Ya estamos inmersos en plenas vacaciones escolares, y algunos de nuestros hijos e hijas se encuentran con la realidad de compaginar las circunstancias de conciliación de sus padres, vivir nuevas experiencias en campamentos de verano, regresar al pueblo con abuelos y/o familiares y disfrutar de un modo u otro de ese merecido descanso.
Y ante todo esto, además nos encontramos con que, en ocasiones, desde la escuela les mandan “deberes” o “tareas” para “repasar” durante el verano y en otras, pensamos como padres y madres que puede ser bueno para ellos tener esos momentos de repaso si desde el cole no se han propuesto.
Pero... ¿son necesarios? ¿Cómo podemos gestionar estos momentos? Veamos con detenimiento estas dos realidades.
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Abordando los deberes en las vacaciones de verano
Si desde el colegio se les ha pedido realizar esas tareas, deberemos plantearnos desde donde viene esa petición.
¿Se trata de una petición no obligatoria? Estupendo
Si se trata tan solo de una propuesta de entretenimiento y desde un punto de vista más lúdico, entonces será más sencillo hacer y planear esos momentos con nuestros hijos e hijas.
Podemos ver con ellos y ellas lo que se les propone, planear en qué momentos y días podemos hacerlo, especificar las posibles necesidades que pueden plantearse. Las ayudas o lo que les puede apetecer realizar primero.
Podemos plantear todo esto en un calendario de vacaciones donde especificar a qué van a dedicar el tiempo cada día mientras que nosotros, los adultos, estamos trabajando y cuando regresemos lo ratos que pasaremos juntos.
Podemos especificar en qué momentos o a partir de que día será cuando comencemos con estas tareas no obligatorias y con la visión y premisa de no ser algo tedioso para ellos, rebajando exigencias y expectativas ya que ellos y ellas están de vacaciones y es lógico que no les apetezca realizar ese tipo de tareas.
Seguro que, si lo convertimos en un momento para compartir en familia, será mucho más fácil que accedan y lo hagan con agrado.
En el caso de tratarse de una petición obligatoria con una posterior revisión por parte del profesor, lo primero que quizá deberíamos plantearnos, sería el saber por qué de esa obligatoriedad.
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¿Es una petición generalizada a todo el alumnado de clase o solo a alumnos en particular?
¿Mi hijo/a necesita ese repaso para retomar con fuerza el curso que viene? En caso de no haber un motivo aparente para esa petición, deberemos intentar gestionar esos ratos de deberes y/o tareas de tal manera que podamos hacer sentir a nuestros hijos/as que forman parte de esas decisiones y que en casa se reduce la exigencia, aunque expliquemos la obligatoriedad por parte del tutor/a.
- Informar a los menores de aquello que se les pide y lo que se espera de ellos.
- Acordar con ellos los tiempos de dedicación para realizar las tareas.
- Acordar los días en los que van a realizar las tareas.
- Especificar en un calendario todo lo acordado.
- Ser flexibles con ellos/ellas. Están de vacaciones. Necesitan descansar, relajarse, jugar, entretenerse... Las tareas pueden pasar a un segundo plano en muchas ocasiones.
Finalmente, es importante reducir la exigencia, con ellos y con nosotros mismos. A veces no somos conscientes de que nuestra propia exigencia adulta la trasladamos a los niños, y es necesario relativizar con ellos y ellas en estos momentos. Si no lo llevan todo hecho en septiembre, seguramente no ocurra nada. Sobre todo, si reciben una explicación por parte de los padres y madres.
Y aunque todo lo explicado anteriormente se puede aplicar en el caso de que sepamos que a nuestro hijo/a le puede venir bien mantener esa rutina, nosotros y nosotras, como su familia, también conocemos cuáles son sus intereses y aquellas tareas, actividades, juegos que pueden ayudarle a mantener esos aprendizajes, e incluso ampliarlos, sin que sea necesario que sean explícitamente los expuestos por la escuela, por lo que para nosotras, lo más importante sería el último punto descrito anteriormente.
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Concluyendo
Reduzcamos nuestra propia exigencia y la exigencia impuesta hacia ellos y ellas y propiciemos momentos, instantes y rutinas diarias de aprendizaje, de descubrimientos, de nuevas experiencias, de nuevas interacciones, nuevos viajes, que les pueden dar y aportar tanto o mas que esas tareas escolares.
Expliquemos a los maestros y maestras a la vuelta. Seguro que lo entenderán y lo compartirán.
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