Uno de los aspectos más característicos del trauma psicológico es que el efecto que tiene en la mente va más allá de las palabras: se fundamenta en las emociones, lo que no puede ser descrito en su totalidad mediante el lenguaje.
La terapia EMDR está orientada justamente a intervenir sobre la experimentación del trauma y de su ansiedad asociada sin tener que apoyarse exclusivamente en el lenguaje. Este tipo de intervención resulta especialmente útil en niños y niñas, que suelen tener más problemas para comprender el tipo de malestar emocional que experimentan tras pasar por un suceso traumático.
En esta ocasión entrevistamos a la psicóloga Cristina Cortés, del centro de psicología pamplonés Vitaliza, para que nos habla sobre el uso de la terapia EMDR en niños y sobre su libro ilustrado ¿Como puedo salir de aquí?, en el que se explica el funcionamiento e este proceso de intervención psicológica.
Entrevista a Cristina Cortés, autora de "¿Cómo puedo salir de aquí?"
Cristina Cortés es psicóloga especializada en psicoterapia infanto-juvenil y psicología perinatal, y cofundadora del centro de psicología Vitaliza, en funcionamiento desde el año 2004.
En este centro, tanto ella como su equipo llevan más de una década trabajando con terapia EMDR utilizada dentro de su enfoque de tratamiento del trauma psicológico. En las siguientes líneas nos explica en qué consiste la terapia EMDR y de qué manera divulga su funcionamiento aplicado a niños y niñas a través del libro ilustrado ¿Cómo puedo salir de aquí?.
¿En qué consiste la terapia EMDR? ¿Cómo se lleva a cabo?
Cuando un suceso nos sobrepasa, las experiencias vividas quedan almacenadas en redes específicas de memorias, desconectadas del resto de las experiencias.
En cierto modo es como si estas memorias permanecieran congeladas, aisladas del resto de los recuerdos y experiencias. En un momento dado, son activadas por disparadores que resuenan con esos recuerdos, arrastrándonos a re experimentar el pasado en el presente sin tener consciencia de ello.
La intervención con EMDR permite acceder a los elementos constitutivos de esas memorias, imágenes, sensaciones y creencias, tanto positivas como negativas.
En una de las fases de la intervención se hace uso de la estimulación bilateral, la cual facilita el mantenimiento de un estado de atención dual entre el presente y el pasado y permite la conexión y acceso a memorias más amplias y saludables de nuestra red neuronal. De esta forma, cambiamos la perspectiva respecto al suceso traumático y a cómo éste fue almacenado.
¿Qué vínculo existe entre las experiencias traumáticas y las emociones dolorosas y lo que se realiza a través de una sesión de EMDR?
Las experiencias quedan en los recuerdos almacenadas junto a las emociones, sensaciones y creencias que se activaron en el momento del suceso. Si el suceso es traumático, queda almacenado con la carga emocional de ese momento y las creencias negativas que le acompañan.
Cuando en la terapia de EMDR, en la fase 3, buscamos una memoria para ser procesada, accedemos a todos los elementos que constituyen ese recuerdo y se vuelven activar a una con el dolor emocional que conllevan.
Ese contacto se realiza en un entorno terapéutico seguro y propiciando un doble foco de conciencia, que te permite ser consciente del dolor del pasado y de la seguridad de ese momento en el presente.
A partir de ahí se va a proceder a la desensibilización de la carga emocional y al reprocesamiento de ese recuerdo traumático, de manera que este se asocie con redes de memoria más adaptativas y saludables.
Tu libro “¿Cómo puedo salir de aquí?” está dedicado a explicar este tipo de intervención terapéutica. ¿Ha sido difícil adaptar estas explicaciones al formato narrativo, un cuento para niños?
Explicar cualquier proceso terapéutico a un niño implica conectar con sus estados madurativos y adaptarnos a él. Mi objetivo era relatar algo sencillo donde los padres tuvieran un papel protagonista, ya que ellos son imprescindibles para que el niño pueda sentir seguridad.
¿Cuáles son las principales ideas que has querido plasmar en este cuento?
Que se puede salir del sufrimiento, y que además puedes abordarlo sin hablar de él. A un niño le resulta muy difícil poner palabras a su dolor. Esa es una ventaja de EMDR, te permite acercarte a la herida desde el cuerpo, desde lo sensorial y emocional y desde ahí, centrándonos en lo sensorial y emocional, comenzar a integrar el dolor.
Los niños son maravillosos y saben que algo se está produciendo y que su dolor, su recuerdo, cambia. Cuando te dicen “ya está, se ha ido”, “lo miro y no está”, es así, se ha producido la transformación. A los adultos nos cuesta entenderlo, nosotros tenemos muchas más defensas y el proceso es más costoso.
En el libro también se habla del Jardín Emocional. ¿De qué se trata exactamente?
Una de las cosas que observamos en la consulta es la dificultad que tienen muchos niños para identificar sus emociones. Los adultos nos centramos en las acciones y cuidamos poco su mundo emocional y ellos, actualmente, viven muy centrados en las pantallas y desconocen el matiz de muchas emociones.
Por medio del Jardín Emocional he pretendido ayudar a las familias a cultivar el mundo emocional de sus hijos. Que los padres tomen conciencia de que ellos son los jardineros que cuidan de ese mundo emocional.
Y para ello hay que atenderlo y tienen que ser especialistas arrancando las yerbas malas, calmando las emociones perturbadoras (esto es todo lo contrario a no atenderlas y querer que no experimenten) y abonando las emociones positivas.
¿La terapia EMDR funciona para todo tipo de pacientes independientemente de su sexo y edad?
La terapia EMDR está pensada para tratar trauma, y su protocolo se ha ido adaptando a las diferentes características de los pacientes o diferentes estados madurativos del niño.
La fase de preparación y estabilización es muy importante para ir preparando al paciente hasta que está preparado para procesar sus memorias traumáticas.
Siempre hay que respetar al paciente y su idiosincrasia. La terapia EMDR en sí misma es ecléctica y recoge elementos de diferentes enfoques. Un buen psicoterapeuta debe tener una mente abierta y conjugar diferentes enfoques que se adapten de la mejor manera a las necesidades de su paciente. La mente es compleja y maravillosa.
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