Trastorno de relación social desinhibida: síntomas, causas y tratamiento

Un patrón de comportamiento que aparece en niños y niñas de muy corta edad.

Trastorno de relación social desinhibida
Este trastorno puede poner en serio riesgo la vida de los pequeños.Unsplash.

Suele ser habitual percibir a los niños muy sociales y que no sienten ninguna sensación de extrañeza ante otras personas como algo positivo. Personas afables, afectuosas y simpáticas de las que los padres suelen estar orgullosos.

A pesar de que estas conductas no tienen porqué suponer un problema, cuando estas se expresan de manera desmesurada pueden ser un reflejo o manifestación del trastorno de relación social desinhibida, que es propio de la etapa de la infancia y del cual hablaremos a lo largo de este artículo.

¿Qué es el trastorno de relación social desinhibida?

Tradicionalmente, el trastorno de relación social desinhibida (TRSD) era considerado como parte de un diagnóstico más amplio conocido como Trastorno reactivo de la vinculación de la infancia. Sin embargo, en la última actualización del DSM-V ya se establece como una etiqueta diagnóstica específica e independiente.

Este tipo de alteración psicológica se da exclusivamente en la niñez y se caracteriza por presentar un patrón específico de comportamiento en el que el niño o niña no presenta ningún tipo de temor o discreción en relación a iniciar cualquier tipo de contacto con adultos desconocidos.

Estos niños presenta una conducta totalmente desinhibida en la cual se siente cómodos hablando, iniciado contacto físico o incluso marchándose con una persona ajena o extraña para él.

Este patrón de conducta tan particular aparece alrededor de los primeros cinco años de vida, por lo que solamente puede ser diagnosticado como tal entre los nueve meses y los cinco años de edad del niño. Además, estas conductas tienden a persistir en el tiempo independientemente de las circunstancias o los cambios en el medio que le rodea, es decir, muestran una constancia y se expresan en una gran variedad de contextos y situaciones.

Desarrollo a lo largo de la infancia

En el momento en el que el trastorno de relación social se consolida, el niño o niña manifiesta una tendencia a presentar conductas de búsqueda de apego, así como conductas persistentes que revelan una vinculación no selectiva. Es decir, el o la menor es capaz de mantener vínculos de apego con cualquier persona.

Alrededor de la edad de cuatro años este tipo de vinculaciones se mantienen. Sin embargo, las conductas de búsqueda de apego son reemplazadas por demandas constantes de atención y por manifestaciones de cariño y afecto indiscriminadas.

Al llegar la última etapa de la infancia, es posible que el niño haya fijado una serie de vínculos con ciertas personas específicas, aunque las conductas de demanda de afecto tienden a mantenerse. Siendo habitual los comportamientos desinhibidos con compañeros de colegio o iguales.

Además, según el contexto o las reacciones de las personas que lo rodean, el niño puede desarrollar también alteraciones conductuales y cambios emocionales.

Este trastorno se ha observado de manera más o menos habitual en niños cuyos padres o cuidadores manifiestan cambios frecuentes en cuanto a las manifestaciones de apego, cuidados insuficientes, maltrato, sucesos traumático relaciones sociales pobres o insuficientes.

Aunque también pueden aparecer bajo otros condicionantes, la mayor incidencia de esta alteración suele darse en niños y niñas que han pasado los primeros años de su vida en instituciones para la infancia.

¿Qué síntomas presenta?

Los principales síntomas del trastorno de relación social desinhibida son de naturaleza conductual y se concretan en la manera que tiene el niño de relacionarse con los otros, sobre todo con los adultos.

La sintomatología principal de esta afección incluye:

  • Ausencia de sentimientos de miedo o temor hacia extraños.
  • Interacción activa y desinhibida con cualquier adulto no familiar o conocido.
  • Comportamiento verbal y manifestaciones de afecto físico excesivamente familiares, teniendo en cuenta las normas sociales y la edad del niño.
  • Tendencia a no necesitar volver o recurrir a los padres o cuidadores tras permanecer en un ambiente extraño o ajeno.
  • Tendencia o disposición a marcharse con un adulto extraño.

¿Cuáles son las causas?

A pesar de que una gran cantidad de alteraciones psicológicas propias de la infancia suelen ser atribuidas a algún tipo de defecto genético, el trastorno de relación social desinhibida es un estado que se basa en un historial conflictivo de cuidado y de relaciones sociales.

No obstante, existen ciertas teorías que apuntan hacia la posibilidad de que ciertas condiciones biológicas asociadas al temperamento del menor y a la regulación afectiva. Según estas teorías, alteraciones funcionales en algunas áreas cerebrales específicas como la amígdala, el hipocampo, el hipotálamo o la corteza prefrontal, pueden dar lugar a cambios en el comportamiento y en la capacidad del niño para comprender qué ocurre a su alrededor.

Independientemente de si estas teorías son ciertas o no, por el momento se ha establecido la negligencia social y el déficit en la calidad del cuidado como las principales causas del desarrollo del trastorno de relación social desinhibida.

Los contextos de violencia familiar, el déficit de asistencia emocional básica, la educación en contextos no familiares como los orfanatos o los cambios constantes en cuanto a los cuidadores primarios son el caldo de cultivo a la imposibilidad de elaborar un apego estable y el consecuente desarrollo de este trastorno.

Criterios diagnósticos del TRSD

Debido a que los niños con trastorno de relación social desinhibida pueden parecer impulsivos o con problemas de atención, el diagnóstico puede confundirse con el del Trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

No obstante, existen una serie de criterios diagnósticos que permiten la correcta detección de este síndrome. En el caso del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V) el niño debe presentar los siguientes requisitos diagnósticos:

1. Conductas de aproximación e interacción activa con adultos extraños

Se presentan además dos o más de los siguientes criterios:

  • Ausencia parcial o completa de desconfianza para interaccionar con adultos ajenos al niño.
  • Patrones de conducta verbal o física excesivamente familiares según las normas sociales o culturales.
  • Falta de necesidad del cuidador tras la exposición a contextos desconocidos o extraños.
  • Disposición parcial o completa a marcharse con un adulto extraño.

Las conductas de este criterio no tienen por qué limitarse a la impulsividad, pero deben incluir conductas socialmente desinhibidas.

2. El menor se ha visto envuelto en situaciones o contextos de cuidado deficitario

Por ejemplo:

  • Déficit en el cubrimiento de las necesidades emocionales básicas.
  • Situaciones de negligencia.
  • Cambios constantes en la custodia o en los cuidadores principales.
  • Educación en contextos no habituales como instituciones con una gran cantidad de niños por cuidador.

Además, debe deducirse que el factor de cuidado del segundo criterio es el responsable de las conductas del primer punto.

3. La edad del niño debe estar entre los 9 meses y los 5 años

Este criterio sirve para delimitar la franja de edad en la que se considera que esta alteración mental tiene características propias.

4. Las conductas deben permanecer durante más de 12 meses

Un criterio para establecer la persistencia de los síntomas.

¿Existe un tratamiento?

El tratamiento del trastorno de relación social desinhibida tiene como objetivo no solamente modificar la conducta del niño, sino también la de los padres. No hay que olvidar que esta es una alteación basada en las interacciones sociales, y por ello es muy importante actuar no solo sobre el paciente, sino también en su contexto social habitual, en el que destaca la relevancia de la familia.

En el caso de los padres o cuidadores, se deberán llevar a cabo actuaciones sobre ciertos aspectos de la relación con el niño. Trabajar la transmisión de seguridad, la permanencia de la figura de apego y la sensibilidad o disponibilidad emocional son los tres pilares para empezar a percibir cambios en el niño.

Además, el profesional de la salud deberá también realizar un tratamiento psicológico con el niño que le permita reconstruir y recomponer la sensación de seguridad de este. Esto pasa por implementar programas de "entrenamiento" en nuevas maneras de relacionarse con los demás y de establecer criterios consistentes para saber en qué situaciones es ventajoso realizar acercamientos y en cuáles no lo es.

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association (APA). (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
  • Morales Rodríguez, P.P., Medina Amor, J.L., Gutiérrez Ortega, C., Abejaro de Castro, L.F., Hijazo Vicente, L.F., & Losantos Pascual, R.J.. (2016). Los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés en la Junta Médico Pericial Psiquiátrica de la Sanidad Militar Española. Sanidad Militar, 72(2), 116-124.
  • Zeanah C.H. (2000). Disturbances of attachment in young children adopted from institutions. J Dev Behav Pediatr. 21 (3): pp. 230 - 36.

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga

Licenciada en Psicología por la Universitat de València. Especializada en Sexología Clínica y Terapia de Pareja por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) donde, entre otras cosas, descubrió su pasión por la psicología de la infertilidad. Para completar su formación clínica, realizó el Máster de Psicología General Sanitaria en la Universitat de Valencia.

Ha desempeñado labores de psicóloga en diversos centros, entre ellos la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico Universitario de Valencia y el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Barcelona.

Actualmente, Isabel compatibiliza su trabajo con un blog divulgativo llamado “Sexplícitamente Hablando”. En el que reflexiona sobre aspectos psicológicos de las relaciones personales y sobre la sexualidad.

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