Entrevista a Victoria Díaz Certad: la importancia de la preparación psicológica para la maternidad

La psicóloga clínica nos cuenta cómo prepararnos a nivel mental para ser madres.

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La maternidad es la entrada a una nueva etapa vital. Una transición a una nueva vida llena de ilusión y nuevos proyectos que, sin embargo, puede venir acompañada también de incertidumbres y medios. Por ello, es esencial que la futura madre se prepare a nivel psicológico y emocional para la nueva aventura que comenzará.

Preparándonos psicológicamente para ser madres

Para charlar sobre ello y responder a las preguntas más comunes sobre este proceso, la psicóloga clínica Victoria Díaz Certad visita Psicología y Mente. Descubramos qué tiene que decirnos sobre la preparación psicológica para la maternidad.

¿La maternidad es siempre un proceso de transición, desde el punto de vista psicológico?

Sin duda alguna. Si nos vamos a la definición dada por la RAE, la palabra transición se define como la “acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”. Al ver los sinónimos que sugiere, incluye la palabra: cambio, mudanza, transformación y metamorfosis. La maternidad, desde el punto de vista psicológico, es justamente todo esto. ¡Vaya que sí!.

Desde mi experiencia profesional y personal, puedo afirmar que siempre es así. No hay manera de que no lo sea. Entre otras razones, porque a nivel evolutivo, hemos desarrollado la capacidad de adaptarnos cognitiva y emocionalmente a las necesidades de nuestra cría, para su cuidado y supervivencia física y psicológica.

Esto sin contar la cantidad de duelos por los que transita la mujer y la madre, para los que se necesita ajustes constantes y, muchas veces, abruptos, para seguirle la pista al ritmo de la demanda natural de nuestros hijos y, con igual importancia, a la demanda interna. Esa que pasa desapercibida muchas veces y que luego pasa factura.

Al intentar explicar el impacto psicológico de tener un bebé, a veces se pone énfasis en los cambios hormonales que se producen en la mujer tras dar a luz. ¿Son estos factores biológicos más importantes que los cambios en cuanto a expectativas y roles de maternidad?

Considero que se le da, lamentablemente, demasiada (énfasis en la palabra “demasiada”) prioridad a los cambios hormonales y biológicos frente a la magnitud que tienen los cambios psíquicos que vive una mujer cuando se convierte en madre. Aunque actualmente se habla más de los factores psicológicos, considero, como profesional y como mujer, que no ha sido suficiente; no para el impacto que tienen éstos en la salud física y emocional de la madre y el bebé, sobre la dinámica familiar, el retorno a la vida social, laboral, la relación de la mujer consigo misma; como individuo, etc.

Tenemos que tomar otro factor importante aquí; y es la sociedad y qué tan preparada esté para respaldar, o no, a la mujer-madre. A las madres que preparo en mi Programa de Preparación Psicológica a la Maternidad, siempre les recuerdo esta frase: “La sociedad puede ser nuestro mayor aliada o nuestro peor verdugo”.

La clave está en evaluar, conscientemente, en qué sociedad nos desenvolvemos y aplicar los recursos que vayamos desarrollando dentro de nuestra preparación, para tenerla de aliada y para disminuir el efecto destructor al que, inevitablemente, nos vemos expuestas las madres. Siempre habrá alguien que critique, cuestione o juzgue nuestras decisiones. La cuestión es ¿Cómo dejamos, o no, que esto nos afecte y en qué medida?

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Es común referirse al hecho de ser madre como uno de los puntos de autorrealización más importantes de la mujer, si no el que más. ¿Esto predispone a muchas madres a sentirse culpables si no se sienten muy satisfechas con su nuevo rol como madres después de haber tenido un bebé?

Por supuesto. Lo he visto en primer plano con las mujeres que preparo en el programa y con mis pacientes. Es muy, muy duro. Me permito retomar el rol de verdugo que mencioné anteriormente en relación a la sociedad. ¿Quién dijo que ser madre tiene que ser la cúspide de la autorrealización para la mujer? Que puede serlo, sí, pero ¿qué pasa con la inmensa cantidad de mujeres que no lo sienten así? ¿No son mujeres? ¿No son buenas madres? ¿Hay algo malo en ellas?

Estos cuestionamientos son el efecto indirecto de un mensaje que se ha transmitido entre generaciones y que vemos cotidianamente en las conversaciones de nuestro entorno: “la mujer nace para ser madre”. Y, por supuesto, aquellas que se convierten en madres, entienden, consciente o inconscientemente, que “ya cumplieron su objetivo de vida”, que ya no hay más allá nada que perseguir, que no hay felicidad más grande porque ya fue ésta alcanzada. Y, para aquellas que no se sienten así una vez llega el bebé a sus brazos, la insatisfacción, la ansiedad, la sensación de fracaso, solo por mencionar algunas, podría llegar a ser muy grande e impactar, incluso, la relación con la identidad propia.

¿Cuáles son las formas de malestar más comunes que pueden aparecer en el inicio de la maternidad?

Bueno, empecemos por el reconocimiento del Yo (mismo). Esto suele presentarse de maneras muy distintas en cada mujer y vale la pena recalcar que para aquellas que, debido al proceso de transformación profunda que experimenta en todos los aspectos, no les gusta su nueva versión; podría llegar a ser un proceso complejo, que lleva tiempo y que podría genera mucho malestar. Es conocer a otra persona, que puede que te guste o no, pero que a la vez eres tu misma. El trabajo para llevarse bien es sumamente demandante porque, imagínense, al final, tu convives 24/7 contigo misma. Requiere de mucha introspección, aceptación, autoconocimiento y disposición.

La relación de pareja es otro tema que se ve afectado al inicio de la maternidad, es un caso de consulta muy común. Para la mujer suele ser muy demandante este proceso porque, ahora no solo tienes que manejar el convivir con la pareja; si no con un tercero (el bebé) en la ecuación (y con el que cada padre/madre va a desarrollar su propia manera de relacionarse), si no que también se suma ese proceso de reconocimiento y negociación consigo misma.

Y para no dejar de mencionar otras formas de malestar, quisiera incluir: el proceso de múltiples duelos que conlleva la maternidad, la presencia o ausencia de una red de apoyo útil (en el programa le dedicamos tiempo a construir conscientemente nuestra propia red de apoyo, independientemente del caso), la exigencia física de cuidar al bebé y, muy importante, la alta demanda emocional que implica el estar a cargo de criar a otro ser humano.

¿Qué se puede hacer desde la psicoterapia para ayudar a las personas a prepararse para la maternidad?

Lo primero, la identificación consciente de que es uno de los procesos más demandantes emocionalmente para una mujer. Esto ya, de por sí, implica una preparación psicológica profunda y de recursos adicionales para hacerle frente.

Una vez identificado esto, vendría la decisión consciente de llenar esa caja de herramientas que sean necesarias para fortalecer nuestra psique. Y esto, únicamente, se va a dar a partir de un proceso profundo de introspección para evaluar qué traemos como parte de ese bagaje emocional y qué queremos trabajar. Todos (incluyendo, por supuesto, al padre) tenemos nuestro bagaje emocional. Más, o menos, cargado; con mayor, o menor, identificación de lo que hay ahí; con más, o menos, resistencias psíquicas a verlo y a trabajarlo.

¿Y qué cambios culturales deben producirse para favorecer un modelo de maternidad más positivo para la salud mental de las mujeres?

Wow, esto podría llegar a ser una respuesta muy extensa (risas). Diría que, lo primero, es la concientización de la sociedad. De ahí parte todo y, justamente por esto, es que he creado el Programa de Preparación Psicológica a la Maternidad y estoy, actualmente, diseñando alianzas con otros profesionales y centros de ayuda para difundir la voz y llegarle a otros, a muchos otros. Hombres, mujeres y niños.

La maternidad tiene que bajarse a Tierra. Tiene que dejar de venderse, directa o indirectamente, como el clímax de la autorrealización de la mujer. Tiene que haber conciencia de que, para que haya una madre que cuide (sanamente) de su hijo, requiere ella estar sana; y la mayor sanidad que requiere es la mental y la emocional. Esa es la sanidad de la que nadie habla y que muy pocos atienden.

Las leyes, en términos generales, ofrecen un permiso de maternidad, que incluye la ausencia del rol laboral y una retribución económica (y esto varía muchísimo de acuerdo a cada país); pero no se le brinda importancia real a su salud mental: a su preparación (previo a convertirse en madre), ni tampoco al durante y después del período posparto (tan duro que es).

Hay mucho desconocimiento de la alta demanda psíquica que implica la maternidad para la mujer (y la paternidad para el hombre. De esto valdría la pena dedicar otra entrevista) y, sin conocimiento del problema, no hay acción; no hay iniciativa de solución.

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Psicología y Mente. (2024, marzo 25). Entrevista a Victoria Díaz Certad: la importancia de la preparación psicológica para la maternidad. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/entrevistas/entrevista-victoria-diaz-certad

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