A todos nos ha pasado escuchar en más de una vez “Si me quisieras, lo harías”, “me harás mucho daño si me dejas”, “que sí… que lo hago todo mal yo siempre, ¡ay, que desgraciada soy!” y demás frases de por el estilo, dichas por familiares, amigos y pareja.
Si cuando un ser querido quiere que hagamos algo que no queremos pero nos hace sentirnos culpables por no hacerlo quizás estamos ante un caso de chantaje emocional, algo a lo que le debemos poner freno ya.
A continuación vamos a entender un poco más qué es lo que hacen los manipuladores emocionales para, así, saber cómo afrontar el chantaje emocional.
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¿Cómo afrontar el chantaje emocional?
El chantaje emocional se puede definir como el acto de control más o menos sutil de una persona a otra hecho en forma de violencia psicológica. Normalmente, quien ejerce este tipo de violencia emocional es un ser querido, como una madre, un hermano, la novia, el marido o incluso amigos de confianza. El chantajista emocional se vale de diferentes acciones para tratar de controlar el comportamiento de su víctima, sin permitirle elegir una opción que beneficie a los dos y, si no le hace caso, habrá consecuencias.
Amenazas, intimidación, hacerse la víctima o criticar duramente a la persona a la cual trata de manipular son solo algunas de las técnicas de las que se valen los chantajistas emocionales para conseguir sus propósitos, siempre a costa de la salud mental y estabilidad emocional de sus víctimas. Afortunadamente, existe todo tipo de estrategias que nos permiten hacer frente a este tipo de situaciones.
¿Cómo detectar a un chantajista emocional?
El chantajista emocional se vale de todo tipo de artimañas para conseguir lo que se propone en su víctima. Intenta e insiste en hacer que su víctima, sea la pareja, un amigo o un familiar cualquiera, haga lo que él o ella desea, aunque esto ponga en un compromiso a la víctima. No le deja otra opción y, en un ejercicio de profundo egoísmo y falta de empatía, el manipulador solo se centra en conseguir lo que se propone, sin ver el maltrato psicológico que está ejerciendo.
No podemos enfrentarnos a un chantajista emocional sin antes detectarlo, y a continuación veremos algunas de las conductas y situaciones propias que se dan en un episodio de chantaje emocional.
1. Exigencias injustas e insaciables
Como comentábamos, los chantajistas emocionales suelen tener exigencias que atentan contra las necesidades, deseos y derechos de su víctima. No les importa cuántas veces la víctima haya satisfecho sus egoístas demandas: no se dan por satisfechos.
2. Pesados e insistentes
Si quiere que le hagamos algún favor, el chantajista no va a dejar de insistir. Se mantiene firme en sus deseos, aunque nos haga perder el tiempo y la salud y, si le decimos que no pensamos como él o ella o que no queremos hacer lo que nos dice, nos dará auténtica guerra hasta que nos cansemos y cedamos en sus deseos.
Si no obedecemos lo que nos dice son varias las respuestas emocionales que puede manifestar, aunque la mayoría serán de decepción y enfado. Se pondrá a llorar, discutirá, reclamará y hará todo tipo de acciones desagradables para que seamos nosotros quienes nos bajemos del burro.
3. Tergiversan las palabras
El manipulador es un especialista en tergiversar las palabras cuando no quiere asumir la responsabilidad. Si queremos defender nuestros derechos y le decimos que no nos parece justo lo que nos pide asumirá, automáticamente, el rol de víctima“ (¡las víctimas somos nosotros!) e intentará hacernos recordar todo lo malo que le hemos hecho. Puede ser cierto lo que nos recrimine, pero desde luego no es argumento como para que vulneremos nuestros propios derechos para satisfacerle.
4. Amenaza con consecuencias
Aunque no siempre son amenazas directas, todo chantajista emocional advierte con que van a darse consecuencias negativas si no le obedecemos. Pueden exagerar las consecuencias de una decisión exagerada, amenazando con todo el dolor y sufrimiento que sentirá o que nosotros mismos también viviremos. Puede amenazar incluso con no dirigirnos la palabra por una auténtica banalidad.
5. Subestiman los problemas de los demás
Al manipulador no le interesan los problemas de su víctima, por muy graves que sean. Como se considera el centro del mundo sus problemas están por delante de los nuestros. Si intentamos compartir con ella algún mal trago por el que estemos pasando nos hará caso omiso e intentará desviar la atención hacia sus supuestos problemas, por muy banales y estúpidos que sean. Sus problemas se añaden a los nuestros.
6. Conocen nuestros puntos débiles
El chantajista es un hábil lector emocional, conoce los puntos débiles de su víctima y mete el dedo en la llaga. No es empático pero desde luego sabe usar muy bien nuestras emociones, usándolas en su propio beneficio y tratando de manipularnos.
Puede decirnos cosas como que somos sus salvadores y que, si no le hacemos caso, le estará condenando a sufrir mucho. También puede hacer lo contrario, decirnos que somos unos inútiles y malas personas y que ya se esperaba que no le ayudaríamos. Cualquier punto débil le vale para manipularnos.
7. Prepotentes y rígidos
Siempre quieren llevar la razón y se molestan mucho cuando les aconsejan o les llevan la contraria: se lo toman como un ataque personal. En su mundo mental ellos son siempre los que están en lo cierto y a la mínima que alguien los contradiga lo interpretan como que insultan a su inteligencia.
Como contraataque se esfuerzan en anular la opinión del otro o, incluso, pueden hacernos comentarios insinuando que somos nosotros los equivocados, por ejemplo “que sí, que lo hago todo mal, que no soy capaz de hacer nada, tú en cambio eres el perfecto” aunque solo le hayamos criticado de forma respetuosa y educada.
8. Cambian de humor con facilidad
Los manipuladores emocionales cambian de humor con extrema rapidez, dado que utilizan esta expresión de emociones según el contexto, de acuerdo con sus intereses. En un momento pueden mostrarse felices y satisfechos y, en absolutamente anda de tiempo, empiezan a llorar, se enfadan o gritan. Si las cosas no salen como quieren, se aseguran de ser lo más irruptivos posibles para que puedan lograr tener el control de la situación.
9. Te hacen sentirte culpable
Si nos resistimos a las demandas del chantajista es muy probable que haga todo lo posible para hacer sentirnos culpables. Nos dirá que nunca le ayudamos, que somos malas personas, que por una cosa que nos pide le decimos que no y demás falsedades. Son mentiras todas ellas porque no es la primera vez que nos pide algo y, nosotros, como manipulados que somos hemos caído en su trampa.
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¿Cómo protegernos de este tipo de manipulación?
Cuando entramos en un círculo de chantaje emocional nos va a costar mucho salir de él, pero no debemos rendirnos porque sí se puede. Eso sí, vamos a necesitar tener las cosas claras y esforzarnos en caer en las egoístas y absurdas demandas de nuestro manipulador. Solo teniendo la cabeza fría y bien centrada en nuestro objetivo de priorizar nuestros derechos por delante de los caprichos de quien dice ser un ser querido podremos liberarnos de su insistencia tirana.
Antes de aprender a cómo protegernos del chantaje emocional debemos tener claro que la persona que lo ejerce normalmente lo hace porque tiene miedo a perdernos algo que, irónicamente, está estropeando la relación. La manipulación emocional suele esconder temor al abandono, expresión de inseguridad personal y poca confianza en uno mismo. Teniendo en cuenta esto no nos debemos ablandar: por muy mal que lo haya pasado esto no justifica el daño que nos está haciendo.
Debemos evitar culparnos, puesto que es el arma principal del manipulador. El chantajista emocional hace que sintamos culpa para explotar nuestras debilidades y conseguir lo que quiere. Es en cierta manera comprensible que nos sintamos culpables al no satisfacer sus deseos, pero antes de darle más vueltas debemos hacer una reflexión: si satisfacemos sus demandas, ¿vulneramos nuestros derechos? ¿Es injustificado lo que pide? Si la respuesta a esto es sí entonces no tenemos ningún motivo para sentirnos mal por no hacerle caso.
Otra forma de hacerle frente es centrar la atención en el manipulador. Puede parecer contraproducente y, de hecho, da la sensación de que estamos cayendo en su chantaje, pero es el arma ideal para hacer que la situación se vuelva en su contra. Escuchando lo que nos pide y, poco a poco, desplazando el foco de atención hacia su persona podremos hacer que reflexione acerca lo justas que son sus demandas. Si comprende que se está pasando es probable que recapacite y nos deje en paz.
Podemos usar el tiempo a nuestro favor cuando el chantajista emocional nos haga peticiones poco razonables. Es común que nos pida un compromiso inmediato porque sabe que, si reflexionamos con la mente fría y con tiempo, no cederemos en su petición. Por eso una buena estrategia es desconcertarle diciéndo que nos lo pensaremos. Tomémonos nuestro tiempo para evaluar los pros y los contras y, si podemos, confiar en que se olvidará de su absurda petición.
Es fundamental aprender es ser asertivo y adquirir la sana habilidad de decir claramente “No”. Uno de nuestros derechos fundamentales es ponernos a nosotros mismos por delante de los demás, siempre y cuando eso no implique hacerles daño. Si nos pide algo y no lo queremos hacer diciéndole educada, amable pero claramente “No” es la mejor manera. Naturalmente, al principio nos hará todo lo que un chantajista emocional hace en esta situación pero, de repetírselo en otras ocasiones habrá un momento en que se cansará y dejaremos de ser su víctima.
Por último, si es de los que nos amenaza con “no lo hagas, tú mismo, atente a las consecuencias” vamos a desconcertarlo diciéndole que las esperamos. Debemos demostrarle que no le tenemos miedo a lo que pueda pasar y que, si tiene que pasar algo, siempre y cuando no sea terriblemente grave, que suceda y ya.
También, si nos insiste con las supuestas consecuencias negativas de no obedecerle basta con preguntarle cuáles son esas consecuencias. En muchas ocasiones ni ellos mismos las saben y, cuando los ponemos contra la espada y la pared, ven que han perdido su poder.
Resumen
El chantaje emocional, por muy leve que sea, es maltrato psicológico. No deberíamos hacerlo ni tampoco deberíamos tolerar que nos lo hagan. Si nuestra pareja, amigos o familiares nos piden cosas que, en caso de no querer hacerlas, nos hacen sentirnos culpables, nos amenazan con unas supuestas terribles consecuencias o destacan lo malo que hemos hecho otras veces nos están haciendo daño. Somos víctimas de un maltrato psicológico al que debemos ponerle fin.
Es por medio de las diferentes estrategias que hemos comentado que podremos romper el círculo vicioso del chantaje emocional. Con determinación, teniendo las cosas claras y sabiendo decir “no” podemos hacer que la persona que tan insistentemente nos ha hablado de sus problemas y ha ignorado los nuestros se dé cuenta de lo abusadora que ha sido. Otras, lamentablemente, nunca se darán cuenta, ya sea por tener un trastorno mental que se lo impide o porque realmente son malas personas. En ese caso lo mejor será romper la relación y salvarse de su tóxica influencia.
Referencias bibliográficas:
- DeGue, S. y DiLillo, D. (2005). "You would if you loved me": Toward an improved conceptual and etiological understanding of nonphysical male sexual coercion. Aggression and Violent Behavior, 10, 513-532.
- Muñoz-Rivas, M.J., Graña, J.L., O'Leary, K.D., y González, P. (2007). Physical and psychological aggression in dating relationships in Spanish university students. Psicothema, 19, 102-107.
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