La diferencia entre querer y desear es algo que muchas veces es pasado por alto a la hora de hablar tanto de relaciones amorosas como de fuentes de motivación.
Distinguir entre estos dos conceptos relacionados con la psicología nos puede ayudar a organizar nuestras vidas de una manera que tenga sentido. No ser capaces de entender los matices y diferencias entre emociones puede llevarnos a cometer errores totalmente evitables.
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Las diferencias entre querer y desear
No, querer y desear no son lo mismo, aunque muchas personas crean que tienen el mismo significado. Veamos de qué manera los podemos distinguir en el día a día de una manera sencilla de entender.
1. El deseo surge de la pérdida
Cuando deseamos algo, lo hacemos desde una tensión o malestar que surge por el hecho de que hay algo que falta en nuestras vidas (o que por lo menos percibimos como ausente a pesar de que debería formar parte de nuestra cotidianidad).
Una manera fácil de entender esta diferencia entre querer y desear puede ser compararla con el duelo, en el que sentimos tristeza y ansiedad ante la pérdida de algo que era significativo para nosotros.
Por supuesto, el duelo es algo muy intenso que asociamos inequívocamente al malestar, no como en el deseo; pero en ambos fenómenos psicológicos aparece la noción de que algo debería estar ahí y a pesar de eso no está.
En cambio, cuando queremos algo esta característica no está presente; es muy común querer algo que jamás nos habíamos imaginado que llegaría a interesarnos.
2. El querer responde a una estrategia simple, el deseo a una compleja
Al desear algo, solemos elaborar estrategias relativamente estructuradas y complejas para llegar a esa meta, dado que entendemos que para conseguir eso necesitamos invertir en ello una cantidad de tiempo, esfuerzos y recursos significativos.
En cambio, al querer algo lo más común es que pensemos en una manera simple de llegar a ello, por ejemplo, es típico plantearse invertir dinero en adquirir un bien material que es en sí aquello que nos interesa, sin necesidad de que le atribuyamos ninguna otra propiedad más allá de las que posee de manera objetiva.
3. El deseo es autobiográfico
Dado que la compraventa es el proceso clásico por el cual obtenemos bienes y servicios concretos y relativamente fáciles de describir y de entender, muchas veces cuando queremos algo automáticamente pensamos en la manera de llegar a ello mediante un solo paso: la transacción económica en el mercado.
A su vez, en el mercado la inmensa mayoría de productos son producidos en serie, para cubrir una necesidad objetiva y que es compartida por muchas personas.
Si lo que quisiésemos fuese en realidad un objeto de deseo, sería mucho más difícil encontrarlo tal y como lo necesitamos, dado que debemos llenar un vacío cuya razón de ser es aquello por lo que hemos pasado a lo largo de nuestras vidas.
El deseo es algo mucho más único, perteneciente a cada individuo, mientras que el querer no lo es tanto, y es por ello que un simple anuncio de publicidad puede despertar el mismo interés en miles de personas provenientes de contextos socioeconómicos muy diferentes.
Las implicaciones en la vida amorosa
Tal y como hemos visto, el deseo nos lleva a buscar algo que encaje con el relato autobiográfico que hemos creado a través del proceso por el que interpretamos todo lo que nos ha ocurrido a lo largo de nuestras vidas, mientras que la acción de querer responde a un sentimiento mucho más espontáneo que nos lleva a dirigir nuestra atención a necesidades simples y fáciles de entender por cualquier otra persona.
Por eso, en el amor, lo ideal es encontrar un equilibrio entre el querer y el desear. Si únicamente deseamos, corremos el riesgo de imponerle a la otra persona un relato acerca de lo que ella es, uno que encaje solamente con nuestra visión de ella, mientras que si solo queremos la relación que nos puede dar, el vínculo será superficial y fácil de desestabilizar.
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Sus implicaciones en el marketing
En el mundo del marketing y la publicidad también es importante conocer las diferencias entre querer y desear, pues en la gran mayoría de los casos se intenta satisfacer una necesidad por la vía del querer.
Sin embargo, en ciertos casos, se puede intentar apelar al deseo sugiriendo cualidades abstractas que llenen un vacío habitual en cierto segmento de la audiencia, de los potenciales compradores. Por supuesto, nunca se llegará a encajar exactamente con el vacío de una persona en concreto, pero se facilitará que la imaginación de las personas para las que se diseñan estas campañas haga el resto.
Referencias bibliográficas:
- Cacioppo, J.T & Gardner, W.L (1999). Emotion. "Annual Review of Psychology", 191.
- Kawabata H., Zeki S (2008). The Neural Correlates of Desire. PLoS ONE. 3 (8): e3027.
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