Cuando llega un nuevo miembro a la familia, la pareja necesita tiempo para adaptarse a esta nueva realidad de ser tres —o más—. Las dinámicas cambian tanto a nivel de pareja como a nivel individual. Nacen nuevas responsabilidades a la vez que pueden reabrirse heridas emocionales del pasado.
La crianza puede llegar a generar mucha tensión entre la pareja, incluso si antes de la llegada de la criatura todo estaba bien. Esto sucede especialmente en aquellas parejas en las que la manera de ver y entender la crianza difiere. Es decir, cuando no hay una forma similar de hacer frente a las diversas situaciones que van dándose.
A lo largo de este artículo damos respuesta a diferentes cuestiones relacionadas con los conflictos de pareja a raíz de la crianza. Empezamos hablando sobre por qué discutimos y cómo debemos actuar cuando estamos en conflicto y las criaturas están delante. Abordamos la importancia de las conversaciones “en frío” y, por último, planteamos estrategias prácticas.
¿Por qué discutimos sobre cómo criar?
En el escenario más ideal que podamos imaginar, las parejas se habrían sentado a hablar sobre los estilos de crianza que son importantes para cada uno de ellos, así como los valores que quieren transmitir a sus descendientes y la forma de hacerlo.
Sin embargo, en la gran mayoría de ocasiones esto no sucede y las parejas sufren mucho cuando se dan cuenta de que tienen formas de hacer o entender la crianza diferentes puesto que, con gran frecuencia, esto acaba suponiendo conflictos.
Es importante comprender que todo lo que vivimos en la infancia tiene un gran peso en nuestra forma de ejercer como padres y madres. Es decir, nuestras respuestas como progenitores están moldeadas por aquello que nosotros vivimos como niños. Por supuesto, esto no es algo inamovible.
Hay autores que explican que detrás de cada estilo parental se esconde una necesidad no resuelta. En algunos casos es la necesidad de seguridad, mientras que en otros puede ser el control, el respeto o la conexión, por ejemplo. Como consecuencia, cuando una de las dos personas siente que su forma de hacer es juzgada o invalidada tiene una fuerte reacción.
- Artículo relacionado: "Los 15 tipos de conflictos (y cómo resolverlos)"
¿Cómo actuar cuando estamos delante del niño en pleno conflicto?
Uno de los momentos más complejos de llevar para las parejas es cuando los conflictos por la crianza se producen delante de los niños. Habitualmente, uno de los dos está actuando de forma que al otro no le parece adecuada y entonces se genera el conflicto. Y también las dudas.
¿Intervenir en esos momentos es adecuado? Esta es una de las preguntas que más se repiten. Debemos recordar que los niños y las niñas aprenden de lo que se les dice a ellos/as (y la forma en que se les dice), pero también de otros aspectos como la forma en la que los adultos se relacionan entre ellos/as.
Si el conflicto implica faltas de respeto, tonos elevados y constantes desautorizaciones de un padre hacia el otro la criatura puede llevar a sentirse muy insegura. Como consecuencia, puede intentar resolver la situación asumiendo responsabilidades que no le corresponden e interviniendo como mediador o entrar en dinámicas poco saludables.
Por tanto, lo más recomendable para el sistema familiar y, en especial, el bienestar infantil sería que los padres pudieran verbalizar que necesitan hablar del tema en privado y que pudieran hacerlo posteriormente. De esta forma, lo que las criaturas aprenden es el respeto, la regulación, la comunicación y la cooperación en la resolución de conflictos.
- Quizás te interese: "Cómo superar una crisis de pareja: 6 consejos útiles"
Las conversaciones en frío nos pueden ayudar
Cuando las emociones que estamos sintiendo son muy intensas, nuestro organismo se siente en peligro. Al activarse el sistema de amenaza, es más difícil acceder al pensamiento lógico, flexible, a la comprensión y a la empatía. Es más probable que adoptemos posturas defensivas porque esa es la prioridad.
Sabiendo esto, lo más recomendable es tener las conversaciones que sean necesarias “en frío”. Es decir, desde un estado de regulación y la máxima calma posible. Es importante que ambas partes estén disponibles a nivel emocional para poder hablar de temas en los que no hay puntos en común.
No se trata de intentar convencer a la otra persona ni de analizar los argumentos para ver quién “tiene razón”. El objetivo de estos encuentros debería ser poder compartir con la otra persona los valores que queremos transmitir a nuestros hijos, de qué forma queremos hacerlo y cómo queremos que nuestros hijos se sientan en esta familia.
Finalmente, en estos encuentros es importante recordar que nuestra pareja forma parte de nuestro equipo. Los conflictos en la crianza nos pueden llevar a sentir a veces que la otra persona es el enemigo, pero no es así. Hablar de las posibles heridas emocionales que nos están llevando a actuar de determinada forma puede ayudarnos a acercarnos y entender más a la otra persona.
Herramientas prácticas
A continuación compartimos algunas herramientas que pueden ayudar a hacer frente a los conflictos relacionados con la crianza de una forma más saludable. De todas formas, si las dificultades están generando un malestar intenso en la pareja y/o la unidad familiar, es recomendable pedir ayuda a profesionales que puedan ajustar las herramientas y estrategias a las necesidades de cada familia.
1. Pausar conscientemente
En los momentos de calma, es conveniente pactar una señal, gesto o palabra clave para usar en los momentos de tensión. De este modo, cuando sintamos que el conflicto aparece o empieza a escalar la tensión, podemos usarla y retomar esta conversación en otro momento.
2. Reforzar los aspectos comunes
Es importante que dediquemos tiempo a encontrar aquellos puntos en los que sí coincidimos porque esto refuerza la idea de equipo y, además, ayuda a que la criatura perciba más coherencia y consistencia en los límites.
3. Escuchar, validar, y proponer
Si queremos hacer una propuesta para que algo se haga de forma diferente a cómo se está haciendo, es importante escuchar a la otra persona y comprender cuál es la necesidad que le lleva a actuar de esta forma en concreto. Una vez nos hemos asegurado de que hemos comprendido bien la necesidad, es importante validarla. Cuando hemos hecho todo esto, podemos plantear una alternativa que sea cuidadosa con la necesidad de la otra persona.
4. Tomar nota
Algunos autores plantean la idea de hacer una especie de “diario” o registro compartido en el que se puedan expresar dudas, plantear observaciones y propuestas relacionadas con situaciones concretas. Tener estas ideas puede ser de gran ayuda para abordar las diferencias en los momentos de calma.
5. Realizar “reuniones de crianza”
Con el fin de fortalecer el equipo parental, puede ser interesante y beneficioso agendar encuentros frecuentes (semanales o quincenales) que permitan hablar sobre cómo se sienten las diferentes partes implicadas con la crianza y con el equipo parental, qué cosas sienten que funcionan y qué cosas sienten que necesitan revisar.
¿Te interesa este contenido?
¡Suscríbete a “La vida con hijos”!
Nuevo newsletter de contenido exclusivo sobre crianza, educación y pareja.
Al unirte, aceptas recibir comunicaciones vía email y aceptas los Términos y Condiciones.

