El modo en el que gestionamos la ansiedad es uno de los aspectos psicológicos más sensibles a las crisis que ocurren a nuestro alrededor. Cambios radicales en la economía, la cultura o las dinámicas sociales pueden llegar a afectarnos mucho, y aún más si estas transformaciones son claramente a peor.
En el caso de la crisis del coronavirus, se dan todos los ingredientes para que los problemas de ansiedad se disparen. Para comprender mejor las lógicas a las que responden, entrevistamos a un experto en el tema: el psicólogo Fabián Cardell.
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Fabián Cardell: comprendiendo los problemas de ansiedad desencadenados por la pandemia
Fabián Cardell Muñoz es psicólogo especializado en psicología clínica y afincado en Pozuelo de Alarcón, Madrid. También trabaja como docente de psicólogos en formación, y divulga acerca de temas vinculados a la ciencia del comportamiento para hacerlos más accesibles al público general.
En esta entrevista nos da su perspectiva, como experto en salud mental, acerca de los efectos de la crisis del coronavirus en la gestión de la ansiedad por parte de los ciudadanos.
Como psicólogo, ¿en estos meses has notado cambios en el tipo de problemas por los que las personas buscan ayuda?
La situación actual es extremadamente exigente para los recursos psicológicos de la mayor parte de la población. Convivir con la incertidumbre se hace, en ocasiones, una misión muy difícil. No sabemos si nos podemos contagiar o contagiar a nuestras familias. No sabemos cuándo nos volverán a confinar. No sabemos si nuestros trabajos se verán afectados. Ni siquiera sabemos si mañana podré ir a trabajar o a estudiar.
Además, nos hemos visto expuestos a situaciones muy difíciles de asimilar en poco tiempo. Algunas de ellas muy anormales. Hemos vivido muertes cercanas (sin poder despedirnos de nuestros seres queridos), aislamiento social, estrés laboral (en el caso de los sanitarios y fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, por ejemplo)...
Todas estas circunstancias han tenido consecuencias emocionales y psicológicas, que se ven reflejadas en las consultas de salud mental de nuestro país y del resto del mundo.
En nuestro centro hemos notado un aumento de problemas relacionados con la familia, principalmente problemas de pareja y problemas emocionales en adolescentes.
También hemos visto un incremento de problemas relacionados con la ansiedad: agorafobia, ansiedad por la salud, preocupaciones acerca del futuro.
Es reseñable, también, el aumento que hemos notado en las recaídas de personas que ya tenían algún trastorno o problema psicológico. Creo que las variables anteriormente comentadas son el caldo de cultivo perfecto para que personas con patología previa hayan visto acrecentados sus síntomas.
¿Cuáles crees que son los grupos de población más vulnerables a los problemas de ansiedad en esta nueva situación de la crisis del COVID-19?
Ya sabemos que la población mayor es la más vulnerable al contacto directo con el virus. Sin embargo, sucede lo contrario si hablamos de ansiedad, depresión o Trastorno de Estrés Postraumáticos. Nuestros mayores son los menos vulnerables a este tipo de problemas.
Los estudios nos muestran que la población joven (18-39 años) es la que lo ha llevado peor. Los datos dicen que han sufrido más ansiedad, depresión y síntomas somáticos que otros grupos poblacionales.
Si de profesiones hablamos, las que más han sufrido han sido los sanitarios y fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, así como las personas que trabajan en el sector transportes. Ellos han soportado una gran carga laboral y en ocasiones se han visto desbordados por las circunstancias.
En nuestro centro estamos especializados en el tratamiento de la ansiedad y somos conscientes de estas dificultades. Para ayudar en estos momentos de crisis estamos ofreciendo: Primera ayuda gratuita a sanitarios, Precios especiales para familias numerosas y también a desempleados.
¿Los casos de Trastorno Obsesivo-Compulsivo y fobias pueden intensificarse ante la preocupación por la higiene y la prevención del contagio?
La Agorafobia y el Trastorno Obsesivo Compulsivo son trastornos de ansiedad. Cualquier situación estresante puede afectar a este tipo de patologías, incrementando sus síntomas.
La persona que está sufriendo estos problemas, es probable, que haya notado que ha aumentado el tiempo que le dedica a sus rituales de limpieza y haya aumentado sus evitaciones (no ir por ciertas calles, no estar en contacto con ciertas personas, evitar ciertas franjas horarias,…).
Estos comportamientos que pueden disminuir su ansiedad a corto plazo y darle cierta sensación de control, a medio y largo plazo están incrementando sus obsesiones, sus miedos y por tanto manteniendo el problema.
Lo que recomendaría es que si has notado que estos comportamientos han aumentado y están afectando a tu calidad de vida o a la calidad de tus relaciones, te pongas en contacto con un especialista en trastornos de ansiedad para que te pueda asesorar.
Muchas veces, los problemas más severos llegan no a través de la ansiedad en sí misma sino mediante los comportamientos que las personas adoptan para aliviar ese malestar. ¿Crees que la situación de la pandemia propicia que muchas personas intenten combatir la ansiedad consumiendo sustancias adictivas?
Efectivamente, para muchas personas la forma de gestionar el malestar es a través de conductas adictivas, tanto consumiendo algunas sustancias como alcohol, cocaína, cannabis,… como incrementando ciertos comportamientos que se pueden convertir en adictivos como: juego de azar online, videojuegos, redes sociales...
La trampa de estas formas de gestión emocional es que se logra cierto alivio o bienestar a corto plazo (debido a la dopamina que segrega mi cerebro), pero a largo plazo añado malestar y más problemas a mi vida, empeoran mis relaciones familiares y sociales, disminuye mi rendimiento académico o laboral y sobretodo, pierdo mis habilidades para gestionar mis emociones de forma sana.
La adicción (consumo de alcohol, cocaína, tecnología,…) acaba siendo mi única forma de conseguir sentirme bien. Parece que este modelo se está repitiendo y aumentando mucho en estos días, fruto del momento que vivimos.
En cuanto a las consecuencias del aislamiento social al que muchas personas tienen que someterse, ¿cuáles crees que se relacionan más con el estrés y la ansiedad?
El aislamiento social conlleva en la mayor parte de los casos una disminución de la actividad. Tenemos menos contacto con nuestros amigos (salvo por videollamadas), disminuye nuestra actividad deportiva (los gimnasios están cerrados) y por consiguiente, desestructuramos nuestro día a día.
Además, también muy importante, al estar más tiempo solos en casa aumenta la atención que prestamos a nuestros problemas, dificultades, peligros, etc… Esto favorece que aumenten los problemas de ansiedad y también depresivos.
Cuando miramos repetidamente un mismo problema, sin pasar a la acción, esté tiende a sentirse como mayor, inabarcable, incapacitante. Esto tiene consecuencias muy negativas a nivel emocional. Estas consecuencias las valoraremos a la hora de planificar nuestra intervención.
¿Qué se puede hacer desde la psicología para dar una respuesta a estos problemas de ansiedad propiciados por la crisis del coronavirus?
Empezábamos esta entrevista hablando de que nosotros no tenemos control sobre lo que va a suceder, no sabemos si nos contagiaremos, si seguiremos trabajando… pero sobre lo que si tenemos control, sobre lo que si podemos escoger, es sobre lo que sucede en nosotros, sobre lo que pensamos, sentimos o hacemos. Nosotros decidimos la forma en la que afrontamos esta situación. Esto va a ser determinante en cómo vamos a vivir esta crisis.
Todas las técnicas que utilizamos en el centro están basadas en la evidencia científica, han demostrado su eficacia en múltiples pacientes que vivían problemas parecidos.
Lo primero que debemos comprender es que la ansiedad es una emoción normal y necesaria ante situaciones potencialmente peligrosas, gracias a esta emoción hemos podido evolucionar como especie porque en los momentos de amenaza hemos podido prepararnos para huir o pelear (ante un depredador por ejemplo). El problema surge cuando esta ansiedad se convierte en muy intensa (por ejemplo con ataques de pánico), muy frecuente (cada vez que salgo a la calle) o dura mucho a lo largo del tiempo (paso semanas en tensión).
El primer paso para comenzar a reconducir mis emociones es identificar mi discurso interno. Va a ser fundamental saber qué me estoy diciendo cuando me angustio. Por ejemplo: “Me voy a contagiar y acabaré contagiando a mi familia, perderé mi empleo,…”. Debemos aprender a tener un discurso más realista, basado en el presente y en los datos realistas. Decía Mark Twain: “He vivido muchas cosas terribles en mi vida, la mayoría de las cuáles nunca sucedieron en realidad.”
Poner el foco de atención siempre en los aspectos más negativos y peligrosos de la realidad sólo va a estresarnos y angustiarnos. ¿Verdad que cada vez que tomo una curva con el coche a cierta velocidad no estoy pensando, constantemente, en la posibilidad de que me estrelle? Eso afectaría a mi estabilidad y mi conducción. Del mismo modo, es importante poner el foco en los aspectos que sí controlamos de nuestra vida. Por ejemplo podemos centrarnos en nuestros retos personales, nuestra rutina deportiva, nuestras amistades, nuestra familia.
En terapia acompañamos este proceso para que la persona se vea capaz de abordar las circunstancias de su vida de la forma más sana posible. Y lograr así, alcanzar mayor tranquilidad y calidad de vida.