Por lo que a las relaciones se refiere, los hombres siempre han tenido el papel más competitivo: el de encontrar una pareja que se adapte a sus particularidades. Las mujeres, en cambio, tradicionalmente han adoptado un rol mucho más pasivo, limitándose a aceptar o no a sus pretendientes.
Dicho de otro modo, el hombre debía hacer que la mujer experimentase euforia al sentirse deseada, y lo contrario era muy inusual.
Sin embargo, en los nuevos tiempo los roles de género han cambiado y sus diferencias se han difuminado mucho. ¿Habrá afectado este cambio también al modo en el que los hombres experimentan la vida sexual y amorosa? ¿Necesitan sentirse deseados igual que las mujeres, o hay algo en la mente masculina que permanece inalterable independientemente de cómo evolucionen los tiempos?
Expresando la atracción
Cualquier representación del conquistador y el "galán" masculino presenta las mismas características estereotípicas: una persona que, cuando trata con mujeres, solo utiliza su ingenio y su capacidad de improvisación para encontrar nuevas formas de hacer que esta se sienta importante y deseada. Desde ofrecer ayuda para realizar las acciones más simples (sentarse, subir unas escaleras) hasta ofrecer cumplidos constantes.
La idea es, aunque suene simple (porque en realidad lo es), añadir al propio atractivo la experiencia agradable de sentirse seductora en compañía de ese hombre en cuestión. Eso hace que la idea de sentirse deseada sea vista como un "extra", algo que se recibe desde fuera y que hace que crezca la predisposición a tener una relación con alguien. Pero... ¿podría ser que ese mismo sentimiento fuese una necesidad del hombre, algo que normalmente no recibe?
Esto es, por lo menos, lo que sugieren algunas investigaciones; el hombre también valora mucho sentirse deseado como parte de la experiencia romántica o sexual.
¿Quién toma la iniciativa, hombres o mujeres?
En una investigación cualitativa conducida con la ayuda de 26 hombres jóvenes que se ofrecieron voluntarios, los resultados mostraron que aproximadamente un 40% de ellos no solo no valoraba positivamente la idea de tener relaciones sexuales sin sentirse deseados, sino que además se resistían a asumir la idea de que siempre tuviesen que ser ellos quienes mostrasen interés en la otra persona de manera unilateral.
Es decir, que aunque los roles tradicionales aún tengan influencia, podrían estar enmascarando una cantidad significativa de hombres que se cuestionan la idea de que sea la mujer quien deba "dejarse seducir".
En otro estudio de características similares, la cantidad de hombres que mostraban preferencias por un trato igualitario en la "toma de contacto" con una persona desconocida o relativamente desconocida era del 72%. Es decir, en este caso la mayoría de participantes esperaba de la mujer una actitud más activa que diese pie a que se sintiesen deseados, en vez de ser simplemente los que abren la conversación y toman las riendas del diálogo y del acercamiento.
Además, el número de hombres que afirmaban que el rol tradicional de "galán" exigía demasiado de ellos y resultaba poco satisfactorio era mayoritario entre ese porcentaje de los participantes; simplemente, opinaban que no existe una razón válida para que la mujer deba permanecer en una posición pasiva sin mostrar señales de que la persona que tiene delante le atrae.
Recibiendo cumplidos
Realizar cumplidos acerca de las cualidades positivas de los hombres no suele ser una estrategia de seducción característica de las mujeres, si se las compara con lo que hace el sexo opuesto. Sin embargo, los cambios en los roles de género parece estar debilitando esas diferencias de comportamiento en las que se sustentaba la costumbre de conocer potenciales parejas románticas o sexuales, así que esto parece estar cambiando.
¿Y de qué modo se produce esta evolución? De momento, en la mente de los hombres, y posiblemente en poco tiempo en el modo en el que las mujeres abordan la búsqueda de parejas esporádicas o estables.
Por ejemplo, ellas pueden iniciar los acercamientos hacia desconocidos, expresar lo que les agrada de la otra persona (sea físico o psicológico), no mostrar tabúes sobre el sexo y tomar la iniciativa en la toma de decisiones acerca de los planes que se pueden realizar en una cita.
La estigmatización de la mujer que conquista
Sin embargo, para que este cambio se pueda producir es importante que desaparezca el estigma de la mujer que se comporta de manera masculina y que, en el ámbito de las relaciones afectivas y sexuales, tiene que ver con la mala imagen de la promiscuidad femenina.
El machismo que permanece en la cultura, incluso en países occidentales o con grandes influencias de occidente, hace que las mujeres que expresan atracción e interés en hombres tengan que afrontar un estigma importante que tiene repercusiones serias sobre el modo en que sus círculos sociales las tratan. Este estigma actúa como ancla que impide no solo que los hombres dejen de tener la responsabilidad de tomar la iniciativa siempre sino, más importante aún, que las mujeres se puedan sentir cómodas expresando su sexualidad.
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