¿Puede ser posible que dos individuos puedan comunicarse a distancia? Esta es una pregunta que parece que solo puede tener una respuesta afirmativa en las películas de ciencia-ficción. Pero la neurociencia está estudiando esta posibilidad, que cada vez cuenta con más respaldo científico.
El cerebro como generador de energía
El cerebro genera energía eléctrica como resultado de millones de operaciones y funciones llevadas a cabo por un sistema de circuitos electro-químicos por el cual se transmite la información. Por tanto, resulta fácil pensar en la posibilidad de analizarlo o incidir en él a través de aparatos electrónicos. Actualmente, gracias a las investigaciones y avances en las nuevas tecnologías, conocemos más sobre nuestro cerebro, su funcionamiento y cómo incidir en él.
Algunos de los diversos métodos no invasivos o de baja invasividad que nos permiten registrar la actividad cerebral o bien incidir en esta son la electroencefalografía (EEG) y la estimulación magnética transcraneal (EMT). A grandes rasgos, la EEG nos permite registrar y medir la actividad eléctrica cerebral, mientras que a través de la EMT podemos incidir y modificar transitoriamente cierta actividad neuronal excitando o inhibiendo determinadas regiones cerebrales.
La manipulación de la actividad cerebral
¿Qué muestran las recientes investigaciones acerca de los avances en interpretación y manipulación de la actividad cerebral?
Hoy en día, se ha demostrado que a través de un EEG es posible descifrar pensamientos sencillos, como por ejemplo, saber si la persona está imaginando que mueve alguna parte de su cuerpo. Esto es debido a que, cuando imaginamos un movimiento voluntario (sin llevarlo a cabo) se activan determinados circuitos neuronales en nuestro córtex motor, responsable de controlar, planificar y ejecutar nuestros movimientos. Así pues, a través de EEG podemos recibir cierta información sobre lo que la persona está imaginando o pensando y, de alguna forma, tal y como mencionó Alejandro Riera (Físico, PhD en neurociencias e investigador en Starlab) en la pasada reunión de primavera de la SCNP, «estamos empezando a crackear el código neuronal».
Teniendo este concepto en cuenta, ¿qué pasaría si pudiésemos enviar o “inyectar” esta información a otro cerebro? ¿Podríamos lograr una comunicación intercerebral a distancia?
Comunicando dos cerebros entre sí
Aunque todo esto nos pueda sonar más a una película de ciencia-ficción, el 28 de marzo de 2014 se llevó a cabo el primer experimento en la historia en el que dos personas compartieron un pensamiento consciente de una manera directa entre cerebro-cerebro. El neurocientífico Carles Grau, profesor emérito de la UB y asesor científico de la empresa Starlab, y el físico y matemático Giulio Ruffini, de la empresa Starlab y Neuroelectrics de Barcelona, se comunicaron a gran distancia con sus cerebros. Esta comunicación se realizó a 7.800km de distancia puesto que el emisor se encontraba en India y el receptor en Francia. En este caso, la palabra transmitida fue “hola”.
A través del casco con electrodos del emisor y su registro en EEG se pudo codificar este pensamiento de la palabra “hola” y transformarlo en código binario (formado por unos y ceros) a través de una Brain Computer Interface (BCI). Esta transformación a alfabeto computacional se logró estableciendo un sistema por el que, cuando el emisor pensaba en mover la mano, la interfaz registraba un “1”, y cuando pensaba en mover el pie, registraba un “0”, hasta codificar toda la palabra. En total se transmitieron 140 bites con un rango de error de tan sólo el 1-4%. Mediante la Computer Brain Interface (CBI) y a través de la EMT, el receptor, que tenía los ojos tapados con una venda, recibió una lista de bites interpretando un “1” cuando veía fosfenos (sensación de ver luces) y un “0”cuando no recibía fosfenos, y así hasta decodificar todo el mensaje. Para lograr esta comunicación tuvieron que realizar previamente y durante meses un entrenamiento y conocimiento del código binario (Grau et al., 2014).
El presente estudio afirma que es posible unir dos mentes humanas a través de la integración de estas dos neurotecnologías (BCI y CBI) de una forma no invasiva, de forma consciente y con base cortical (Grau et al., 2014). Asimismo, mediante esta investigación se ha demostrado una comunicación inter-sujeto a través de la utilización del alfabeto computacional, hecho que nos acerca más a una visión del ser humano como organismo cibernético, o cyborg en una sociedad tecnológica.
Futuras líneas de investigación
Por ahora, podemos ser capaces de transmitir determinados pensamientos, pero ¿qué se pretende conseguir en un futuro?
Posteriormente a esta investigación pionera, como la de Grau y Ruffini (2014) se han abierto futuras líneas de investigación, como por ejemplo las que pretenden la comunicación directa y no invasiva de las emociones y los sentimientos. Incluso se espera que los ordenadores puedan interactuar directamente con el cerebro humano.
También se pretende una mejora en el ámbito clínico, tratando enfermedades en las que el sujeto se ve incapaz de modular sus pensamientos, como puede ocurrir en la depresión, dolor, pensamientos psicóticos u obsesivos compulsivos. Por último también se está investigando por lograr una comunicación bidireccional en la que un mismo sujeto pueda emitir y recibir el mensaje, es decir, integrar la EEG y TMS en cada sujeto.
Dudas y posibilidades de la comunicación intercerebral
¿Cuál sería el impacto tecnológico sobre la sociedad? Varias son las consideraciones éticas que deben formularse en torno a la posibilidad de la comunicación intercerebral.
Algunos de los interrogantes éticos y morales que pueden surgir al pensar en el futuro desarrollo de técnicas innovadoras que permitan una manipulación más exhaustiva de la actividad cerebral ya están siendo debatidas y estudiadas.
¿Qué consecuencias positivas y negativas se desprenderían si se lograra decodificar el código neuronal?, ¿Sería un beneficio, o más bien nos perjudicaría?, ¿A quién realmente beneficiaría y a quién perjudicaría?, ¿Qué sería de la “libertad de pensamiento”?, ¿Hasta qué punto nuestra personalidad seguiría siendo “nuestra”?, ¿Dónde se deberían establecer los límites del transhumanismo?, ¿Estaría al alcance de todos?...
Está claro que el mundo avanza a pasos agigantados, estamos evolucionando y adentrándonos a un campo lleno de posibilidades que pueden beneficiar a nuestra especie y mejorar la calidad de vida, sin embargo no hay que olvidar la importancia y necesidad de actuar con humildad, igualdad, justicia y responsabilidad para que el transhumanismo, tal y como diría Francis Fukuyama, no acabe siendo «la idea más peligrosa del mundo».
Referencias bibliográficas:
- Grau, C., Ginhoux, R., Riera, A., Nguyen, TL., Chauvat, H., Berg, M., ... & Ruffini, G. (2014) Conscious Brain-to-Brain Communication in Humans Using Non-Invasive Technologies. PLoS ONE 9(8): e105225. doi: 10.1371/journal.pone.0105225