Existen una gran cantidad de trastornos neurológicos, todos ellos con diferentes causas y que pueden producir una gran cantidad de síntomas, según la zona o zonas a las que afecten. Algunos de ellos están vinculados al control del movimiento. Entre estos resulta especialmente conocida la enfermedad de Parkinson, pero existen numerosos problemas con síntomas semejantes.
Uno de ellos, el cual es frecuentemente confundido con la anterior enfermedad y que resulta muy frecuente, es el tremor o temblor esencial.
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Temblor esencial: características y síntomas
El temblor esencial es un trastorno neurológico muy frecuente en la población, especialmente en aquella mayor de 65 años edad, caracterizado por la presencia de temblores o sacudidas rítmicas involuntarias y persistentes. Estas sacudidas se dan especialmente en las manos y los brazos, generalmente en ambas extremidades a la vez y de forma simétrica. Asimismo es frecuente que los temblores aparezcan en la cara, pudiendo afectar también a la voz. Si bien no resulta tan frecuente, en ocasiones ocurre lo mismo en las piernas.
Estos temblores ocurren cuando el sujeto está realizando movimientos voluntarios o manteniendo determinadas posturas como por ejemplo al extender los brazos, comer, escribir o conducir. Dichas sacudidas pueden variar en intensidad según el momento, y sin tratamiento pueden empeorar con la edad.
Por norma general y a menos que se superponga a otros trastornos (es posible que aparezca conjuntamente con enfermedades como el Parkinson), el temblor esencial se circunscribe únicamente al ámbito motor. Dicho de otra manera, el temblor esencial per se no causa deterioro cognitivo ni otras alteraciones. No se trata de una demencia ni de una enfermedad neurodegenerativa.
Si bien los síntomas principales son los citados temblores (aunque en ocasiones pueden aparecer fatiga y pérdida de peso) al realizar acciones o mantener posturas, y no provoca un deterioro mental, esta enfermedad puede llegar a ser muy invalidante en diferentes aspectos de la vida.
Por ejemplo, acciones que requieran precisión como coser o incluso beber de un vaso pueden complicarse en gran medida. No es extraño que quienes lo padecen puedan llegar a tener también algunos síntomas depresivos. Algunas personas pueden tener que dejar su trabajo (por ejemplo, un cirujano) o buscar métodos alternativos de desplazamiento (conducir resulta extremadamente peligroso).
Esta enfermedad suele aparecer entre los cuarenta y 65 años de edad. A pesar de ello se han detectado casos en todas las edades, pudiendo aparecer incluso en la infancia.
Causas del trastorno
En este trastorno existen alteraciones en las conexiones nerviosas de los diferentes núcleos que regulan el movimiento, como por ejemplo el cerebelo, el tálamo o la vía nigroestriada. Sin embargo, las causas de estas alteraciones no son en la actualidad totalmente conocidas.
Los datos y la evidencia reflejan que existe un origen genético en un elevado porcentaje de los casos. En varias familias se han localizado mutaciones en el gen del receptor D3, pero no se presenta en todos los casos. Los genes implicados varían según los estudios. Pero también existe una influencia ambiental, dado que existen también casos esporádicos en los que no hay herencia genética.
Semejanzas y diferencias con el Parkinson
Se ha comentado anteriormente que esta enfermedad es frecuentemente confundida con el Parkinson por diversos motivos. Las causas de dicha confusión se basan en la semejanza de su sintomatología y por algunas características neurológicas. Asimismo, en algunos casos las personas con temblor esencial presentan predisposición a padecer Parkinson, que pueden o no llegar a desarrollar.
En ambos casos encontramos la presencia de temblores involuntarios. Sin embargo, mientras que en el Parkinson destacan los temblores en reposo, en el temblor esencial los temblores se dan cuando el sujeto está realizando un movimiento o manteniendo una postura.
Otro aspecto común es que en el Parkinson se ve una gran afectación de la vía nigroestriada, con problemas en la transmisión del neurotransmisor dopamina. En el temblor esencial también puede haber una afectación, degeneración o hipofunción de esta vía, si bien no es imprescindible.
Sin embargo, en el Parkinson puede observarse la presencia de los llamados cuerpos de Lewy en dicha vía. En muchos de los estudios llevados a cabo hasta hora no están presentes en el temblor esencial, si bien en la literatura reciente se han encontrado casos en los que también estaban presentes, generalmente en casos con predisposición al Parkinson. En otros casos se han encontrado en el cerebelo.
También destaca el hecho de que con respecto al tratamiento farmacológico, las sustancias que son útiles en un trastorno no suelen presentar un efecto en el otro. Por ejemplo la L-dopa que se utiliza en el caso del Parkinson no suele ser de utilidad en el caso del temblor esencial. Existen excepciones como algunas cirugías y fármacos como la zonisamida, que en muchos casos resulta beneficioso para ambas patologías.
Tratamientos habituales del temblor esencial
El temblor esencial es una enfermedad que no tiene en la actualidad un tratamiento curativo, sino que los tratamientos van dirigidos a disminuir los temblores presentes en él y mejorar la calidad de vida del paciente.
El temblor esencial suele empeorar ante el consumo de algunas sustancias excitantes como el café, motivo por el cual esta sustancia suele estar contraindicada. El alcohol en pequeñas dosis puede producir una cierta disminución del temblor, pero se debe tener precaución con las dosis y con el tiempo puede empeorarlo. Se ha observado que las sacudidas pueden ser menores cuando al realizar los movimientos se emplean elementos que tengan cierto peso.
A nivel de tratamiento farmacológico, suelen emplearse distintas sustancias tales como la primidona (un anticonvulsivo) o betabloqueantes como el propranolol. En ocasiones se emplean también antidepresivos y ansiolíticos. La elección del fármaco en cuestión dependerá de las características del paciente o de sus posibles efectos secundarios y/o adversos (por ejemplo, el propanolol disminuye la tensión sanguínea).
Otro tratamiento empleado son las inyecciones de toxina botulínica o botox, especialmente en zonas como las manos o la cabeza, las cuales disminuyen la intensidad de los temblores.
Cuando los temblores son graves o muy invalidantes se puede optar también por el uso de la cirugía. En este sentido suele emplearse la estimulación cerebral profunda, en la que se instala un dispositivo que va ir estimulando mediante impulsos eléctricos diferentes puntos del encéfalo de manera semejante a como actuaría un marcapasos, o la estimulación magnética transcraneal repetitiva. En los casos más graves se puede optar también por la escisión de una parte del tálamo.
Referencias bibliográficas:
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