¿Cómo nos influye emocionalmente nuestro “segundo cerebro” en el sistema digestivo?

La relación entre nuestro bienestar emocional y la salud digestiva es más estrecha de lo que parece.

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Si observamos qué nos dice la sabiduría popular al respecto de este tema, podemos observar que el refranero español ya tiene muchas referencias que relacionan entre el sistema digestivo y las emociones. Algunos ejemplos podrían ser dichos como: “se me revuelven las tripas”, “hacer de tripas corazón”, “tener mariposas en el estómago”, etc.

Es probable que, en más de una ocasión, hayas sentido “un nudo en el estómago”. A lo largo de este artículo, veremos qué es el “segundo cerebro”, cómo se influye en las emociones y cómo se relaciona con el cerebro. Además, para acabar, veremos algunas estrategias para mantener estas relaciones lo más reguladas y equilibradas posibles.

El “segundo cerebro”

El sistema nervioso entérico (SNE) es una parte del sistema nervioso autónomo que se encarga, a grandes rasgos, de aspectos como la movilización de las partículas desde la boca hasta el recto, la vascularización de las zonas implicadas y las secreciones del aparato digestivo. Además, también se ocupa de transmitir las señales de hambre y saciedad.

Este sistema se encuentra formado por una compleja red neuronal, se defiende que se compone de unos 100 millones de neuronas, que van desde el esófago hasta el recto. Se encuentra en constante comunicación con el cerebro y realiza funciones de máxima importancia para la vida de las personas.

El estudio del SNE se ha popularizado en la última década y se ha visto que tiene una estructura similar a la del sistema nervioso central (SNC), por eso se le llama “segundo cerebro”. Entre estas, destacan: la red neuronal, las funciones autónomas, las constantes comunicaciones con el cerebro, el impacto en la salud y en las emociones.

Como decíamos, el sistema nervioso central está en constante comunicación con el tubo digestivo y viceversa. Esto es lo que se conoce como el eje intestino-cerebro. Dicha conexión se da mediante las vías simpática y parasimpática del sistema nervioso autónomo.

Alrededor del 90% de la serotonina se produce en el “segundo cerebro”. Este neurotransmisor se ha popularizado puesto que se relaciona con el bienestar y la regulación del estado de ánimo y el comportamiento. A nivel cerebral, está implicada en otros muchos procesos, de igual forma que también es relevante en los procesos digestivos.

En los últimos años, se ha empezado a poner de manifiesto un tercer agente elemental en todos estos procesos: la microbiota intestinal. Este concepto hace referencia a los microorganismos que habitan el tubo digestivo y que tienen un gran papel en el diálogo constante entre cerebro y sistema digestivo.

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Influencia del sistema digestivo en las emociones

Es posible que hayas vivenciado, en algún momento, la relación entre las emociones y el sistema digestivo en tu propio cuerpo. Es decir, quizá, en algún momento, hayas sufrido de dolores estomacales, espasmos, o incluso diarrea cuando estabas pasando por un momento de elevado estrés, angustia o preocupación.

Teniendo en cuenta la íntima conexión que hay entre el sistema nervioso autónomo (SNA) y el SNE, actualmente se defiende que este segundo cerebro está muy relacionado con emociones básicas y primitivas relacionadas con la supervivencia. Entre ellas destacan: el miedo, la percepción de peligro, la sensación de seguridad, el deseo sexual y el hambre.

Así pues, afectará tanto al procesamiento emocional como a la toma de decisiones. Las reacciones viscerales que se producen ante determinadas situaciones envían información valiosísima al SNA y ayudan a calibrar y actuar buscando la supervivencia.

El sistema nervioso entérico está directamente relacionado con la regulación de las emociones y el estrés. Cuando se dan alteraciones persistentes en el funcionamiento del SNE se pueden dar problemáticas de salud como el altamente conocido, y cada vez más común, síndrome del colon irritable.

En adición, los últimos estudios señalan que las bacterias intestinales tienen una clara asociación con la conducta. También se considera algo cada vez más claro el hecho de que la presencia de problemas digestivos persistentes suelen derivar en ansiedad y depresión.

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Estrategias para mejorar la salud digestiva y emocional

Es elemental conocer la conexión entre los sistemas implicados. Recordemos que no estamos hablando solo del sistema nervioso central (cerebro), sino que también interviene el autónomo, en la relación con el entérico. Por supuesto, otro agente elemental en la interacción del eje cerebro-intestino es, como comentábamos, la microbiota.

Precisamente por el alto impacto de la microbiota en todo este proceso, es básico que una de las principales estrategias de mejora de la salud digestiva y emocional sea el cuidado de la alimentación. Es primordial reducir al máximo posible el consumo de productos ultraprocesados y de aquellos con elevados niveles de azúcares y harinas refinadas.

La sociedad en la que vivimos actualmente nos empuja a la prisa y la inmediatez, hecho que contribuye a los procesos inflamatorios que, a su vez, se ven empeorados por el sedentarismo, el bajo consumo de agua y dietas poco equilibradas.

En resumen, podríamos decir que los pilares fundamentales a tener en cuenta son la alimentación y la actividad física. Sin embargo, no podemos descartar otros aspectos como un adecuado descanso e incluso la incorporación de prácticas que nos ayuden a conectar con el momento presente como la atención plena o mindfulness.

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  • Arponen, S. (2021). ¡Es la microbiota, idiota!: Descubre cómo tu salud depende de los billones de microorganismos que habitan en tu cuerpo. Alienta Editorial.
  • Castellanos, N. (2022). Alicia y la barriga maravillosa: Un cuento para entender cómo se alimentan tus emociones. Editorial BEASCOA.
  • Mayer, E. (2018). Pensar con el estómago: Cómo la relación entre digestión y cerebro afecta a la salud y el estado de ánimo. Grijalbo.
  • Perlmutter, D. (2015). Brain Maker: The Power of Gut Microbes to Heal and Protect Your Brain for Life. Editorial: Little, Brown Spark.

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