El maltrato es un problema social y humano que ha existido a lo largo de toda la historia de la humanidad, teniendo presencia en todo tipo de sociedades y culturas. Es una dolorosa realidad que afecta a personas de todas las edades, géneros y culturas, dejando profundas cicatrices tanto físicas como emocionales en sus víctimas y sus familias y personas allegadas.
Algunos especialistas hablan del maltrato como un problema de salud pública, sobre todo en relación al maltrato de género. En muchas ocasiones, el maltrato mata; los maltratadores llegan a acabar con la vida de sus víctimas. Lo que resulta muy desconcertante, sobre todo en estos casos, es la capacidad de los maltratadores para justificar sus acciones y creerse inocentes ante los ojos de la sociedad y, en ocasiones, incluso ante sí mismos.
¿Cómo es posible que alguien pueda cometer actos de violencia y crueldad sobre otra persona y, a la vez, negar su responsabilidad, incluso llegando a considerarse víctimas en lugar de verdugos? La respuesta a esta pregunta se encuentra en la complejidad de la mente humana y en cómo surgen diferentes mecanismos de defensa psicológica como resultado de conductas agresivas o abusivas.
En este artículo, vamos a explorar diferentes motivos o razones por las cuales los maltratadores pueden llegar a creerse inocentes ante sus crímenes, analizando diferentes capas psicológicas y sociales que influyen en esta percepción distorsionada de la realidad.
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¿Qué es el maltrato?
Para poder entender los mecanismos que determinan que un maltratador se crea inocente de su maltrato, es importante entender primero qué es el maltrato y qué tipos de maltratadores existen o son los más comunes. El maltrato se define como cualquier forma de violencia cuya única intención es dañar a la otra persona, manifestada en una variedad de formas entre lo físico, lo verbal y lo psicológico y presente en diferentes ámbitos vitales. Los maltratadore son individuos que abusan física, verbal o emocionalmente de otras personas, mostrando un patrón de comportamiento dominante y controladores.
Pueden describirse diferentes tipos de maltrato y maltratadores en función del ambiente o entorno en el que este se da. Entre los tres maltratos más comunes, encontramos:
1. Maltrato en relaciones de pareja / maltrato de género
En este caso, los maltratadores ejercen violencia física o psicológica sobre su pareja, manifestando en la mayoría de los casos celos excesivos, aislamiento, control económico e intimidación emocional. Hablamos de violencia de género cuando esta se da por parte de un hombre hacia una mujer y con una explicación centrada en la influencia matriarcal y machista de la sociedad que hace que el hombre experimente y vivencia su poder mediante el maltrato a su pareja. Estas conductas tienen un impacto devastador en la salud mental y emocional de la víctima, además de poner en peligro su vida o llegar incluso a la muerte.
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2. Maltrato en el ámbito laboral
Algunas personas asumen actitudes abusivas en el lugar de trabajo, agrediendo verbalmente o denigrando a sus colegas, llegando incluso a manipular y boicotear el trabajo de otro con el objetivo de obtener ventajas personales. En gran número de los casos, son los jefes o personas con cargos superiores las que, influenciadas por el poder, hacen un abuso de este para resultar intimidantes hacia sus trabajadores y así generar miedo y evitar la desobediencia.
3. Maltrato familiar
Aquí se incluyen aquellos maltratadores que ejercen violencia o abuso dentro de la familia, como padres que maltratan física o emocionalmente a sus hijos o hermanos que se comportan de manera agresiva entre ellos/as. En muchas ocasiones, el aprendizaje vicario de estar expuesto/a a situaciones de violencia en la familia, genera la asunción de las conductas violentas como normales, aumentando la probabilidad de ejercer maltrato en el futuro.
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Sesgos cognitivos implicados en el maltrato
Volviendo a la pregunta inicial de este artículo y buscando una explicación a por qué los maltratadores pueden desarrollar la convicción de ser inocentes pese a no serlo, cabe tener en cuenta la multifactorialidad del maltrato. El maltrato está determinado por una multitud de factores tales como la genética, la existencia de violencia en generaciones anteriores, las formas de socialización, los constructos sociales, las dinámicas relacionales…
Uno de los aspectos personales que influye en el desarrollo de actitudes violentas y que es objeto de interés para nuestra pregunta inicial es la existencia de sesgos o distorsiones cognitivas en personas maltratadoras.
Conocer más sobre ellas permite descubrir los esquemas de percepción, apreciación y clasificación que los maltratadores usan al ejercer e interpretar la violencia. Según el modelo cognitivo de Beck, los sesgos cognitivos son los estados emocionales que llevan a cometer errores en el procesamiento de la información, cuyas consecuencias son actitudes de hostilidad. Así, la investigación cognitiva del maltrato ha estado centrada en descubrir qué distorsiones cognitivas tienen mayores papeles para explicar las diferentes dimensiones del maltrato, entre las que se encuentran la asunción de inocencia y la negación de la culpabilidad.
1. Sesgo de personalización
El sesgo de personalización hace referencia a identificar y entender las acciones de otras personas como siempre dirigidas y centradas en el individuo. En relación al maltrato y el mantenimiento de conductas agresivas, este sesgo explica la reactividad emocional violenta ante cualquier acción ajena que se procese como dirigida hacia el maltratador, pensando que todo el mundo habla sobre él o piensa algo negativo sobre él.
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2. Sesgo de abstracción selectiva
El sesgo de abstracción selectiva genera que los recursos cognitivos se centren en los pensamientos distorsionados, ignorando cualquier otra información que contradiga estos pensamientos sesgados. Así, un maltratador no hace caso de la objetividad porque está completamente volcado en sus cogniciones distorsionadas y las identifica como la única realidad**.
3. Sesgo de generalización
Mediante el sesgo de generalización, las personas tienden a pensar que una única característica ya define la totalidad de una persona o una situación. Por ello, una persona maltratadora que actúe bajo la influencia de este sesgo podrá interpretar cualquier acción como una amenaza a su autoridad.
4. Sesgo de negación
El sesgo de negación es el que más se relaciona con la convicción de inocencia de la que venimos hablando, y hace referencia a la tendencia a mostrarse inocente o que no tenían otra posibilidad de actuación para así evitar toda responsabilidad de la violencia. Básicamente, al ver las repercusiones de sus acciones, un maltratador afirma que no tenía otra alternativa; que debía desarrollar estos comportamientos violentos porque no le quedaba otra.
5. Sesgo de lectura de pensamiento
Este sesgo guarda relación con el anterior y es que, mediante el sesgo de lectura de pensamiento, los maltratadores asumen que conocían las intenciones de las personas agredidas y las interpretaban como negativas hacia ellos, por lo que explican sus reacciones violentas como un “mecanismo de defensa” o para evitar la agresión por parte de la otra persona.
6. Sesgo de minimización
Mediante el sesgo de minimización, los maltratadores quitan importancia a los eventos o circunstancias en los que han ejercido violencia, entiendo que “no ha sido para tanto” o es una situación “que suele pasar”. Así, se da legitimidad a las reacciones violentas mediante una explicación centrada en la pasión o la emocionalidad excesivamente intensa.
Consecuencias y responsabilidad
Es importante tener en cuenta que las consecuencias del maltrato son bidireccionales; afectan a víctimas y a maltratadores. Desde aquí, queremos dar voz a esta problemática social y funcionar como un altavoz para entender todo el conjunto de consecuencias que el maltrato puede tener para la sociedad.
Por ello, es importante no solo que los maltratadores se responsabilicen de sus acciones y comprendan que los sesgos cognitivos no pueden presentarse como los “culpables” del maltrato, pero también tenemos un papel de responsabilidad social como participantes de la sociedad para aumentar la conciencia y el conocimiento sobre este tema. Señalando actitudes que pueden entenderse como violentas y hablando con nuestros círculos abiertamente de estos temas, sumamos un grano de arena a la toma de conciencia del peligro del maltrato. Algunas de las consecuencias y responsabilidades asociadas al maltrato son:
1. Impacto en las víctimas
Las víctimas de maltrato experimentan un amplio espectro de consecuencias negativas, que incluyen traumas emocionales, depresión, ansiedad, baja autoestima, aislamiento social y en casos extremos, hasta intentos de suicidio. El maltrato puede dejar cicatrices profundas y duraderas en el bienestar físico y mental de quienes lo padecen.
2. Ciclo de la violencia
Cuando los maltratadores no enfrentan las consecuencias de sus acciones y no son responsabilizados por ellas, el ciclo de violencia puede repetirse y perpetuarse. Los patrones abusivos pueden repetirse en relaciones futuras, aumentando el daño emocional a lo largo del tiempo.
3. Impacto en la sociedad
El maltrato no solo afecta a individuos, sino que también tiene un impacto negativo en la sociedad en su conjunto. La violencia interpersonal y el abuso pueden contribuir a una cultura de agresión y falta de empatía, deteriorando las relaciones y la cohesión social.
Concienciar, aprender y cuidar
Los maltratadores pueden defender su inocencia y evitar la culpa de sus acciones cuando su conducta es completamente guiada por sesgos o distorsiones cognitivas que dan sentido a sus acciones. Esto es resultado de la complejidad cognitiva y humana, pero todos tenemos un papel en la sociedad para aumentar nuestro conocimiento sobre este tema y poner punto final al mantenimiento de la violencia. Mediante la concienciación, todos/as podemos aprender sobre aquellas actitudes que se deben perpetuar en nuestras relaciones para fomentar al máximo el cuidado de las personas de nuestro alrededor.