ¿Me podríais deleitar con una canción, señor cuervo? Al final, las palabras de la zorra ablandaron la desconfianza del cuervo que, lleno de orgullo, abrió el pico para “cantar”. El queso cayó al suelo, e inmediatamente, la zorra lo cogió y salió corriendo. Ese día, el cuervo se quedó sin almuerzo.

Esta fábula que recoge El conde Lucanor nos habla de los peligros de creer en las lisonjas de los otros. Es un evidente exemplum contra la soberbia.

3. El galgo y su amo (de El libro del buen amor del Arcipreste de Hita)

Un caballero tenía un galgo joven, fuerte y veloz. Cada vez que salía con él a cazar, el perro le traía buenas piezas, que satisfacían mucho a su amo. El caballero estaba muy orgulloso de su galgo, y lo colmaba de mimos y cuidados.

Pero el tiempo fue pasando y el perro fue envejeciendo. Ya no corría con la misma velocidad, ya no tenía la misma fuerza; sus dientes se caían y no podía agarrar las presas con tanta firmeza. Es por ello por lo que casi todas se le escapaban.

Un día, el pobre galgo regresó sin traer nada, y el caballero se enfadó tanto que le golpeó con un palo. Mientras se lamía las heridas, el perro se lamentaba de que los seres humanos tratan muy bien a los demás cuando les son de utilidad, y los desprecian cuando ya no pueden sacar provecho de ellos.

Con este relato, el Arcipreste de Hita pretende concienciar sobre lo pasajeros que son los intereses del ser humano, y cómo se acaba despreciando lo que antaño se valoraba.

4. Primasso el sabio y el abad avaro (Jornada séptima de El Decamerón de Boccaccio)

Primasso era un sabio muy conocido en todos los rincones de la región. Todos los que lo conocían deseaban sentarlo a su mesa. Y he aquí que, un día, Primasso escuchó hablar de la finca que tenía el abad de Cligny a las afueras de París y de los grandes manjares que se servían en ella, y quiso acercarse a ofrecerle sus cumplidos y comer con él. Así que se puso en marcha; y como el trayecto era un tanto largo, llevó con él tres panes por si le entraba hambre por el camino.

Cuando llegó vio que, efectivamente, la casa del abad era grande y hermosa. Entró en el comedor, pero el abad aún no había llegado. Primasso sabía que el clérigo tenía por costumbre compartir su mesa con todos los que se acercaban a visitarlo, por lo que esperó pacientemente. Sin embargo, los sirvientes habían ido a informar al abad de su llegada. El abad se asomó discretamente y, cuando vio el aspecto pordiosero de Primasso, se negó en rotundo a compartir mesa con él.

Primasso esperó y esperó, y mientras tanto iba comiendo los panes que había traído. El abad dejaba que se los comiera en su mesa, pero se negaba a que le fueran servidos alimentos de su propiedad. Finalmente, al ver que el recién llegado no se iba, envió a los sirvientes a que le preguntaran su nombre. Y cuando supo que el que estaba sentado a su mesa esperándolo era el famoso Primasso, se arrepintió de su avaricia. No solo salió a comer con él, sino que, además, le regaló un traje noble y le ofreció un buen caballo para que regresara cómodamente a París.

Esta “jornada séptima” del Decamerón de Bocaccio nos habla de la avaricia, especialmente de la avaricia de los que más tienen, como es el caso del abad del relato. No solo eso, si no que también advierte sobre el peligro de creer en las primeras impresiones: el abad ve en Primasso a un mendigo bobo, en lugar del sabio y gran conversador que es.

5. El cuento del administrador (de los Cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer)

En una región de Inglaterra cerca de Cambridge vivía un molinero con su mujer y sus dos hijos. La hija era ya una jovencita de veinte años, mientras que el niño era todavía un bebé de cuna. El molinero era un hombre muy celoso y agresivo; siempre llevaba entre sus ropas un puñal, y nadie osaba acercarse a su esposa por miedo a que el hombre le clavara la hoja en el corazón.

Además de posesivo y colérico, el molinero era un auténtico estafador. Se burlaba de todo el mundo y ejercía sus mayores astucias para engañar al personal y quedarse con el botín. Este personaje era el que molía el grano de un colegio de Cambridge. El administrador del colegio enfermó, por lo que el astuto molinero aprovechó para robar más harina de la que ya robaba de ordinario. Escamados, dos estudiantes decidieron acercarse al molino para asegurarse de que la molienda se realizaba conforme a lo estipulado.

Seguro de sí mismo y de sus mañas, el molinero recibió a los jóvenes e incluso les dio alojamiento en su hogar. Sabía que podría engañarles, igual que había engañado al administrador y a todos los demás. Y he aquí que esa noche todos bebieron mucho y se retiraron bastante ebrios a la cama. Uno de los estudiantes se había fijado en la hija del molinero, y discretamente se metió en su cama. La joven, que también se había fijado en él, lo aceptó de inmediato.

El otro estudiante, celoso de la suerte de su compañero, y deseoso de vengarse del molinero, fue hasta la cuna del hijo y la puso cerca de su lecho. Cuando la esposa del molinero regresó de hacer sus necesidades, buscó la cuna y se asustó al no encontrarla. A tientas en la oscuridad, la halló y, aliviada, se metió en el lecho que estaba a su lado. El estudiante le dio aquella noche todas las caricias que ella deseaba.

Al alba, el estudiante que había dormido en compañía de la hija quiso ir sigilosamente hasta su cama. Cuando tropezó con la cuna, pensó: “¡Dios mío, casi me meto en la cama del molinero!”, y sin hacer ruido avanzó hasta el otro lecho, que no era otro que el lecho donde dormía su huésped. Así que el joven se metió en la cama del molinero pensando que era su compañero, y le soltó al oído, riéndose “¡Vaya nochecita! La he pasado entera con la hija del molinero”. Al oír esas palabras, el hombre se levantó hecho una furia, dispuesto a matar al estudiante. Con el ruido, despertó también el otro joven y la mujer del molinero. Esta cogió un palo de la pared y descargó un golpe tremendo sobre la calva de su marido, pues en la oscuridad latente no podía distinguir quién era quién. El molinero cayó al suelo aturdido.

Los estudiantes salieron corriendo de la casa, y se llevaron los caballos y la harina que el molinero les había robado. Y allí quedó el ladrón burlado, lamentándose de su suerte.

Este cuento utiliza un recurso muy usual en los exempla medievales: el humor. En los Cuentos de Canterbury se aprecia especialmente; a través de un lenguaje ágil y divertido, con evidentes episodios eróticos, el autor introduce la moraleja de que quien “a hierro mata, a hierro muere”. Es decir: cuidado con tus actos, que se volverán en tu contra. También nos habla de los peligros de la cólera y la ira.

  • Boccaccio (2017). El Decamerón, Penguin Clásicos.
  • Calila y Dimna: un libro de cuentos ejemplares entre la tradición y la originalidad, conferencia impartida por Sebastián Grajales Cardona, Universidad de León, 2021.
  • Chaucer, G. (2006). Cuentos de Canterbury, ed. Cátedra.
  • De Hita, A. (2006). El libro del buen amor, ed. Planeta.
  • Don Juan Manuel (2015). El Conde Lucanor, Espasa Libros.
  • Lacarra, M.J. (2015). El cuento medieval, cruce de culturas, dentro de Revista de poética medieval, núm. 29.
  • VV. AA. (2020). Calila y Dimna, ed. Verbum.

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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