Todo lo que un adulto debería saber sobre el cerebro adolescente y sus emociones

Estas son las características más relevantes del cerebro de los adolescentes.

Todo lo que un adulto debería saber sobre el cerebro adolescente y sus emociones

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Acompañar a un adolescente —bien sea en el rol de padre, madre o profesor/a— puede llegar a suponer un gran reto. Sin duda, tener cerca a personas que se encuentran en esta etapa vital es una experiencia que puede ser tan fascinante y maravillosa como desconcertante.

Las emociones intensas y cambiantes, los comportamientos impulsivos y la demanda de espacio son factores que pueden generar confusión e incluso frustración. Por eso, es importante que comprendamos por qué se dan estos cambios de humor, la dificultad de planificación y otros aspectos característicos de la adolescencia.

A lo largo de este artículo profundizamos en el desarrollo cerebral y emocional de los adolescentes para que resulte más fácil poder acompañarles de una forma respetuosa y ajustada a sus necesidades. Además de lo mencionado, también hablamos sobre la importancia del entorno.

El cerebro adolescente está en construcción

Puesto que los adolescentes ya no parecen infantes, sino que físicamente su aspecto es cada vez más parecido al de los adultos, muchas veces tendemos a pensar que ya lo son y a esperar de ellos (o exigirles) cosas poco realistas. Sin embargo, el cerebro no está completamente desarrollado hasta bien entrada la veintena.

No es solo que el desarrollo cerebral no finaliza en la infancia, sino que durante la adolescencia el cerebro sufre una reorganización muy importante. Se produce lo que se conoce como poda sináptica. Esto implica que se eliminan las conexiones cerebrales que menos se utilizan y se fortalecen aquellas más activas. De esta forma el cerebro se hace más eficiente.

Sin embargo, hoy en día sabemos que se produce una especie de desfase entre regiones cerebrales importantes. El sistema límbico —relacionado con las emociones, la recompensa y los impulsos— madura antes que la corteza prefrontal —encargada de la planificación, el razonamiento, el autocontrol y la regulación emocional, entre otras—.

Esto explica por qué los adolescentes tienen un sistema emocional tan activo—y lo viven todo de forma tan intensa—, pero tienen dificultades para poder regular todo lo que sienten. Este desfase entre regiones nos ayuda a comprender también por qué actúan de forma impulsiva e irreflexiva en muchas ocasiones.

Si bien es cierto que dicha diferencia supone una mayor vulnerabilidad durante esta etapa, también debemos tener en cuenta que permite grandes aprendizajes. Los adolescentes están aprendiendo a regular emociones complejas que aparecen en su organismo y deben transitarlas. Esto les permite, a su vez, ampliar su lenguaje emocional.

Las emociones no están descontroladas (aunque nos lo parezca)

Una vez dejamos la adolescencia atrás, solemos olvidar cómo era vivir con tanta intensidad. Cómo adultos, muchas veces nos cuesta comprender los cambios de humor de los adolescentes o las reacciones emocionales que tienen. Con frecuencia, las etiquetamos como exageradas e incluso inapropiadas.

Sin embargo, no podemos olvidar que esta es nuestra interpretación desde la adultez. Lo que a nosotros nos puede parecer errático, dramatismo o inestabilidad es, habitualmente, la expresión —legítima— de un mundo interno emocional más intenso. Es más, esta intensidad puede ser una herramienta que permite explorar el mundo con energía mientras se crea la propia identidad y se establecen conexiones sociales significativas fuera de la familia.

Debido al cambio hormonal y el desfase del que hablábamos anteriormente, el cerebro es más sensible a las recompensas, la pertenencia social y el reconocimiento externo. Precisamente —y porque la corteza prefrontal está madurando todavía— por esto las emociones son más intensas y se viven con más fuerza.

En la adolescencia el cerebro todavía no sabe regular las emociones, están aprendiendo a hacerlo. La euforia, el llanto y el enfado forman parte del proceso habitual en el que van “afinando” el sistema y aprendiendo herramientas y habilidades emocionales. Aunque no lo expresen, siguen necesitando a sus adultos de referencia para aprender a regularse.

El papel del entorno: influencia social y validación

Durante la infancia, aunque se crean relaciones y vínculos entre iguales, la familia sigue teniendo el principal papel. Al llegar a la adolescencia, esto cambia. La necesidad de crear una identidad propia lleva a los adolescentes a necesitar alejarse de su núcleo familiar.

Las decisiones y las emociones en la adolescencia están directamente relacionadas e influenciadas por la validación externa. Como consecuencia, los vínculos con los iguales pasan a ser uno de los aspectos más importantes. Tanto es así que la opinión de los iguales puede llegar a situarse por encima de la autoridad adulta.

Es importante que recordemos que esto les permite ensayar las habilidades que en un futuro —en la edad adulta— les va a permitir ser completamente autónomos. Esto puede ser realmente complicado para algunos adultos. La necesidad de pertenecer es inherente al ser humano, pero en la adolescencia se acentúa y esto influye tanto en las emociones como en los comportamientos.

Estrategias para que los adultos puedan aplicar en el día a día

Acompañar, guiar y sostener a los adolescentes puede convertirse en un reto, especialmente cuando ellos/as reclaman espacio, autonomía y se alejan del núcleo familiar para focalizar en el grupo de iguales. Es importante comprender que esto, junto con la intensidad emocional, forma parte del desarrollo cerebral.

Como adultos de referencia, somos un modelo de regulación emocional puesto que ellos aprenden de cómo nosotros nos manejamos con nuestras propias emociones. Aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos. Por eso es importante que generemos espacios en los que poder hablar abiertamente, sin juzgar.

Su cerebro todavía está en desarrollo, así que podemos ayudarles a fomentar el pensamiento crítico mediante hacerles preguntas. Además, su cerebro sigue necesitando límites claros. En este sentido, es necesario que podamos mostrar cierta flexibilidad para que se sientan vistos y tenidos en cuenta.

  • Bueno Torrens, D. (2024). El cerebro del adolescente (1ª ed.). DEBOLSILLO.
  • Casey, B. J., Heller, A. S., Gee, D. G., & Cohen, A. O. (2019). Development of the emotional brain. Neuroscience letters, 693, 29-34.
  • Damour, L. (2025). La vida emocional de los adolescentes. Ediciones Paidós.
  • Giedd, J. N. (2015). The amazing teen brain. Scientific American, 312(6), 32-37.
  • Siegel, D. J. (2014). Tormenta cerebral: El poder y el propósito del cerebro adolescente. Alba Editorial.

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Nerea Moreno. (2025, junio 11). Todo lo que un adulto debería saber sobre el cerebro adolescente y sus emociones. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/neurociencias/todo-lo-que-un-adulto-deberia-saber-sobre-el-cerebro-adolescente-y-sus-emociones

Psicóloga

Nerea Moreno es graduada en psicología, con mención en psicología clínica, por la Universidad de Barcelona. Cursó el Máster en Psicología General Sanitaria con la Universidad Autónoma de Barcelona. Posteriormente, se formó como experta en psicología de las emergencias y catástrofes. Tanto esta formación como la experiencia laboral en el campo, supusieron para Nerea el descubrimiento de un nuevo mundo: el trauma. Desde entonces, trabaja desde un enfoque integrador y no ha parado de formarse en trauma, sistema nervioso, apego, duelo y emociones.

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