Las relaciones personales más significativas para nosotros llegan a influir tanto en nuestra mente que incluso afectan al funcionamiento del cerebro. Un ejemplo de ello lo encontramos en el síndrome de abstinencia emocional, una forma de malestar vinculado al amor.
En las siguientes líneas hablaremos de este fenómeno y profundizaremos en sus características, algo necesario para saber cómo gestionar el síndrome de abstinencia emocional ante situaciones como por ejemplo una ruptura de pareja.
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¿Qué es el síndrome de abstinencia emocional?
Tras una ruptura amorosa, y especialmente en las primeros días y semanas después del adiós, podemos vivir sentimientos muy intensos que, en muchas ocasiones, pueden afectar a nuestra capacidad de ser objetivos y racionales. El dolor, la tristeza, la angustia, la incapacidad de concentrarse y los deseos de contactar con nuestra expareja pueden llevarnos a situaciones de vulnerabilidad, en las que es posible dejarse llevar por impulsos o arrebatos de los que podemos arrepentirnos a posteriori.
Terminar con una relación y dejar ir a la persona que tanto hemos querido es complicado, y pese a que tengamos claro que hemos hecho lo correcto alejándonos, pueden surgir momentos en los que nos sintamos débiles y dejemos que nuestras emociones nos dominen. De hecho, los psicólogos aseguran que en el enamoramiento se activan las mismas regiones cerebrales que en el consumo de drogas, lo que lleva a algunos individuos a experimentar el síndrome de abstinencia emocional o amoroso cuando tienen que romper con su pareja. Esto no solo causa dolor psicológico sino que puede llevar al afectado sufrir también síntomas físicos.
La química en el cerebro del enamorado
Para entender qué es el síndrome de abstinencia emocional, es necesario conocer las características en común entre muchas relaciones amorosas y lo que solemos entender por la palabra "adicción"; en ambos procesos surge una dinámica de dependencia hacia algo o hacia alguien.
Cualquier persona que haya experimentado el enamoramiento sabe que es, sin lugar a dudas, una de las mejores experiencias que podemos vivir. Pero también existe la otra cara de la moneda: es el desamor. Una situación difícil de superar, que puede llevarnos a una crisis existencial si no sabemos gestionarla correctamente.
Y es que el desamor nos lleva a vivir momentos realmente dolorosos, porque la química cerebral del enamorado puede hacernos sentir adicción por nuestro/a ex, dirigiendo todos nuestros sentidos hacia esa persona y haciendo que nuestro día a día se convierta en un intento por salir adelante y recuperar nuestro bienestar pese a que queramos fundirnos en los brazos de nuestro alguien especial.
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Cuando tenemos el “mono” por alguien
La química del amor puede hacernos vivir en una nube, pero cuando no tenemos la posibilidad de estar con la persona que deseamos podemos sentir el “mono”, como si de una droga se tratase.
Cuando nos enamoramos, nuestro cerebro segrega sustancias como la serotonina (relacionada con la felicidad), las endorfinas (hormonas asociadas a la sensación de placer), la adrenalina (hace que nos sintamos enérgicos) y la dopamina, que tiene una función importante en la supervivencia del ser humano, al provocar la repetición de aquellas conductas que son clave para la perduración de la especie. Por ejemplo, la comida o el sexo. Pero también está implicada en las conductas adictivas, como son el consumo de drogas o la ludopatía.
En este sentido, el Colegio de Medicina Albert Einstein, tras una investigación, afirmó que “cuando el amor se rompe, de igual que cuando alguien deja las drogas, pueden aparecer efectos secundarios como las conductas depresivas u obsesivas, e incluso el síndrome de abstinencia. Generalmente, este síndrome, ya sea emocional o por abuso de drogas, provoca síntomas psicológicos y físicos, porque afecta a nuestro sistema nervioso”.
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Síntomas del síndrome de abstinencia emocional
El síndrome de abstinencia emocional aparece cuando debemos dejar de ver a la persona de la que estamos enamorados, ya sea por voluntad propia o ajena. Y en aquellas situaciones en las que puede haber conflictos, como relaciones tóxicas, infidelidades, etc. su sintomatología puede incrementarse. Por suerte, algunas personas son conscientes de que estos síntomas son pasajeros y que, con el tiempo, es posible recuperar el equilibrio emocional una vez que los circuitos neuronales se debilitan.
No obstante, algunos individuos son incapaces de hacer frente al dolor emocional, tienen la autoestima baja o no cuentan con las herramientas necesarias para superar esta etapa.
Como consecuencia, quedan enganchadas a la pareja: son incapaces de superar la adicción hacia esa persona. En estos casos es necesario acudir a terapia psicológica para ir interiorizando nuevas maneras de gestionar las emociones y otras rutinas capaces de aportar fuentes de motivación ajenas a esa relación.
Los síntomas que una persona con síndrome de abstinencia emocional experimenta son:
Síntomas psicológicos:
- Angustia y ansiedad.
- Tristeza y melancolía.
- Deseos de estar con la persona amada, de llamarla y contactarla.
- Aturdimiento y falta de concentración
- Insomnio.
- Pérdida de apetito.
- Pensamientos obsesivos.
- Sentimiento de desapego por la vida.
- Incapacidad de disfrutar de las actividades diarias.
Síntomas físicos
- Mareos.
- Náuseas.
- Dolores de cabeza.
- Opresión en el pecho.
- Vómitos.
La duración del síndrome de abstinencia varía de una persona a otra, y en muchos casos puede ser una experiencia breve, que va desapareciendo a medida que se acepta la situación. Ahora bien, como el desamor no es un proceso lineal, puede ocurrir que la persona afectada experimente este síndrome de manera frecuente, porque es incapaz de hacer frente a la situación o porque sigue teniendo contacto con la persona que ama a pesar de la ruptura.
Qué hacer para superar el síndrome de abstinencia emocional
Para superar el síndrome de abstinencia y, en general, el desamor, es posible seguir algunas de estas estrategias.
1. Reconocer los síntomas y saber que es transitorio
El síndrome de abstinencia emocional tiene un punto álgido al poco tiempo de la ruptura (el primer mes suele ser el más difícil) pero con el tiempo es posible superarlo. Por eso es importante reconocer que uno está pasando por esta fase del desamor (que es transitoria) para de esta manera intentar controlar esta experiencia física y emocional muy real y dolorosa.
2. Contacto 0
Cuando uno se encuentra en la situación de dejar una relación, seguir teniendo contacto con la pareja (con la ilusión de que las cosas podrían arreglarse) es contraproducente. Esto lo único que deja claro es que existe dependencia emocional y alarga el sufrimiento si la verdadera intención es volver a ser feliz y recuperar el bienestar tras una relación que no ha funcionado.
Por este motivo los psicólogos recomiendan contacto 0, es decir “todo o nada”, porque igual que ocurre con la adicción a las drogas, ver a la persona amada y tener contacto con ella favorece las recaídas. Si seguimos la lógica del Condicionamiento Clásico, la exposición a la persona amada reactiva el circuito neuronal que está implicado en el enamoramiento, por lo que si queremos es debilitarlo y recuperar la estabilidad emocional, debemos ser fuertes y romper cualquier tipo de contacto con la persona.
Además, si el sentimiento es muy intenso, incluso se recomienda evitar el contacto a través de las redes sociales, porque estas provocan algunos fenómenos como el Síndrome FOMO que acrecientan la obsesión y el sufrimiento tras una ruptura.
3. Distraerse
Uno de los grandes errores que se pueden cometer en esta fase es dar rienda suelta la obsesión y los pensamientos intrusivos, que suelen ser habituales: los recuerdos y memorias aparecen una y otra vez en nuestra mente. Por eso es importante buscar actividades que nos obligen a estar distraídos. Pasar tiempo con los amigos, estudiar o ir al gimnasio funcionan muy bien.
4. Luchar por el propio desarrollo personal
Cuando lo dejamos con nuestra pareja, el coste para nuestra autoestima es alto. Por eso, debemos de conectar con nosotros mismos y hacer esas cosas que nos gustan. Cosas que nos hagan crecer como personas y con las cuales disfrutamos. Quizás estudiar ese máster que tanto nos motiva o apuntarse a clases de baile. Uno sabe lo que realmente le hace feliz y hace que su vida sea plena.