Desde hace mucho tiempo, la reacionalidad ha sido la característica en la que solemos poner énfasis cuando comparamos nuestra especie con las demás formas de vida animal: el ser humano es el único capaz de, a la vez, desarrollar pensamientos altamente abstractos, vivir en sociedades complejas de millones de individuos, crear planes de futuro a años vista, y de comunicarse a través de un uso sofisticado del lenguajes.
Sin embargo, no se puede ignorar que buena parte de lo que nos ocurre, y del modo en el que experimentamos la vida, depende básicamente de nuestras emociones. De hecho, no son pocas las ocasiones en las que comprobamos que nuestro lado emocional va varios pasos por delante de nuestro "Yo" más intelectual. Pensemos, por ejemplo, en los casos en los que posponemos una visita al dentista para no tener que afrontar esa experiencia a pesar de que objetivamente la mejor opción es ir cuanto antes, o los casos en los que seguimos pagando la cuota del gimnasio a pesar de que apenas vamos.
Todo esto no es casual: las emociones tienen un gran poder organizador a la hora de desarrollar hábitos y patrones de comportamiento, y es por eso, en parte, que cualquier proceso de psicoterapia debe ser realizado teniendo en cuenta este lado emocional del ser humano. Sobre este tema hablaremos en la entrevista de hoy, en la que contamos con la psicóloga Sonia Galarza.
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Entrevista a Sonia Galarza: por qué las emociones son fundamentales en psicoterapia
Sonia Galarza Vallés es Psicóloga General Sanitaria y dirige el centro de asistencia psicológica Psicocrea, ubicado en Valencia. Allí atiende a pacientes de todas las edades poniendo en práctica una experiencia acumulada a lo largo de dos décadas. En esta entrevista nos hablará acerca del papel que juegan las emociones en el proceso de la psicoterapia, tanto en lo relativo al problema a tratar y en los avances hacia la meta a alcanzar, como en lo relativo a la relación terapéutica que establecen los profesionales y sus pacientes.
Muchas veces se habla de la tristeza y de la ansiedad como si fuesen fenómenos psicológicos a evitar. Incluso puede que muchas personas crean que necesitan ir a psicoterapia porque estas emociones son un problema que les desborda. ¿Hasta qué punto puede hablarse de emociones dañinas para la persona?
Las emociones por sí mismas no son perjudiciales para la persona, siempre que se manejen de forma adecuada. Manejar las emociones de forma eficaz va a depender, en gran parte, de nuestro autoconocimiento emocional, así como del conocimiento sobre las emociones de los demás. Además, las emociones son fuente de información sobre nosotros mismos y sobre la influencia del ambiente en nuestro funcionamiento psicológico y conductual.
Sin embargo, el manejo eficaz de las emociones puede resultar complicado para algunas personas, sobre todo cuando hablamos de emociones con connotación negativa como puede ser la tristeza, la ansiedad o la ira.
Este tipo de emociones que solemos catalogar como “perjudiciales”, sólo nos están indicando que hay algún asunto de nuestro funcionamiento mental o del ambiente, al que debemos atender.
También las emociones que catalogamos como “positivas” son fuente de información sobre nosotros y el exterior. En algunas ocasiones, las emociones positivas, también se tratan en terapia, por ejemplo, cuando son exageradas o no se corresponden con la realidad.
Podemos decir, por tanto, que las emociones, sean positivas o negativas, tienen una utilidad en nuestro funcionamiento psicológico y en nuestra relación con otras personas, y que todas ellas son saludables cuando son conducidas de forma adecuada.
Es posible que algunas personas asistan por primera vez a terapia después de haber pasado mucho tiempo intentando reprimir y eliminar totalmente las emociones que consideran problemáticas. ¿Cómo se les ayuda a reconciliarse con ellas?
Cuando las personas llegan a terapia es muy frecuente que estén centradas en un nivel muy racional, intentando dar explicaciones lógicas a sus problemas, pero sin considerar los aspectos emocionales asociados, o teniéndolos en cuenta sólo parcialmente.
Los pacientes a menudo tienen dificultades para identificar y nombrar sus propias emociones, que sería el primer paso para conseguir manejarlas de forma eficaz. Algunos pacientes tienen mayor conocimiento de cuáles son sus emociones, pero a menudo quedan atascados en el mundo emocional y les cuesta tener en cuenta al mismo tiempo aspectos emocionales y racionales.
Con el objetivo de ayudar a los pacientes en una primera toma de contacto con el mundo emocional, se realiza un entrenamiento en la identificación de las emociones que van asociadas a sus eventos cotidianos, como los conflictos de pareja o familiares, o como situaciones de ansiedad o decaimiento.
El trabajo con emociones no es un tema que se lleve a cabo de forma aislada, sino que está presente en cualquier intervención terapéutica, ya sea con parejas, con familias o de forma individual. Tampoco es exclusivo de una etapa del desarrollo concreto. Personas de todas las edades pueden beneficiarse de las ventajas del aprendizaje de estrategias para el manejo emocional.
¿Cómo hace un psicólogo o psicóloga para ayudar a una paciente a desarrollar su capacidad de auto-conocimiento en lo relativo a su manera de vivir los sentimientos y las emociones?
A través de la identificación con las emociones los pacientes incrementan notablemente su autoconocimiento, descubriendo a menudo que están presentes en su día a día emociones de las que no eran conscientes. Además, en el abordaje de las emociones, es muy importante revisar y entrenar la comunicación, y especialmente la comunicación no verbal y paraverbal, que están estrechamente ligadas a sentimientos y emociones.
También trabajamos la empatía, que incluye la identificación con las emociones de otras personas. Los pacientes se dan cuenta de que los juicios sobre las conductas de los demás dependen en gran medida de su propia capacidad para valorar el problema desde el punto de vista emocional de la otra persona. Esto ocurre con mucha frecuencia en las relaciones de pareja y en los conflictos familiares. Pero podemos observarlo también en las relaciones laborales o con amigos, pues la forma en que nos comportamos en cualquier relación personal está fuertemente influenciada por el nivel emocional de las personas que componen la relación.
El objetivo último del abordaje de las emociones es que éstas sean canalizadas y moduladas para que cumplan su función de forma eficaz. La forma de canalizar cada una de las emociones va a depender del tipo de emoción y del problema con el que está vinculada. Trabajamos las emociones desde una perspectiva cognitivo-conductual, relacionándolas con los pensamientos y las conductas con las que están asociadas.
En mi consulta, también vemos las emociones desde una perspectiva humanista, que es más introspectiva. Sin embargo, hay emociones que son muy disruptivas, como por ejemplo la ira, que en caso de provocar problemas graves con uno mismo o con los otros, además se abordan de forma más directiva, con pautas conductuales concretas.
Teniendo en cuenta que la psicoterapia es un proceso que exige compromiso y constancia, ¿cómo se facilita que los pacientes aprovechen sus propias emociones para potenciar la auto-motivación en este sentido?
Hay un momento en el que los pacientes ven la relación existente entre su nivel emocional y sus niveles conductual y de pensamiento. En ese punto de la terapia los pacientes empiezan a hacerse conscientes de que pueden modificar la forma en que perciben los problemas, no sólo a través del razonamiento sino también del autoconocimiento emocional y el manejo correcto de sus emociones. A partir de aquí se observa una mejora importante en la capacidad para automotivarse de los pacientes.
En este avance es importante haber desarrollado la habilidad de posponer las gratificaciones, canalizando aquellas emociones que pueden boicotear nuestros logros. De esta manera es más probable alcanzar los logros deseados, con lo que incrementaremos nuestro sentimiento de autoeficacia personal. Este sentimiento de autoeficacia personal influye de nuevo en nuestra capacidad de automotivarnos. Por supuesto, la capacidad de automotivación afecta a todos los niveles de la vida, no sólo la motivación relacionada con la terapia y con un compromiso hacia la misma.
Por tanto, se puede decir que la motivación para seguir asistiendo a terapia surge con más fuerza cuando los pacientes se dan cuenta del potencial que tiene conectar con sus propias emociones y tener herramientas para dirigirlas hacia un objetivo de crecimiento. Para que este objetivo se consiga lo antes posible, comenzamos a trabajar las emociones desde el inicio de la intervención terapéutica, sea cual sea el problema abordado.
¿De qué manera influyen las emociones a la hora de crear la relación terapéutica entre profesional y paciente?
Todas las relaciones personales están mediadas por las emociones y la relación entre terapeuta y paciente no es una excepción. Es importante que paciente y terapeuta conecten a nivel emocional, creándose un clima de una mínima confianza inicial, necesaria para que ambos estén a gusto en las sesiones.
A medida que avanzan las sesiones el nivel de confianza debe ir en aumento, así como el nivel de empatía, especialmente por parte del terapeuta, que debe conectar en el aspecto emocional con sus pacientes para proporcionarles retroalimentación constante acerca de su manejo sobre las emociones. De esta manera, el terapeuta ayudará a la identificación de las emociones que el paciente tiene dificultad para reconocer por sí mismo.
Por último, cualquier emoción negativa entre el terapeuta y el paciente, que pudiera surgir en el transcurso de las sesiones, debe ser abordada en terapia para que ésta pueda continuar con éxito.
Finalmente… ¿crees que se suele sobrevalorar la influencia de la racionalidad sobre el comportamiento humano?
Culturalmente estamos condicionados a enfrentarnos a los problemas de una forma muy racional. Hay personas que saben que existen las emociones y saben nombrarlas, pero tienen grandes dificultades para identificarlas en ellos mismos y a veces también en los demás.
Si no tenemos en cuenta las emociones y sólo consideramos los aspectos racionales, el nivel emocional seguirá actuando, pero sin nuestro permiso consciente, es decir, fuera de control. Por tanto, no tener en cuenta las cuestiones emocionales y dejar todo en manos de la racionalidad puede llevarnos a que los problemas se agraven en lugar de que se solucionen.
Es muy frecuente que tenga que insistir a los pacientes en que debemos hacer un esfuerzo para tratar el tema emocional, ya que a menudo no creen que su estabilidad mental esté tan condicionada por las cosas que sienten. En estos casos, intento transmitir que no pretendemos dejar de lado el aspecto racional, ya que necesitamos encontrar explicación a aquellas cuestiones que nos preocupan o que nos molestan. Pero esto no implica ignorar o minimizar los aspectos emocionales.
Hemos sido entrenados desde la infancia para ser seres lógicos y racionales. Esto conlleva que hemos adquirido hábitos muy afianzados que nos empujan a resolver los problemas con la lógica y el razonamiento, sin tener en cuenta el nivel emocional. Modificar esta tendencia tan instaurada suele requerir de un esfuerzo extra, ya que la voluntad de mejorar no suele ser suficiente. El trabajo terapéutico con emociones nos da la oportunidad de conocer y poner en práctica nuevas estrategias para enfrentarnos a nuestra realidad, dando a las cuestiones emocionales la importancia que requieren.