En las relaciones de pareja es fundamental sentar las bases materiales para que esta vida en común se pueda desarrollar: elegir un buen piso, hacer cuadrar los horarios de trabajo, repartirse bien las responsabilidades, etc.
Creencias tóxicas que pueden corromper una relación de pareja
Sin embargo, no es menos cierto que para que la relación llegue a buen puerto es necesario, además de rodearse de objetos y hábitos que permitan apoyarse mutuamente, desarrollar una buena sintonía a nivel psicológico. O lo que es lo mismo, desechar todas las ideas y creencias tóxicas relacionadas con cómo debe ser vivida la vida en común, el papel de cada miembro de la pareja y las intenciones de la otra persona que la mueven a estar con nosotros.
A continuación indico algunas de estas creencias tóxicas, para que a partir de la autorreflexión puedan ser reconocidas y cuestionadas por aquellas personas que las puedan tener aún sin darse cuenta en un inicio.
1. Amor es propiedad
La creencia que lleva a los problemas de celos. Entender que la pareja forma parte de uno mismo sólo sirve para atentar contra su individualidad. Ejemplo: "son las diez de la noche y aún no me ha llamado".
2. La culpa es suya
Una relación es algo bidireccional, pero hay personas que, cuando aparecen ciertos problemas típicos de la vida en común, culpan a la pareja automáticamente. Esto ocurre porque acostumbra a ser más fácil culpar de algo a un elemento externo a nosotros que buscar en nuestra conducta aspectos que hayan podido desencadenar en conflicto, o que reflexionar sobre si todo se basa en un simple malentendido. En este sentido, cuidado con las personalidades que tienden al victimismo.
3. La lectura de la mente
A veces, una relación de pareja puede confundirse con el conocimiento absoluto de lo que piensa la otra persona. Cuando entendemos que el comportamiento de nuestra pareja es básicamente muy predecible, tenderemos a atribuirle intenciones de manera cada vez más peregrina, hasta llegar al punto de acercarnos al pensamiento paranoico y sospechar constantemente sobre lo que quiere. Ejemplo: "quiere sacar a pasear al perro para estar menos tiempo conmigo".
4. La lectura de la mente inversa
Como la anterior, pero basada en lo que la otra persona debería saber sobre nosotros y a la práctica demuestra no saber. La creencia de que el amor confiere una especie de poder telepático parece absurda, pero no es rara de encontrar y de tanto en tanto ofrece unas escenas estereotípicas llenas de reproches del estilo: "no sé, tú sabrás" o "haz lo que quieras, ya conoces mi opinión".
5. La otra persona es mejor que nosotros
El simple hecho de dar por supuesto que la otra persona es más valiosa que uno mismo introduce una asimetría en la relación. Una asimetría que al principio es ficticia y existe sólo en nuestra imaginación, pero que pronto puede transformarse en una descompensación real, en una profecía autocumplida. Por ejemplo, es frecuente acostumbrarse a hacer sacrificios deliberados y muy costosos por el bien de la otra persona, algo que puede hacer que la otra persona se acostumbre a tener un trato especial y a liderar la relación en todos los ámbitos.
6. Tengo que demostrar cosas
Esta creencia está muy relacionada con la anterior. En resumidas cuentas, se trata de la idea de que la relación tiene que mantenerse viva a partir de acciones totalmente planeadas en las que ofrecemos la mejor faceta de nosotros mismos. Se trata de algo parecido a una prolongación indefinida de la etapa de pretender causar una buena primera impresión, y que puede llegar a perdurar hasta años después de estar casados. Esta creencia tóxica atenta frontalmente contra cualquier muestra de espontaneidad en la vida de pareja.
7. La creencia en el superorganismo
Esta puede resumirse en creer que la vida en pareja es algo parecido al culmen de la vida de una persona, una etapa en la que se pierde la propia individualidad y se pasa a formar parte de una entidad más grande, tal y como una oruga se transformaría en una mariposa. El problema de esto es que, por un lado, favorece el aislamiento y el alejamiento de familiares y amigos, y por el otro, esta unión con la otra persona no deja de ser ficticia, con lo cual esta idea no se corresponde con la realidad.
8. Mi pareja me define
Esta creencia puede llegar a ser tóxica si se toma al pie de la letra, ya que tiene el poder de autocumplirse a costa de nuestra propia identidad. Las personas que adoptan una versión extrema de esta creencia cambian de aficiones, de personalidad e incluso de su manera de hablar en función de con quién están saliendo. Las consecuencias negativas de esto tienen que ver con la pérdida de nuestra capacidad de reivindicarnos a nosotros mismos como personas con criterio propio, pero también genera problemas que se sitúan sobre todo en el plano social, ya que las personas que nos conocen pueden ver en esto una especie de fraude.
9. La necesidad del drama
Como a veces se entiende que la relación con la pareja tiene que ser más intensa que nuestras relaciones con el resto de personas, esto puede extrapolarse también al terreno de los conflictos cotidianos. Es posible que se sobredimensiones auténticas minucias, como el hecho de que el regalo que nos ha hecho la pareja no case del todo con nuestros gustos.
10. Da igual lo que haga, es mi pareja
Esta creencia se basa en la idea de que la relación de pareja es, en esencia, una especie de licencia o contrato indefinido. Mientras la relación tenga la etiqueta de "relación de pareja", los dos involucrados (aunque normalmente solo nosotros) están legitimados para hacer lo que quiera, sin necesidad de tener en consideración los pactos y las responsabilidades acordadas.
Algunas conclusiones...
Por supuesto, la manera en la que he expuesto aquí estas creencias es caricaturesca, para mostrar así claramente las implicaciones destructivas de las líneas de pensamientos y conclusiones precipitadas a las que pueden dar origen.
En la vida real estas ideas aparecen bastante más disfrazadas, y casi siempre ni siquiera se ha reparado en su existencia de tan básicas y simples que son. La tarea de descubrirlas y afrontarlas también puede ser uno de esos retos que pueden ser emprendidos conjuntamente y que hacen que la vida en común sea más intensa.