​10 consejos para estudiar mejor y de manera eficiente

Algunos trucos psicológicos que pueden ayudarte a sacar buenas notas.

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El hábito de estudiar a partir de imágenes y textos, más allá de ser una manera de crecer intelectualmente, tiene aspectos negativos evidentes.

El más claro de estos es que en numerosas ocasiones se hace por obligación, lo cual significa que además del trabajo que supone aprenderse un contenido hay que gestionar el tiempo y la ansiedad que produce esta carga psicológica. También hay otros inconvenientes, como el riesgo de ver cómo la propia salud se deteriora por pasar demasiado tiempo sentados o forzar demasiado la vista, e incluso tener dificultades para dormir.

Para estudiar bien, mejor conocer algunos trucos psicológicos

La conclusión de esto es que estudiar está bien, sí, pero es mejor hacerlo de forma eficiente. Ahorrándonos esfuerzos evitables y prescindiendo de costumbres y estrategias de estudio que sólo llevan al cansancio y la frustración. Además, el hábito de estudiar puede llegar a ocupar muchas horas a la semana, al mes o incluso a lo largo de la vida, y es por eso que merece la pena preguntarnos... ¿estoy estudiando del mejor modo posible?

Justamente para ayudarte a valorar tus métodos de estudio, aquí puedes leer una serie de consejos para estudiar de forma eficiente para optimizar el tiempo y el esfuerzo que le dedicas a tu aprendizaje.

Eso sí: a la hora de seguir estos consejos para estudiar debes asumir el principio de que estudiar mejor no es hacerlo durante más tiempo. Es por eso que algunas de estas claves no van dirigidas tanto al hecho de estudiar en sí como a la manera de distribuir mejor el tiempo.

Técnicas para estudiar mejor

Consejos para estudiar mejor en tu día a día

Vamos a conocer unos cuantos consejos y técnicas sencillas para mejorar nuestra capacidad de estudio. Si las aplicas a tu rutina durante el curso, es altamente probable que tus calificaciones académicas suban notablemente.

1. Corta el tiempo de estudio en trocitos

Investigaciones sobre los procesos atencionales y el rendimiento de estudio muestran que es mejor controlar los ratos que le dedicamos al estudio poniendo un límite de tiempo más bien bajo para cada sesión. Lo ideal es hacer que los ratos de estudio no superen los 30 minutos, ya que mostramos bastante más facilidad para asimilar información que nos llega en ráfagas cortas y repetidas que en una sola que sea larga y tediosa.

De lo que se trata es de mantener el cerebro al 100% en cada momento (por cierto, mantener el sueño a raya es sagrado, y para eso nada como dormir bien).

2. Crea una rutina de estudio

Proponerse un horario de estudio y seguirlo no sirve sólo para ofrecer una imagen de madurez y pulcritud, ya que tiene efectos notables sobre el rendimiento de estudio. Abordar el aprendizaje de manera desorganizada es una manera de terminar estudiando a altas horas de la noche, cuando el sueño y el cansancio hacen mella en nuestra capacidad de concentrarnos. Además, acostumbrarnos a un horario hará más fácil que no nos saltemos los ratos de estudio y nos permitirá dedicarles el tiempo que se merecen.

En ese sentido, el mismo que funciona para los ejercicios de gimnasio funciona también para memorizar y asimilar información. ¡No lo dejes todo para mañana!

3. Crea notas-resumen en hojas individuales

No confíes exclusivamente en la técnica de subrayar textos. El hecho de subrayar no ayuda a memorizar el texto si no se repasa varias veces, y de todos modos ceñirse a la memorización de las frases que tienen una línea debajo nos mantiene anclados a la manera en la que la información queda distribuida en el texto original.

En cambio, hacer esquemas y pequeños resúmenes en trozos de papel (las llamadas "tarjetas flash") nos obliga a reformular la información que hemos leído y, además, hace más fácil crear combinaciones de notas que son distintas a las del texto pero que nos ayudan a entender mejor lo que leemos, ya que podemos juntar o separar los trozos de papel del modo que queramos para asimilar la información en el orden deseado.

4. Mantén alejadas las distracciones

Puede parecer evidente, pero nunca está de más recordarlo porque estas distracciones pueden adoptar las formas más insospechadas y es bueno identificarlas.

Por ello, es recomendable que prepares de antemano tu espacio de estudio, de modo que cuando te concentres en la primera página ya no tengas cerca ningún elemento distractor. Hacer esto antes de ponerte a estudiar te ayudará a no caer en la tentación una vez hayas empezado, y además evitará que sea una experiencia frustrante desde los primeros minutos (lo cual resultaría desmotivador).

En tu lista negra deben estar Facebook, el teléfono móvil y la televisión, pero puedes incluir otros elementos propios de tu día a día y hacer lo posible por aislarte de todos ellos durante los ratos de estudio (recuerda que son cortos, así que... ¡no es mucho pedir!).

5. Prepara tu material de estudio antes que nada

Tener preparado todo lo que necesitas hará que no te levantes para ir a buscar cosas y, por lo tanto te distraigas. Además, asociar este conjunto de objetos al estudio hará que, cada vez que lo veas, entres en la dinámica de estudiar con facilidad... ¡aunque no sabrás explicar exactamente por qué te ocurre! De esta manera sacarás el máximo partido a tus sesiones cortas de estudio, de modo que no tengas que interrumpirlas levantándote de donde te has sentado y corriendo el riesgo de perder el hilo de lo que estabas memorizando o repasando.

Por tanto, préstale atención a la organización de los libros y herramientas que necesites antes de sentarte a hincar los codos. Si lo tienes todo perfectamente organizado, será más fácil que logres tener todos los recursos a mano y puedas ser más eficiente durante tus horas de estudio.

6. Proponte (al menos) una unidad de estudio para cada sesión

Fija un tema a estudiar y estúdialo. Organizar información relacionada entre sí por el hecho de permanecer a un tema o categoría de cualquier clase es mucho más fácil que estudiar piezas de información dispersas y desordenadas. Para eso es bueno que leas la lección una vez para crear un mapa mental de la localización de los temas en el texto y luego te focalices en cada uno de ellos.

Eso sí, cuando repases la información estudiada (algo que deberías hacer muy a menudo, como veremos), es mejor que no lo hagas de un solo tema, sino que incluyas elementos de varios, para que de ese modo "cruces" varias fuentes de información y relaciones entre sí esos conceptos en tu cabeza, de modo que formen redes de recuerdos más consistentes que se resistirán más a los lapsus y olvidos inoportunos.

7. Huye de la memorización literal

Haz tuya la información que contienen los textos. Relaciónala con episodios de tu vida, reformúlala con tus propias palabras y usa ejemplos que conoces. De esa forma lograrás alcanzar el aprendizaje significativo que necesitas, bastante más resistente al paso del tiempo que el que se basa en la memorización de datos a los que no se les encuentra demasiado sentido.

8. Huye de la memorización lineal

Es imprescindible que te pongas a prueba constantemente y que repases constantemente lo estudiado en días anteriores. Esto te permitirá, además de consolidar la información memorizada, formularte pregunta que de otro modo no se te ocurrirían y te ayudarán a comprender tus apuntes como un todo, en vez de como piezas de información separadas o dispuestas en paralelo.

Piensa, sobre todo, en similitudes y diferencias entre conceptos, piezas de información que en los textos que te has estudiado no aparecen muy conectados pero que podrían estarlo en ciertas preguntas de examen, por ejemplo.

9. Practica constantemente

Si tienes la posibilidad, evalúate con exámenes o cuestionarios acerca del tema que estudias, mezclando esto con el estudio de material nuevo. Esto puede parecer una pérdida de tiempo si crees que el tiempo bien invertido sólo puede ser dedicado a "empaparse" de la información a estudiar, pero no lo es en absoluto, ya que te ayudará a detectar fallos y además te servirá para medir tu progreso y, por lo tanto, a mantener alta la motivación, lo cual también repercutirá positivamente en tu rendimiento.

El método más útil en este sentido es la repetición espaciada: repasar lo estudiado con anterioridad dejando que los intervalos sean cada vez más grandes a medida que pasa el tiempo, de manera que al principio hayan pasado pocos días entre el estudio y el repaso/puesta a prueba, y que más tarde pasen una o dos semanas, progresivamente.

10. Explícale la lección a otra persona

Esto es literal. El hecho de explicar en tus propias palabras lo que has aprendido es posiblemente el consejo para estudiar más valioso, ya que te aportará dos grandes beneficios. Por un lado, reformular la lección es una manera de repasar mentalmente lo que has estudiado, por lo que el tiempo que le dediques a esto servirá para asimilar mejor lo que habías estudiado antes.

Por otro lado, te servirá para autoevaluarte, detectar puntos que creías aprendidos pero que en momentos clave te dan problemas, y te ofrecen una imagen bastante fiel de tus progresos.

Psicólogo

Licenciado en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.

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