Ha llegado septiembre y con él la vuelta al colegio. Si bien para la logística familiar puede ser considerado algo positivo, la transición a veces resulta abrumadora para muchas familias puesto que no consiste solo en adaptarse a los nuevos horarios y rutinas, sino que implica un proceso de adaptación emocional y social también.
Es un periodo que puede ser complejo y que requiere de flexibilidad en diversos aspectos. Además, hay otro problema añadido y es que, generalmente, tanto las condiciones laborales como los aspectos culturales no facilitan que la adaptación pueda producirse de la forma que más cuide a cada familia —que, por supuesto, puede ser diferente—.
A lo largo de este artículo nos apoyamos en la psicología evolutiva y la neurociencia para poder comprender mejor las necesidades reales de los niños y las niñas en las diferentes etapas de su desarrollo. Abordamos también algunas de las señales que podrían indicarnos que nuestros hijos necesitan más apoyo y, por último, vemos algunas estrategias que pueden ser útiles.
El cerebro infantil y las transiciones
Los avances en neurociencia nos permiten comprender de forma mucho más profunda y completa qué sucede en el cerebro de nuestras criaturas. Es importante tener presente que, entre otras, las áreas relacionadas con la regulación emocional todavía se encuentran muy poco desarrolladas.
Esto implica que ante cambios importantes, como puede ser la vuelta al colegio, el cerebro suele interpretar la situación como una amenaza. Como consecuencia los niños y las niñas pueden sentir miedo, estar más irritables y llorar más.
Aunque en algunas ocasiones el hecho de tener recuerdos positivos sobre la escuela puede ser un elemento que ayude a la nueva adaptación, esto no sucede en todos los casos. Algunas criaturas necesitarán de más tiempo para adaptarse.
En este sentido, las figuras cuidadoras principales juegan un papel crucial. Los niños y las niñas afrontan mejor el cambio cuando sus padres y madres pueden ofrecerles un entorno seguro que fomenta su resiliencia. Mediante el sostén y la contención emocional que los adultos ofrecen a sus hijos/as, estos aprenden —con el tiempo— a regularse por sí mismos.
- Artículo relacionado: "Psicología educativa: definición, conceptos y teorías"
¿Qué esperar según la edad?
Las experiencias que tienen las criaturas en relación con la vuelta al cole van a depender de diversos factores. Además de lo que hayan podido experimentar previamente, el momento evolutivo en el que se encuentran también es un aspecto clave.
Infantil
Entre los 3 y los 6 años es habitual que aparezca ansiedad por separación. No es extraño que los niños y las niñas de esta edad pidan a sus padres que no se vayan o verbalicen que no quieren quedarse en el colegio. Además, en algunos casos pueden darse regresiones en su comportamiento.
En esta etapa necesitan que las figuras de apego estén disponibles y puedan ofrecerles su presencia puesto que les calma y les da seguridad. Las rutinas ofrecen previsibilidad y les ayudan a sentirse más seguros/as.
Primaria
En esta etapa se produce un cambio puesto que el grupo de iguales empieza a ser importante y aparece la necesidad de pertenecer al grupo. Suelen aparecer preocupaciones relacionadas con el desempeño, tanto académico como social.
Aunque se empieza a observar un mayor deseo de autonomía, es una etapa en la que todavía necesitan la validación y el apoyo de las figuras de cuidado.
Preadolescencia
A medida que van creciendo van tomando conciencia de sus habilidades y del propio rendimiento académico. Esto les puede llevar tanto a comprarse con sus iguales como a ser críticos/as con ellos mismos/as.
En esta etapa pueden empezar a aparecer conflictos con las figuras de autoridad —que serán tanto los profesores como los progenitores—. Por ello, tienen una fuerte necesidad de ser escuchados y reconocidos cuando piden autonomía.
Adolescencia
La adolescencia es la etapa por excelencia en la que el grupo de iguales pasa prácticamente al primer plano. Esto quiere decir que la necesidad de pertenecer al grupo es todavía más fuerte y que la presión social se vive con más intensidad emocional.
Mientras sucede todo esto en la esfera social, los y las adolescentes están en una búsqueda constante de identidad. La presión por el ámbito académico suele ser considerable en esta etapa. Aunque puedan negarlo, siguen necesitando que los adultos de referencia les acompañen de forma respetuosa y libre de juicio.
Señales de que necesitan más apoyo
Si bien es cierto que hay ciertas conductas que pueden darse como respuestas comunes a la adaptación a los cambios, debemos observar su evolución. En caso de que se alarguen en el tiempo o vayan a más, es importante pedir ayuda.
Pueden aparecer síntomas físicos antes de ir a la escuela. Los más habituales son dolor de cabeza o de barriga. Además, los primeros días pueden manifestar cierto rechazo a ir a clase que quizá se acompañe de un aumento de la irritabilidad y del llanto. En ocasiones, pueden aumentar también las dificultades para dormir, los despertares nocturnos y las pesadillas.
Tal y como decíamos previamente, no es inusual que surja cierta ansiedad durante los primeros días de adaptación a la vuelta a la escuela. Sin embargo, no debemos minimizar o normalizar los casos en los que el malestar que genera esta sintomatología es muy intenso, interfiere en su día a día o persiste en el tiempo.
Estrategias prácticas para un inicio llevadero
La vuelta al colegio es una experiencia única que cada persona va a vivir a su manera en función de diversos factores (estilo de crianza en casa, momento evolutivo, experiencias previas, etc.). No obstante, en casa se pueden tener en cuenta algunos aspectos para hacer la transición lo más llevadera posible.
En primer lugar, es importante que los adultos transmitamos a nuestros hijos/as que les acompañaremos en el proceso de la forma en la que necesiten. En este sentido, es tan importante validar sus emociones y brindar espacios para que puedan expresar sus inquietudes como no presionar con el rendimiento académico desde el primer momento.
Por otro lado, aspectos como preparar los materiales juntos y retomar las rutinas de horarios con tiempo suele ayudar a recuperar la motivación y sentir más seguridad. Si es la primera vez que van al colegio es interesante hacer una visita antes del primer día. Además, algo que suele funcionar muy bien son los rituales de despedida.
Por último, es necesario respetar los tiempos de descanso, desconexión y juego libre puesto que forman un papel crucial en el desarrollo de las criaturas. En esta línea, el sueño debe convertirse en una prioridad puesto que interviene tanto en el aprendizaje como en la regulación emocional.
¿Te interesa este contenido?
¡Suscríbete a “La vida con hijos”!
Nuevo newsletter de contenido exclusivo sobre crianza, educación y pareja.
Al unirte, aceptas recibir comunicaciones vía email y aceptas los Términos y Condiciones.

