El mindfulness es una práctica que ha cobrado una gran importancia en los últimos tiempos en nuestra sociedad occidental. Cada vez son más personas las que la han incorporado en sus rutinas como una forma más de autocuidado por sus múltiples beneficios.
¿Te habías planteado alguna vez que esta práctica se puede aplicar a la crianza? Actualmente existen diversos estudios que han demostrado los beneficios que puede aportar tanto para padres y madres como para sus hijos e hijas y el vínculo que les une.
A lo largo de este artículo explicamos diferentes técnicas de mindfulness para que tanto padres como madres puedan aplicar en el día a día. Sin embargo, antes explicamos en qué consiste esta práctica y por qué es importante en la crianza, además de sus múltiples beneficios.
¿Qué es el mindfulness?
Algunas personas describen el mindfulness como una práctica de meditación en sí misma. Aunque tiene sus orígenes en tradiciones antiguas del budismo, el hinduismo y el taoísmo, hoy en día se ha extendido y muchas personas lo han incorporado en sus vidas. De hecho, incluso a nivel científico se ha estudiado mucho.
Mindfulness se traduce como atención plena puesto que el objetivo de esta práctica es estar presente. Es decir, prestar atención de manera consciente y libre de juicio a lo que está sucediendo en el momento, aquí y ahora. Esto nos lleva a la observación de pensamientos, emociones e incluso sensaciones corporales con mente abierta, curiosidad y aceptación.
Beneficios de aplicarlo en la crianza
El estrés, la falta de tiempo y las obligaciones del día a día pueden llevarnos a la desregulación emocional con facilidad. Como consecuencia, podemos acabar adoptando una actitud reactiva. En muchas ocasiones, esto se traduce en enfados, gritos y castigos que lo único que hacen es dañar el vínculo que tenemos con nuestros/as hijos/as.
La práctica de mindfulness en la crianza ha demostrado tener efectos positivos tanto en los adultos como en las criaturas. Los beneficios principales a destacar son los siguientes:
- Reducción del estrés y la culpa parental.
- Mayor regulación emocional.
- Menor reactividad emocional.
- Modelado de habilidades sociales y de regulación emocional.
- Relaciones más profundas y sanas, fortalecimiento del vínculo.
Técnicas de mindfulness para padres y madres
Antes de pasar a la explicación de las técnicas propuestas, es necesario recordar que la crianza respetuosa no implica la necesidad de ser “perfectos/as”. El objetivo principal es que podamos estar con nuestros hijos de forma más consciente. Esto nos va a permitir conectar con sus necesidades.
La crianza no siempre es fácil. De hecho, supone retos constantes. Es importante que cultivemos y apliquemos la compasión con nosotros/así mismos/as. Vivimos en una sociedad en la que todo va tan rápido que poder prestar atención al presente requiere de práctica.
1. Respiración consciente
Respirar de forma consciente nos va a permitir conectar con el momento. Es una herramienta fácil de aplicar que podemos usar tantas veces al día como queramos. Es útil tanto en momentos de estrés o conflicto como para anclarnos al presente antes de, por ejemplo, recoger a nuestros hijos del colegio.
Es tan sencillo como inhalar durante 4 segundos y exhalar durante 6 segundos más. Hay muchas propuestas diferentes de ejercicios de respiración, pero este es sencillo de recordar e integrar. Podemos realizar varias respiraciones mientras repetimos una palabra o frase que nos ayude a conectar con el momento presente.
2. Escucha plena
Esta propuesta puede ser realmente difícil en muchas ocasiones y va a requerir de práctica para poder integrarla. Con frecuencia, respondemos para responder y defendernos o incluso atacar. Por ello, escuchar atentamente, sin interrumpir, juzgar ni intentar corregir puede resultar todo un reto.
Detalles como apagar el televisor, dejar a un lado el teléfono móvil o parar la actividad que estemos llevando a cabo son cruciales. Nos ayudan a escuchar de verdad y a que se sientan escuchados. Es importante que miremos a nuestros hijos a los ojos cuando nos hablan y que les hagamos saber que estamos comprendiendo lo que nos está explicando.
3. Pausa consciente
El objetivo de esta técnica es que podamos regular nuestras propias emociones antes de responder. En numerosas ocasiones actuamos de forma reactiva debido a nuestra desregulación. Al tomar consciencia de nuestro mundo interno aprendemos a identificar las señales que nos indican que estamos a punto de estallar y podemos tomarnos una pausa.
No se trata de reprimir o negar las propias emociones, sino de tomarnos un respiro para no desbordarnos y poder atender la situación con más consciencia. Podemos, por ejemplo, tomar consciencia de nuestra respiración y verbalizar que necesitamos unos momentos para pensar en cómo se puede manejar la situación.
4. Reconocer y nombrar emociones
La inteligencia emocional es un aspecto clave en la crianza. Es importante que recordemos que todas las emociones son válidas y aportan información. Además, es necesario recordar también que nuestros hijos nacen con la capacidad de sentir todas las emociones, pero sin las herramientas para poder regularlas.
Para poder reconocer las propias emociones es necesario poder nombrarlas, identificar cómo se manifiestan en el cuerpo y comprender el mensaje que nos traen. Ver, nombrar, sentir y validar las emociones ayuda a reducir su intensidad. Los adultos deben ayudar a nombrar las emociones de los infantes y pueden hacerlo usando frases como “tengo la sensación de que estás…”, “me parece que ahora mismo estás…”.
5. Observación de lo cotidiano
Cualquier momento del día a día es bueno para poner en práctica la atención plena. Es interesante que podamos dedicar instantes a observar de forma consciente lo que está sucediendo a nuestro alrededor mientras, por ejemplo, desayunamos, paseamos o preparamos el baño.
Esto nos permite practicar el no juicio y nos ayuda a aceptar las experiencias cotidianas. Además, nos permite valorar detalles y fomentar los espacios de conexión. De esta forma, estamos fortaleciendo el vínculo y mejorando la relación. Puede ser realmente interesante plantear estos momentos de atención plena como una actividad para hacer compartida y que tanto adultos como hijos/as verbalicen lo que ven, oyen, sienten y piensan.
¿Te interesa este contenido?
¡Suscríbete a “La vida con hijos”!
Nuevo newsletter de contenido exclusivo sobre crianza, educación y pareja.
Al unirte, aceptas recibir comunicaciones vía email y aceptas los Términos y Condiciones.
