Vivimos en una época absolutamente veloz y a la vez voraz; es un momento donde todo es inmediato, rápido, sin procesos.
Estamos solo a la mínima distancia de un “click” para saber, comprar o alcanzar todo lo que necesitamos…. Todo podemos tenerlo a nuestro alcance en un abrir y cerrar de ojos.
Todos sabemos que tan solo tres décadas atrás, las cosas eran sumamente diferentes y difíciles. Había que esforzarse muchísimo más para cualquier cuestión que necesitáramos, desde sacar un turno médico, comprar un ticket para un espectáculo, obtener información de cualquier tipo entre otras cosas de la vida cotidiana. Esta forma de vida, establecía un estilo muy diferente y particular del vínculo entre las personas el tiempo y el espacio.
La cultura de la inmediatez dentro del marco de las nuevas tecnologías promueve un tipo de sociedad y sobre todo de subjetividades completamente distintas.
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Implicaciones psicológicas de la Cultura de la Inmediatez
Que haya un espacio y un tiempo más largo o más corto entre lo deseado y lo obtenido establece, por ejemplo, una forma muy diferente de manifestaciones de la angustia y de los síntomas psicopatológicos.
Las diferentes épocas generan distintas formas en que los sujetos se vinculan con la angustia, por ende diversas formas en la que esta se presenta.
La cultura de la inmediatez “exige” rapidez y satisfacción espontánea, lo cual promueve conductas sociales de hiperactividad, ansiedad y el deseo constante de gratificación. La imposibilidad de la espera se hace presente y además todo es “ya”, urgente.
En este contexto, el psicoanálisis pareciera que queda en el recuerdo de otros tiempos y sociedades donde vivían nuestros grandes maestros, y para colmo de esto muchas publicaciones intentan dejarlo “por fuera de la época actual, hasta presentarlo casi anacrónico”.
Muy al contrario, el psicoánalisis es necesario y más actual que nunca. Sus conceptualizaciones son cada día más vigentes, dado que teorizan muchísimo acerca de estos conceptos hoy anulados (tiempo y espacio), y explicita de manera categórica lo fundamental que éstos son para la salud del psiquismo.
Las patologías actuales responden a esta lógica de la inmediatez, como así los pacientes, que pareciera que necesitan respuestas y soluciones “también inmediatas”, acudiendo a psicoterapias que prometan la satisfacción de esa urgencia.
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No hay tiempo para los procesos del trabajo psíquico
Se esperan soluciones mágicas ante sintomatologías que llevan ya muchos años manifestándose, y que no se les dio espacio ni tiempo suficiente para que “hablen por sí mismas” indicando así, algo de la dolencia del paciente. El proceso analítico requiere de un tiempo de elaboración.
La inmediatez es un “tiempo apurado” y a la vez anulado, no hay lugar para la emergencia de la angustia, no hay espacio para que se elabore un duelo (hay personas que pierden seres queridos, lugares de residencia, trabajos, su patria, etc.), y no se pueden dar lugar para elaborar esto porque no hay tiempo… Y esto es muy serio. Ni que un sueño pueda ser analizado; por ejemplo, es sabido que el trabajo onírico condensa muchas cuestiones inconscientes que orientan al psicoanalista por donde va el camino de la cura.
Hay una ausencia del procesamiento de la angustia, cuestión sumamente importante para nuestra salud mental, dado que es fundamental darle su lugar y dilucidar que intenta decirnos.
Las “terapias de lo inmediato” tratan de abolirla, la angustia es indeseable, no se puede sufrir de algo, tiene que desaparecer inmediatamente … Con medicación o con psicoterapias “que la tapen muy rápido y para siempre”. Intento utópico, dado que lo que se esquiva por un lado, saldrá irremediablemente por otro, convertido en un síntoma diferente, pero ahí estará otra vez, insistiendo, haciéndose ver.
El trabajo analítico propone tiempo, espera y espacio, un interjuego dialéctico entre presencias y ausencias, fundamental para fundar el registro simbólico de nuestra lengua, indispensable para un psiquismo bien ubicado.
Hoy no hay tiempo para aburrirse o para sufrir de algo…. Esto traerá consecuencias muy serias en nuestra salud mental. Se ofrecen objetos en vez de palabras para soportar el vacío y la angustia. La noción de “vacío” es fundamental para la constitución subjetiva. Si este no se promueve, no habrá posibilidad de que la subjetividad se constituya. Dejo este tema planteado y no explicitado lo suficiente porque es muy complejo y tampoco es el objeto de este artículo.
Si se trata de taponar todo “lo que molesta” no quedarán lugares para que ciertos deseos aparezcan. El vacío, el espacio sin llenar, es un sitio con el potencial necesario para que algo nuevo venga. Si se entendiera que esto es de vital importancia para el crecimiento de un sujeto, estoy segura de que muchas situaciones se detendrían, dejando huecos para no ser llenados. Esto sería, por ejemplo, dejar que nuestros niños se encuentren con estos vacíos… Que se angustien un poco, que se aburran y que su creatividad pueda así ponerse en marcha.
Sin que esto se concrete no hay deseo, por ejemplo deseo de saber, de hacer, de proyectar...
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