La falta de sueño profundo se asocia a una reducción del tamaño del cerebro

Este es el motivo por el que el sueño es clave para proteger el cerebro y prevenir el Alzheimer.

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El sueño es mucho más que un momento de descanso; es un proceso activo y esencial para el mantenimiento de la salud cerebral. Investigaciones recientes han revelado que la falta de sueño profundo y sueño REM está asociada con una reducción en el tamaño de regiones cerebrales vulnerables al Alzheimer. Estas fases del sueño desempeñan un papel crucial en la eliminación de desechos metabólicos, la consolidación de la memoria y la reparación neuronal, funciones que son fundamentales para prevenir el deterioro cognitivo.

Con más de 6.7 millones de personas mayores de 65 años viviendo con Alzheimer en Estados Unidos, y cifras que se duplicarán para 2060, entender cómo el sueño impacta el cerebro abre nuevas oportunidades para intervenciones preventivas. Este artículo explora los hallazgos recientes y cómo mejorar el sueño puede proteger la salud cerebral a largo plazo.

¿Qué ocurre mientras dormimos?

El sueño es un proceso esencial para el cuerpo y la mente, dividido en varias fases que cumplen funciones específicas. Entre estas, el sueño profundo (también conocido como sueño en ondas lentas o SWS, por su siglas en inglés) y el sueño REM (de movimientos oculares rápidos) son fundamentales para la salud cerebral. Durante el sueño profundo, el cerebro realiza una especie de “mantenimiento nocturno”: elimina desechos metabólicos acumulados, como las proteínas beta-amiloides, cuya acumulación está asociada con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Además, esta fase es clave para la consolidación de la memoria y la reparación celular.

Por otro lado, el sueño REM es conocido por su relación con los sueños vívidos y la regulación emocional. También desempeña un papel crucial en la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y crear nuevas conexiones neuronales. Ambas fases trabajan en conjunto para garantizar que el cerebro funcione de manera óptima durante el día.

Sin embargo, cuando estas fases se ven interrumpidas o reducidas, como ocurre con muchas personas debido al estrés, malos hábitos de sueño o trastornos específicos, las consecuencias pueden ser graves. Estudios recientes han demostrado que una menor proporción de tiempo en estas etapas está vinculada a una reducción del tamaño de ciertas regiones cerebrales vulnerables al Alzheimer, como la región parietal inferior.

En resumen, dormir no es solo un descanso pasivo: es un proceso activo y vital para el mantenimiento saludable de nuestro cerebro a largo plazo. Priorizar un sueño reparador puede ser una estrategia clave para prevenir enfermedades neurodegenerativas.

Un estudio revolucionario

Un reciente estudio, publicado en el Journal of Clinical Sleep Medicine, ha revelado una conexión significativa entre las fases del sueño y la salud cerebral a largo plazo. Este trabajo analizó datos de 270 participantes con una edad media de 61 años, de los cuales el 53% eran mujeres. Además, el 47% de los participantes contaba con al menos 16 años de educación formal. Se excluyeron del análisis personas con antecedentes de accidente cerebrovascular, demencia probable u otras patologías cerebrales significativas, lo que permitió tomar un enfoque más preciso en los efectos del sueño sobre el cerebro.

Los investigadores utilizaron técnicas avanzadas para evaluar la arquitectura del sueño y los cambios cerebrales a lo largo del tiempo. La fase inicial del estudio incluyó la realización de polisomnografías, un método que mide las proporciones de sueño profundo (SWS) y sueño REM. Trece a diecisiete años después, se emplearon técnicas avanzadas de neuroimagen para analizar los volúmenes cerebrales en regiones vulnerables al Alzheimer, como el hipocampo, la región parietal inferior y el precúneo.

Los hallazgos fueron contundentes: una menor proporción de tiempo en sueño profundo y REm estuvo asociada con una reducción significativa en el tamaño de áreas cerebrales clave. Por cada disminución del 1% en el sueño profundo, se observó una reducción promedio de 44.18 milímetros cúbicos en el volumen de la región parietal inferior, una zona crítica afectada tempranamente por el Alzheimer. Asimismo, una menor cantidad de sueño REm también mostró impactos negativos en otras regiones vulnerables.

Este estudio destaca la importancia del sueño como un factor potencialmente modificable para proteger la salud cerebral. Los resultados sugieren que mejorar la calidad del sueño podría ser una estrategia prometedora para prevenir o retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas. Aunque se necesitan investigaciones adicionales para comprender completamente esta relación, los datos actuales subrayan cómo pequeños cambios en nuestras rutinas nocturnas pueden tener efectos profundos en nuestra salud cognitiva a largo plazo.

Conexión con el Alzheimer

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en todo el mundo y es la causa más común de demencia. Una de las características principales de esta enfermedad es la acumulación anormal de proteínas tóxicas, como las beta-amiloides y las tau, que dañan las conexiones neuronales y provocan la atrofia de ciertas regiones cerebrales. Entre estas áreas vulnerables se encuentra la región parietal inferior, una zona clave para la memoria, el razonamiento y la orientación espacial. Curiosamente, esta región es una de las primeras en mostrar signos de deterioro en los pacientes con Alzheimer.

El reciente estudio ha demostrado que la falta de sueño profundo y REM está estrechamente relacionada con la reducción del volumen cerebral en esta región crítica. Durante el sueño profundo, el cerebro activa un sistema conocido como “glinfático”, que elimina desechos metabólicos, incluidas las proteínas beta-amiloides. Cuando esta fase del sueño se ve interrumpida o reducida, estos desechos pueden acumularse, aumentando el riesgo de daño cerebral y enfermedades neurodegenerativas.

Además, el sueño REM también desempeña un papel importante en la regulación emocional y la consolidación de recuerdos. Su disminución puede contribuir a déficits cognitivos y emocionales que son comunes en las etapas iniciales del Alzheimer.

Las estadísticas actuales son alarmantes: según la Asociación de Alzheimer, más de 6,7 millones de estadounidenses mayores de 65 años viven con esta enfermedad, y se espera que esta cifra se duplique para 2060 si no se desarrollan tratamientos efectivos. Estos datos subrayan la urgencia de identificar factores modificables que puedan reducir el riesgo.

En este contexto, mejorar la calidad del sueño podría ser una herramienta poderosa para prevenir o retrasar el desarrollo del Alzheimer. Este hallazgo abre nuevas posibilidades para intervenciones tempranas basadas en hábitos saludables y terapias dirigidas al sueño reparador.

Sueño como factor modificable

El sueño profundo y el sueño REM no solo son esenciales para la salud cerebral, sino que también representan factores modificables que pueden influir en el riesgo de desarrollar Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas. Mejorar la calidad del sueño es una estrategia accesible y efectiva para proteger el cerebro a largo plazo.

Existen diversas prácticas que pueden ayudar a optimizar el sueño profundo. La higiene del sueño es fundamental: mantener un ambiente oscuro, fresco y libre de ruidos favorece un descanso reparador. Establecer una rutina de sueño regular, acostándose y levantándose a la misma hora todos los días, también contribuye a regular los ritmos circadianos. Limitar la exposición a pantallas antes de dormir, evitar el consumo de cafeína y alcohol en horas cercanas al descanso, y practicar técnicas de relajación como meditación o yoga son estrategias comprobadas para mejorar la calidad del sueño.

Además, las tecnologías emergentes están revolucionando la manera en que monitoreamos y mejoramos el sueño. Dispositivos como relojes inteligentes y aplicaciones móviles permiten un seguimiento detallado de las fases del sueño. Terapias avanzadas, como la estimulación cerebral no invasiva y las ondas lentas dirigidas, están diseñadas específicamente para potencial el sueño profundo. Incluso las tecnologías basadas en sonido o luz están siendo utilizadas para inducir estados de relajación óptimos antes de dormir.

Incorporar estas estrategias y herramientas en la vida cotidiana puede marcar una diferencia significativa en la salud cerebral. Priorizar un sueño reparador no solo mejora el bienestar inmediato, sino que también puede ser clave para prevenir enfermedades neurodegenerativas en el futuro.

Futuras investigaciones

Aunque el estudio destaca una conexión importante entre la calidad del sueño y la salud cerebral, aún quedan preguntas por responder. Una de las principales limitaciones es que los participantes fueron exclusivamente caucásicos, lo que deja abierta la necesidad de investigar cómo estas asociaciones podrían variar en poblaciones más diversas. Además, aunque los resultados son prometedores, no establecen una relación causal directa entre la falta de sueño profundo y el desarrollo del Alzheimer.

Los investigadores subrayan la importancia de realizar estudios longitudinales más amplios que incluyan diferentes grupos demográficos y que analicen intervenciones específicas para mejorar el sueño. Por ejemplo, terapias dirigidas a aumentar las fases del sueño profundo y REM podrían ser evaluadas como posibles estrategias preventivas para enfermedades neurodegenerativas.

Este hallazgo abre un camino emocionante para explorar cómo el sueño puede convertirse en una herramienta terapéutica clave para proteger la salud cognitiva y retrasar el envejecimiento cerebral.

Conclusiones

La calidad del sueño, especialmente las fases del sueño profundo y REM, es crucial para la salud cerebral y podría ser un factor clave en la prevención del Alzheimer. Priorizar un sueño reparador mediante hábitos saludables y nuevas tecnologías representa una oportunidad accesible para proteger el cerebro y mejorar la calidad de vida.

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  • Cho G, Mecca AP, Buxton OM, Liu X, Miner B. Lower slow wave sleep and rapid eye movement sleep are associated with brain atrophy of Alzheimer’s disease-vulnerable regions. J Clin Sleep Med. 2025;21(7):1165–1173.

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Javi Soriano. (2025, julio 17). La falta de sueño profundo se asocia a una reducción del tamaño del cerebro. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/neurociencias/falta-de-sueno-profundo-reduccion-del-tamano-del-cerebro

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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