¿Es lo mismo nacer en primer lugar que en el último? ¿Qué efectos puede tener el orden que ocupamos entre los hermanos en el desarrollo de nuestra personalidad? ¿Hay evidencia científica que avale estas teorías o son meras elucubraciones?
En este artículo damos respuestas a esas preguntas. Empezamos abordando cuáles son las propuestas clásicas en relación con el orden de nacimiento y el desarrollo de la personalidad. Seguidamente, hablaremos de la evidencia científica disponible más actualizada.
¿Qué dicen las teorías clásicas sobre el orden de nacimiento?
El interés por saber si el orden de nacimiento interfiere en el desarrollo de la personalidad no es algo nuevo. Alfred Adler —médico y psicoterapeuta austriaco, contemporáneo de Freud— ya planteaba la idea de que la posición que ocupamos en nuestra familia en función del nacimiento influye en el desarrollo de la personalidad.
Según este autor, los primogénitos tienen más tendencia al liderazgo, la responsabilidad y la protección debido a que durante un tiempo recibieron los cuidados y la atención exclusiva de sus padres. Los hijos del medio muestran más inclinación por los roles mediadores y diplomáticos debido a que se encuentran entre hermanos.
Adler defendía que los hijos menores son, según él, los que más tendencia muestran hacia la libertad y la creatividad. Además, decía que también son los más mimados porque su crianza es más relajada. Por último, consideraba que los hijos únicos mostraban características similares a los primogénitos, aunque con mayor tendencia a la autoexigencia y la independencia.
Una propuesta más reciente, pero que va en la misma línea, es la de Frank J. Sulloway. Este autor también consideraba que los hijos desarrollaban personalidades diferentes en función del orden de nacimiento puesto que esto les permitía obtener la atención de los progenitores.
Sulloway defendía que los primeros en nacer tienen más tendencia a mantener creencias y actitudes similares a la de los padres y, por eso, son más responsables y competitivos. Por otro lado, los que nacen después tienen que competir con sus hermanos y esto los hace, por un lado, más cooperativos y, por otro, más abiertos a explorar diferentes experiencias.
Estudios científicos recientes
La mayoría de propuestas que se han hecho a nivel teórico en el transcurso del tiempo tienen cierto sentido lógico. Sin embargo, no se habían demostrado científicamente y, por eso, se han invertido recursos para investigar sobre el tema en más de una ocasión.
La evidencia científica ha puesto de manifiesto a lo largo de los últimos años que las diferencias entre hermanos son mínimas y poco significativas. Así pues, parece que no existe una norma que aplique a la totalidad de familias.
Se considera, pues, que las diferencias percibidas a nivel intrafamiliar están más bien relacionadas con las expectativas sociales, los roles que cada individuo asume dentro de las dinámicas familiares y las percepciones subjetivas de los padres.
Insistiendo en el hecho de que las diferencias encontradas no son significativas, a continuación dejamos los hallazgos planteados en diferentes estudios:
- Estudio realizado en 2015 con 20000 personas: sugiere pocas diferencias en personalidad y una leve ventaja a nivel cognitivo para los primogénitos.
- Otro estudio realizado en 2015 con 377000 estudiantes también señala que los primogénitos son ligeramente más inteligentes. En cuanto a personalidad sugieren que los primeros son ligeramente más responsables y los más pequeños más sociales. De nuevo, las diferencias encontradas son muy pequeñas. VEl estudio más reciente, publicado en 2025, sugiere que el tamaño de la familia es un factor que puede influir más en el desarrollo de la personalidad que el orden de nacimiento en sí.
Otros factores que influyen en la estructura de la personalidad
Tal y como decíamos previamente, parece que la ciencia no avala la idea de que el orden de nacimiento sea algo que influya de forma significativa en el desarrollo de la personalidad (aunque parece que sí puede relacionarse con la inteligencia).
No podemos olvidar que la personalidad se construye a partir de múltiples factores. Por ejemplo, se considera que la genética puede llegar a determinar un porcentaje considerable de la personalidad y uno más elevado todavía del temperamento.
Además, el entorno es un factor determinante también en la construcción de nuestra personalidad. En este sentido, se engloban también aspectos como la cultura y la educación que recibimos. Todo influye. De hecho, incluso determinadas experiencias vividas pueden interferir también en el desarrollo de la personalidad.
A modo de conclusión, queremos hacer un breve resumen de las ideas principales. Hemos visto que, pese a que las teorías clásicas presentaban ideas que, aparentemente, tienen lógica y cierta coherencia, la ciencia no las respalda.
Los estudios realizados en los últimos años sugieren que sí hay diferencias entre los hermanos, pero que son muy pequeñas y, por tanto, no se consideran que sean significativas. Es decir, por ahora, la ciencia no ha encontrado un patrón que aplique a todas las familias que relacione el orden del nacimiento y la personalidad de los hijos.
Lo que sí han encontrado es que el orden puede interferir en el desarrollo cognitivo. En este sentido, tendrían una ligera ventaja los hijos que nacen primero. De todas formas, las diferencias en relación con la inteligencia tampoco son muy grandes.
Por último, parece que es más importante el tamaño de la familia —es decir, el número de miembros que la conforman—, que el orden de nacimiento en sí mismo.


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