Uno de los aspectos de la mente humana que la psicología se ha ocupado de estudiar más es la separación entre la vía de los hechos y la vía de la razón. Aunque sepamos qué es lo que debemos hacer, eso no significa que finalmente lo hagamos.
Por eso, hay muchas personas que en su día a día se ven bloqueadas y no son capaces de ponerse manos a la obra con sus proyectos. “¿Por qué me cuesta ponerme a hacer las cosas?” es un pensamiento recurrente en estos casos. En este artículo veremos cuáles pueden ser las posibles causas de este problema y cómo puede ser superado para salir de esa situación de bloqueo.
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¿Por qué me cuesta hacer las cosas?
Cuando se trata de ponerse a hacer algo, pueden existir varios motivos por los cuales posterguemos esa acción o la abandonemos tras varios intentos de empezar a hacerlo.
A continuación veremos cuáles son las causas más habituales por las que puede ocurrir esto.
1. Exceso de perfeccionismo
Es relativamente habitual que nos sintamos intimidados ante la perspectiva de empezar una tarea compleja.
Se trata de una situación que ocurre especialmente cuando la acción que debemos llevar a cabo es compleja o involucra una cierta cantidad de creatividad y toma de decisiones, y no tanto en casos en los que se trata de tareas más automáticas, monótonas o rutinarias.
2. La posibilidad de atribuirle la culpa a otros
En ocasiones, el simple hecho de poder encontrar una excusa en el comportamiento de los demás hace que no llevemos a cabo ciertas acciones que nos convienen, o ciertas responsabilidades.
Por ejemplo, si hay que hacer un trabajo en equipo y un colega no nos envía su parte, es posible que surja la tentación de no hacer nada, como si el problema no existiera, y dejar que el tiempo pase. El motivo: nos refugiamos en la superioridad moral que nos otorga el haber hecho lo que estaba acordado, a costa de sacrificar el resultado final.
3. El miedo a afrontar una situación estresante
Otro de los motivos por los que sentimos que nos cuesta hacer las cosas puede ser el temor a exponernos a una situación que nos haga sentir un pico de ansiedad o angustia, ante lo cual preferimos no aborda el problema y experimentar un nivel de ansiedad menor pero que se va acumulando a medida que pasa el tiempo.
Por ejemplo, si llevamos un tiempo postergando ponernos a responder los correos electrónicos de los últimos días, el simple hecho de sentarnos ante la pantalla y ver los que se han ido acumulando nos puede hacer sentir mal, por lo cual lo evitamos.
Este es uno de los motivos por los que postergamos las tareas que se dan una vez otros motivos nos han llevado a no hacer esas acciones antes, cuando tocaba llevarlas a cabo.
4. Falta de motivación
La falta de motivación es un motivo que se solapa con los anteriores, pero que también puede basarse en algo que no ha sido comentado hasta ahora: lo que tenemos que hacer no nos parece significativo o estimulante en sí, a no ser que se le añadan otros motivos ajenos a la tarea (premios, regañinas, ganas de no causar rechazo en los demás, etc.).
Por ejemplo, si no valoramos el orden, es posible que no tengamos demasiados incentivos para ponernos a hacerlo.
5. Depresión u otros trastornos del estado de ánimo
La depresión y los trastornos psicológicos de su tipo, vinculados a los estados de ánimo, pueden llevar a un fenómeno llamado abulia, caracterizado por la falta casi absoluta de energía y motivación para hacer nada.
Eso sí, en la gran mayoría de los casos este no es el motivo de que las personas no hagan lo que deberían hacer, y en cualquier caso esta clase de trastornos solo pueden ser diagnosticados por profesionales de la salud mental.
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¿Cómo solucionar el problema y ponerse manos a la obra?
Para ponerse a hacer cosas que llevan esperando un tiempo, la solución pasa sobre todo por dividir la tarea en una cadena de objetivos sencillos a realizar, para que sea fácil empezar la secuencia de acción. Una vez hayamos empezado, será mucho más fácil completar la tarea.
Por otro lado, si la situación se complica, la ayuda de los psicólogos puede ser de mucha ayuda, especialmente si hay problemas de estrés y de regulación de las emociones, o bien en casos en los que la tarea es compleja y hay mucho en juego.
Referencias bibliográficas:
- Burka, J. B., y Yuen, L. M. (2008). Procrastination: Why you do it, What to do about it now. Cambridge: Da Capo Press.
- Gosling, J. (1990). Weakness of the will (La debilitat de la voluntat). Nueva York: Routledge.
- Ferrari, J. R. (2001). Procrastination as self-regulation failure of performance: Effects of cognitive load, self-awareness, and time limits on “working best under pressure.” European Journal of Personality, 15(1), 391-406.
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