“Madre solo hay una”, dicen. Y, sí, puede que en muchos casos sea así. Pero, ¿qué pasa cuando la relación con tu madre no es tan hermosa como la pintan en las películas? Existen miles de personas en el mundo que, por diversas razones, han tenido experiencias de vida poco agradables con la madre. Es a ellos a quienes les hablamos hoy.
Existen situaciones en las que la relación entre madre e hijo o hija se ve afectada negativamente, y puede haber varios motivos para esto, entre ellos la falta de comunicación, poco compromiso o la presencia constante de conflictos. En este artículo te mostraremos algunas formas en que puede superar una mala relación con la madre, ya sea con el fin de recuperar los lazos o de sanar de forma individual.
La relación con la madre sí importa
La presencia, ausencia o actuación de la madre tiene un gran peso en la vida de todos los individuos. De esta relación madre-hijo depende en gran medida nuestra autoestima, seguridad y capacidad para relacionarnos con los demás. Una relación positiva con nuestra madre puede hacernos sentir amados y apoyados de forma incondicional. Por el contrario, una relación tensa y complicada puede generar inseguridad, dolor y resentimiento.
La madre es, generalmente, la primera figura de cuidado y apego que un niño experimenta. Entonces, como es de esperarse, la seguridad emocional y la confianza que surgen en esta relación temprana tienen un efecto duradero en la salud mental y emocional de la persona durante toda la vida, lo que contribuye a la reducción del estrés, la ansiedad y otros problemas de salud mental.
La relación la madre también juega un papel importante en la formación de la autoestima y la identidad de un individuo. La manera en que una madre nutre, apoya y valida a su hijo o hija tiene un gran impacto en la percepción que este tiene de sí y en su capacidad para establecer relaciones sanas con otros.
En resumen, la buena o mala relación con la madre tiene mucha relevancia en su desarrollo emocional, autoestima, identidad, salud física y mental, así como en sus habilidades sociales y emocionales. ¿Pero qué pasa cuando esta relación no es la ideal? Tener una mala relación con nuestra madre puede generar cicatrices emocionales profundas, pero no imposibles de curar. Sobre esto hablaremos a continuación.
Consejos para superar la mala relación con la madre
En casi todas las relaciones humanas adultas existe una cuota de responsabilidad por cada inconveniente o cada dicha. Sin embargo, en las relaciones entre madre e hijo o hija pueden surgir muchas heridas a como consecuencia de la actuación o ausencia de su cuidadora.
Las razones pueden ser muy diversas, desde la sobreprotección, el abandono emocional, el maltrato físico o verbal, entre otros. Y tener que crecer con esta carga sobre los hombros puede ser muy doloroso e injusto. Sin embargo, en la adultez, es posible hacerse cargo de qué hacemos con esas heridas.
Es importante reconocer que cada situación y cada relación es única, por lo que no existe una única solución que se aplique a todos los casos. Sin embargo, existen algunas estrategias generales que pueden ayudarnos a superar esta situación. Compartimos algunas recomendaciones:
1. Acepta la realidad de la relación
Sí, es una relación complicada, y el primer paso es aceptarlo. “Sí, tengo mala relación con mi madre”. No pasa nada. No sirve de nada negarlo, fingir que el conflicto no existe, que sus acciones en algún momento no te han generado dolor. Reconocer que la relación no es perfecta abre el camino para abordar dichos problemas.
2. Reflexiona sobre tu papel actual en la relación
Puede que los problemas hayan comenzado en tu infancia o adolescencia, ¡así que no cargues culpas en tus hombros! Sin embargo, antes de tratar de reparar una relación con su madre, es importante que puedas examinar tu papel en la relación actual.
Si los problemas surgieron en la adolescencia o en la edad adulta, toma en cuenta tus acciones en el pasado. Si necesitas disculparte o dejar atrás algo, hazlo. Si, por el contrario, sientes que necesitas una disculpa de su parte que aún no llega o que jamás llegará, puedes trabajar en tu relación contigo con la compañía de un terapeuta.
3. Háblalo con ella (solo si es posible)
Si la comunicación con tu madre sigue abierta y lo consideras prudente, compártele tu sentir. Si no lo está, puedes expresarte incluso sin que ella sea testigo. Hazlo por ti. Por practicar la honestidad y para darle valor a tus emociones. La comunicación sincera es fundamental para resolver conflictos y construir relaciones más saludables.
Si decides hacerlo frente a frente, es importante encontrar un momento adecuado para hablar con ella sobre cómo te sientes y escuchar su perspectiva. Es necesario que ambas partes se comprometan y trabajen para alcanzar una comprensión mutua y encontrar soluciones si las hay.
4. Establece límites sanos
Una acción muy importante superar la mala relación con nuestra madre es establecer límites saludables. Es posible que nos hayamos acostumbrado a patrones tóxicos o abusivos que necesitemos eliminar de nuestra vida para siempre.
Establecer límites claros con la madre también significa definir qué tipo de comportamiento estamos dispuestos a tolerar y qué no. Fijarlos nos permite protegernos y mantener nuestra salud emocional. A veces, esto implica distanciarse temporalmente para poder hacer un trabajo personal y sanar.
5. Busca ayuda profesional
Si la relación con tu madre ha sufrido mucho daño y no es posible resolverlo por tu cuenta, busca ayuda. Consultar a un psicoterapeuta o consejero puede brindarte herramientas y recursos adicionales para abordar los problemas en esta relación. Un terapeuta también puede ayudarte a desarrollar habilidades para abordar los desafíos emocionales que pueden surgir al intentar reparar una relación rota o simplemente estar en paz con ella.
Conclusiones
Por último, recuerda que curar una relación y sus efectos puede llevar tiempo, paciencia y esfuerzo. En algunos casos, se puede reconstruir una relación más saludable a través del trabajo mutuo. En otros casos, será necesario aceptar que la relación nunca será la ideal. Pero siempre es posible buscar formas de establecer límites y mantener nuestra salud emocional lo más óptima posible.
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