Han pasado más de cuatro años desde ese, por desgracia, célebre mes de marzo de 2020. Momento en el que la pandemia por COVID-19 fue declarada y el mundo vivió un suceso que erróneamente creíamos cosa del pasado. El encierro dejó muchas secuelas que hoy, de la mano de Diego Astorquiza, exploraremos.
Las secuelas de la pandemia: charlando con Diego Astorquiza
Diego Astorquiza es psicólogo clínico y hoy visita Psicología y Mente para charlar acerca de las consecuencias a nivel psicosocial que el encierro de 2020 dejó en todos nosotros de forma más o menos visible.
¿Considera que la pandemia ha dejado cambios psicosociales permanentes, o que se mantenrán durante muchos años?
Que existan consecuencias permanentes es difícil determinarlo de antemano, pero sí es evidente que hay efectos que se manifiestan hasta el día de hoy, tanto a nivel individual como social en muchas personas. Lo que llama la atención en la actualidad, es una especie de estado de resistencia generalizado al respecto sobre las vivencias dolorosas involucradas. Es como que nos vimos involucrados a pasar la página demasiado rápido. Esto sin duda es un factor fundamental en que ese periodo siga teniendo efectos psicosociales significativos.
¿Cuáles son los principales problemas emocionales que ha observado en las personas a partir del encierro durante la pandemia?
En el espacio de consulta he logrado observar dos tipos de problemas principales, ambos relacionados con dificultades en las interacciones sociales. En primer lugar, llama la atención el aumento de sintomatología agorafóbica, de ansiedad social o directamente de fobia social, lo que de todas formas es bastante comprensible por las características de las cuarentenas o limitaciones de contacto que debimos enfrentar.
El segundo tipo de problema emocional (y muy relacionado con el anterior) que se evidencia en las relaciones interpersonales, es la falta de herramientas y recursos para resolver o enfrentar situaciones sociales habituales. Lo anterior, desde mi punto de vista, se debe a la falta de roce social durante el periodo en cuestión, por lo que tampoco es tan sorprendente, pero no por lo mismo menos preocupante.
¿Cómo ha afectado el aislamiento social prolongado a la salud mental de diferentes grupos de edad, como niños, adultos y ancianos?
En el caso de niños y adolescentes, se han hecho evidentes las limitaciones para desenvolverse en entornos sociales que pudiéramos considerar normales, como son las escuelas, los institutos o las universidades. Para estos grupos etarios ha resultado muy difícil el reencuentro con los pares, por una parte y, por otra, el desarrollo de una autonomía e independencia que les permitan enfrentar los desafíos evolutivos propios de esas etapas.
En el caso de los adultos, me parece que un factor relevante es el cambio de modelo laboral. El teletrabajo como elemento fundamental y novedoso emergido en este periodo, ha aumentado (y lo hará probablemente por un tiempo) los grados de incertidumbre involucrados en la relación con la estabilidad laboral. Esto se ha traducido muchas veces en sintomatología ansiosa.
En el caso de adultos mayores, en el espacio de consulta he visto muchos elementos de desesperanza respecto a haber perdido años valiosos de la vida, que en algunos casos las personas consideran como parte de los últimos. También, al limitar las posibilidades de relación social, de movimiento físico, etc, el encierro y la emergencia de una enfermedad tan peligrosa, se han traducido en ciertos momentos en un factor de riesgo y deterioro para algunas de sus capacidades cognitivas o de resolución de tareas.
¿Qué efectos ha tenido la pandemia en las relaciones interpersonales y familiares?
Los efectos son muchos y muy variados. A nivel de la relación entre padres e hijos, se ha evidenciado un nivel de dependencia y aglutinamiento mayor en que, como mencioné antes, las posibilidades de autonomía de los niños y adolescentes se han visto limitadas. No es igual estar dos años en la escuela o la universidad, teniendo que organizar tus propias tareas (al menos en parte) que contar con los padres permanentemente para recibir apoyo en las misma.
Lo anterior también ha tenido efecto en muchas parejas. Ocurre que, en muchos casos, el rol de parentalidad se sobrepuso demasiado al de pareja, limitando en gran medida este último. Las consecuencias llegan a ser en muchos casos muy complejas, por lo que eventualmente podrían requerir de intervención psicoterapéutica.
¿Qué beneficios puede proporcionar la terapia psicológica a las personas que están lidiando con las consecuencias del encierro?
En primer lugar, la terapia puede ser un espacio de aceptación y comprensión respecto a que el periodo de la pandemia y las cuarentenas fue significativo y hay elementos que es necesario procesar y solucionar. No se puede olvidar que fue un momento de mucha muerte, limitaciones, incertidumbre y miedo.
Lo segundo que es relevante es trabajar sobre las consecuencias que el periodo ha dejado en las personas a nivel individual y social. Elementos como la autorregulación y la independencia en el caso de niños y adolescentes o la ansiedad social o sintomatologías similares o mas graves en adultos, en muchos casos deben ser intervenidos para tener una experiencia de vida mas amena y generar alivio en ciertos malestares.
Finalmente, es necesario comprender (y eso también es básico para la intervención psicoterapéutica y su éxito) que cada persona o grupo social tuvo sus vivencias particulares. Considerar lo anterior, en oposición a la aceptación vertiginosa del posterior perdiodo de normalidad, puede dar un espacio aliviador a ciertas experiencias que quedan relegadas y por lo mismo no atendidas.
¿Qué herramientas o técnicas utilizan los psicólogos para ayudar a las personas a adaptarse a la nueva normalidad y reconstruir sus vidas después del encierro?
Lo anterior depende mucho del enfoque psicoterapéutico adoptado. En el caso de las intervenciones sistémicas (perspectiva desde la que yo realizo terapia), es importante abordar los elementos relacionales que puedan estar involucrados o verse afectados en un tipo de vivencia tan significativa como el encierro. Algunos elementos importantes a considerar podrían ser los que señalé en la respuesta a la pregunta anterior.
Otra herramienta importante tiene que ver con ayudar a visibilizar las vivencias significativas particulares que tuvo cada persona, las que han solido quedar relegadas bajo el manto de la normalidad. Esto puede ser muy útil para las personas, ya que en el espacio de la terapia toman conciencia de ciertas vivencias que no han podido reconocer o expresar. En cierta forma se trata de visibilizar lo ocurrido y en paralelo, realizar estrategias de solución sobre sus efectos y consecuencias.
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