¿La relación está perdida o solo falta ver las cosas desde otro ángulo? En los momentos más retadores de una relación de pareja, vale la pena hacerse esta pregunta.
Cuando las discusiones se vuelven constantes es normal preguntarse si seguir juntos tiene sentido. A veces, la respuesta es un rotundo "no", y está bien, ya que no todas las relaciones tienen que durar para siempre, pero hay muchas parejas que creen que ya no hay salida y resulta que sí la hay, solo que necesitan una perspectiva diferente. Y aquí es donde la ayuda de un psicólogo o sexólogo suma muchísimo.
Ir a terapia es un paso que muchas parejas subestiman, pero que puede cambiar completamente la dinámica de la relación y evitar que los problemas pequeños se conviertan en montañas imposibles de escalar. Vamos a ver algunas razones por las que la terapia de pareja puede ser una gran idea.
Problemas de pareja: no solo les pasa a ustedes
Si alguien te dice que nunca ha tenido problemas con su pareja, te está engañando. Cuando dos personas con historias, costumbres y formas de ver la vida diferentes comparten su día a día, es obvio que en algún momento choquen. Lo importante no es evitar los conflictos, sino aprender a manejarlos sin que se conviertan en una bomba de tiempo.
Muchas veces creemos que discutir es señal de que algo anda mal, pero, la verdad, no hacerlo nunca sería bastante extraño… Pues, quiere decir que alguien se está callando algo o se está amoldando mientras se pierde a sí mismo. Entonces, lo preocupante no es discutir, sino cómo se discute, y allí la terapia puede ayudar un montón.
Es súper clave tener en cuenta que un desacuerdo no tiene que terminar en gritos, insultos o resentimientos, que es lo que muchos han visto como ejemplos en sus casas, en películas o en su entorno en general. Se puede aprender a debatir sin que el amor y el respeto se vean afectados.
Lo que se dice (y lo que no) sobre la terapia de pareja
Hay una idea bastante extendida de que la terapia solo es para parejas que están a punto de romper, como si fuera el último recurso antes de tirar la toalla. Pero no, muchas parejas van a terapia simplemente para mejorar su comunicación, reforzar su vínculo o encontrar maneras más sanas de resolver conflictos.
Otro miedo común es que el terapeuta tome partido. No funciona así. No está ahí para decir quién tiene razón, sino para ayudar a que ambos se entiendan mejor y encuentren soluciones que funcionen para los dos. Por otro lado, también existe el temor de que el proceso sea largo y tedioso, pero la realidad es que cada pareja avanza a su ritmo y muchas notan mejoras desde las primeras sesiones.
Beneficios de la terapia de pareja (y por qué intentarlo)
Si estás pensando en ir a terapia de pareja pero algo en ti aún no te permite tomar la decisión, te compartimos algunas de las cosas que puedes aprender en tus sesiones:
Aprender a comunicarte mejor
Uno de los problemas más comunes es que sentimos que nuestra pareja no nos entiende. O al revés, que cuando intentamos explicar lo que sentimos, la conversación termina en pelea.
En terapia, aprendes a expresarte de forma clara y a escuchar de verdad, sin estar a la defensiva. También se trabaja en identificar patrones de comunicación dañinos, como el sarcasmo, la indiferencia o los reproches constantes.
Tener un espacio seguro para hablar
Hay cosas que no se dicen porque se teme la reacción del otro o porque se cree que no servirá de nada. En terapia, los dos tienen la oportunidad de hablar con tranquilidad, sin interrupciones ni discusiones fuera de control.
Al ser un espacio donde cada uno puede decir lo que siente y ser escuchado de verdad, este ambiente facilita que los temas importantes salgan a la luz sin miedo a que se desvirtúen en una pelea.
Entender mejor a la otra persona
Muchas peleas empiezan porque asumimos cosas, creemos que sabemos lo que el otro piensa o siente, y a veces estamos muy lejos de la realidad. Hablar para comprender y ponerse en el lugar del otro es súper importante, pero a veces es más fácil quedarnos en nuestra cabeza.
Con ayuda del psicólogo o la psicóloga, en terapia, aprendes a ver las cosas desde la perspectiva de tu pareja y a darle espacio para que exprese lo que le pasa sin sentir que le vas a invalidar.
Resolver problemas de manera sana
Los conflictos no van a desaparecer, pero la forma de manejarlos sí puede cambiar. En terapia, aprendes estrategias para discutir sin destruir la relación, buscando soluciones en lugar de entrar en un bucle de reproches.
También se trabajan herramientas prácticas para negociar y ceder sin que nadie sienta que está perdiendo. Porque, sí, es una relación de pareja, no una competencia ni mucho menos un ring de boxeo entre sus intereses.
Reconectar y fortalecer la relación
No todas las parejas van a terapia porque tienen problemas grandes. A veces, simplemente sienten que la chispa se ha ido o que la rutina los ha absorbido, pero las ganas de seguir construyendo un presente y un futuro juntos sigue intacta.
La terapia puede ayudar a recuperar la conexión emocional, mejorar la intimidad y recordar por qué eligieron estar juntos en primer lugar. Además, aprender a valorar los pequeños detalles y renovar el compromiso con la relación es otro de los grandes beneficios de este proceso.
Superar momentos complicados
Toda relación pasa por momentos difíciles: una infidelidad, problemas económicos, la llegada de un hijo o incluso una enfermedad. Estos cambios pueden generar tensión, y la terapia puede ser un gran apoyo para atravesarlos juntos en lugar de dejar que los separen.
Estar dentro de este tipo de situaciones y superarlo en soledad puede ser complejo. Por eso un terapeuta puede ayudarles a identificar qué cambios están afectando la relación y cómo enfrentarlos sin que se vuelvan un obstáculo insalvable.
En fin, ir a terapia de pareja es una forma de aprender a cuidarse mutuamente y mantener la relación sana a largo plazo. Así como hacemos chequeos médicos para asegurarnos de que todo está bien con nuestra salud física, la terapia puede ser una herramienta para cuidar la salud emocional de la pareja. No hace falta esperar a que la relación esté al borde del abismo para buscar ayuda.


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