La humildad es una de las características personales que han sido más valoradas y alabadas históricamente. Sin embargo, a la práctica las personas humildes no son lo que más predomina en nuestra sociedad.
En este artículo veremos cuáles son las características típicas de las personas humildes que nos ayudan a reconocerlas a través de sus acciones y sus actitudes.
- Artículo relacionado: "Los 10 tipos de valores: principios que rigen nuestras vidas"
¿Cómo son las personas humildes?
Prácticamente todas las naciones tienen relatos que narran la vida de personas humildes y trabajadoras que se esfuerzan por mejorar algún aspecto de la sociedad, aunque para ello exageren. En todo caso, está claro que se trata de un valor que suele ser promocionado para intentar que todo el mundo se contagie de él.
Sin embargo, las personas humildes no son la norma, sino la excepción; la mayor parte de la gente no destaca en esta característica, del mismo modo en el que la mayoría no se caracteriza por ser todo lo contrario, narcisista y presumida.
El hecho de decantarse por la humildad aporta ventajas positivas para la sociedad, pero para quien practica este hábito no siempre es una dinámica de comportamiento que le reporte beneficios personales; esto depende mucho del contexto.
En parte por esto, y porque en una cultura dominada por el individualismo y la lógica del marketing personal vende más comunicar que hacer algo digno de ser comunicado, las personas humildes no son lo más habitual, si bien tampoco son de una rareza absoluta. Veamos pues cuáles son las características de personalidad que nos ayudan a reconocerlas.
1. Le otorgan valor al trabajo duro
Las personas humildes están mentalizadas de que la mayoría de situaciones de la vida, a no ser que se forme parte de una minoría privilegiada, requieren de trabajo duro para poder vivir dignamente y ayudar a que los demás también lo hagan.
Por eso, valoran muy positivamente el valor del esfuerzo y del trabajo duro, y desde luego no se burlan de quien decide sacrificar varios aspectos de su día a día para impulsar proyectos ambiciosos y difíciles (una carrera universitaria complicada, una trayectoria profesional muy especializada y en la que compiten muchas personas, etc.).
2. No encuentran placer en superar a los demás
Una persona humilde no tiene por qué rechazar por completo situaciones en las que se participe en una dinámica de competición, como por ejemplo en unas oposiciones o en un concurso de proyectos para recibir una beca.
Sin embargo, tampoco experimenta placer ante la experiencia de superar en algo a una persona o grupo, dado que su autoestima no depende de las comparaciones obsesivas con los demás.
Es decir, no se involucran emocionalmente en la competición en sí, sino en el desarrollo del producto de calidad que como consecuencia les puede ayudar a destacar en una competición. Si acaso, encuentra motivación en superarse a uno mismo, yendo más allá de lo que creía que no podía hacer.
- Quizás te interese: "¿Autoestima baja? Cuando te conviertes en tu peor enemigo"
3. Pueden tolerar mejor la falta de atención
Las personas humildes pueden ser tanto introvertidas como extravertidas (es decir, más o menos inclinadas hacia la introspección, por un lado, o a la búsqueda de estímulos externos, por el otro), pero en cualquier caso se resienten menos ante la experiencia de no recibir mucha atención por parte de los demás.
Esto es algo relativo, dado que todo el mundo requiere de ser reconocida por sus iguales, pero como este tipo de personas no siente la necesidad de ir recibiendo validación por parte de terceros de manera constante, una cierta soledad en este aspecto no les genera tanto malestar.
4. Ceden menos ante los prejuicios
Es prácticamente imposible no haber caído nunca en un prejuicio, pero las personas humildes lo tienen más fácil porque de manera espontánea pocas veces encuentran motivos para valorar negativamente a otras personas sin tener un motivo concreto y racional para ello.
Por ejemplo, es menos probable que una persona humilde haga valoraciones negativas sobre el hecho de que otro individuo tiene poco dinero, dado que el clasismo está injustificado.
5. Dan una importancia relativa a sus virtudes
Las personas humildes no tienen la autoestima inflada, entre otras cosas porque aunque su capacidad a la hora de esforzarse en algo las pueda hacer sobresalir, eso para ellas no define todo su valor global como seres humanos.
Allí donde otros creerían que están por encima de los demás por el hecho de ser deportistas de élite o autoridades reconocidas en algún aámbito académico, las personas humildes simplemente ven lo que hay: una habilidad que se les da bien, combinada con factores externos que no pueden controlar del todo: la suerte, la ayuda de los demás, etc. Sin embargo, no se debe confundir esto con la baja autoestima, que se da cuando hay una tendencia a asumir que todo lo malo es responsabilidad de uno mismo y todo lo bueno viene dado por la duerte.
Referencias bibliográficas:
- Hermangómez, L. & Fernández, C. (2012). Psicología de la Personalidad y Diferencial. Manual CEDE de Preparación PIR, 07. CEDE: Madrid.
- Kail, R.; Barnfield, A. (2014). Children and Their Development. Pearson.
- Kawamoto, T. (2016). Personality Change from Life Experiences: Moderation Effect of Attachment Security. Japanese Psychological Research, 58(2), pp. 218–231.
- Rokeach, M. (1973). The Nature of Human Values. New York: The Free Press.
Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad