Todo el mundo dice ser honesto y sincero, sin embargo, seamos verdaderamente sinceros: todo el mundo miente, y esto se puede ver a la hora de describirnos a nosotros mismos
A nadie le gusta reconocer que tiene ciertas debilidades y no son pocas las personas quienes exageran sobre sus fortalezas.
Esto es básicamente cómo funciona el efecto Lake Wobegon, un curioso fenómeno psicológico muy común que vamos a ver en mayor profundidad a continuación.
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Efecto Lake Wobegon: ¿qué es?
El efecto Lake Wobegon o del Lago Wobegon es la tendencia presente en prácticamente todos los seres humanos de sobreestimar las capacidades propias en comparación con la de los demás.
Recibe el nombre de una ciudad ficticia, invención del escritor Garrison Keillor, llamada de la misma manera. En el lago Wobegon, de acuerdo con el escritor, todas las mujeres son fuertes, todos los hombres son guapos y todos los niños están por encima de la media. Pero no fue Garrison quien le dio el nombre al fenómeno, sino el profesor de psicología en la Universidad de Michigan David G. Myers.
Este efecto, que es un sesgo cognitivo, es muy común. No hay nadie en el mundo quien no lo haya llevado a cabo en más de una ocasión. De hecho, se ha abordado experimentalmente con grupos de edad y de profesión de todo tipo, siendo las investigaciones en conductores, estudiantes universitarios, CEOs y otros muchos más, en los que se ha podido ver cómo todo el mundo se cree mejor que los demás.
Por ejemplo, en el estudio en el que se tomó como muestra a conductores, se vio que el 95% de quienes formaron parte del mismo se creían poseer una capacidad de conducción mejor que la del resto de usuarios de vehículos. Otro estudio, en este caso con estudiantes, octuvo porcentajes similares cuando se le preguntó a la muestra sobre cómo se veían en aspecto como su capacidad de aprendizaje, memorización, popularidad en el campus...
Es decir, que tendemos a sobrestimar nuestras facultades y capacidades, atribuimos al infortunio el haber suspendido un examen o haber sufrido un accidente de tráfico, pero nos atribuimos los méritos de haber sacado una buena nota académica.
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¿Es siempre malo?
A pesar de lo crudo que pueda parecer su definición, el fenómeno del efecto Lake Wobegon no es necesariamente algo malo. De hecho, siempre y cuando se dé en unos límites más o menos saludables, puede ser un factor de protección de la autoestima y evitar que se den psicopatologías.
Es normal que, cuando nos sucede algo malo, como lo es suspender un examen o haber perdido el puesto de trabajo, muchas personas se mientan a sí mismas diciendo que la culpa no es suya, sino, en este caso, del profesor o del jefe. Así pues, en vez de hacer autocrítica sobre el hecho de, por ejemplo, no haber estudiado o no haber sido todo lo responsable que se debía ser, la persona opta por creer que la culpa de su desgracia es debida a otras personas.
Si bien no vamos a entrar a debatir sobre lo conveniente que es estudiar o ser responsable en el trabajo, sí que podemos ver que el mentirse, en este caso, es un mecanismo de protección de la autoestima. La persona tiene un locus de control exteriorizado, es decir, que atribuye sus infortunios a la acción de cosas que cree que no puede controlar.
Este tipo de procesamiento de lo que sucede y el pensar que se es especialmente mejor en según qué cualidades puede evitar que se dé una situación de depresión, estrés e incrementa las ganas de llevar a cabo soluciones para la situación en concreto.
Causas de este sesgo cognitivo
Una de las explicaciones detrás de la manifestación de este tan común fenómeno es el de cómo son criados los niños y niñas en la mayoría de los países. Ya desde pequeñitos se nos dice que somos ‘especiales’, mejores que nuestros compañeros de escuela y otros niños del barrio, algo que nos acabamos creyendo y que supone un fundamento muy importante en nuestra autoestima. A su vez, esto es materia prima para formar juicios de valor, méritos propios, estereotipos y otras actitudes inconscientes.
Sin embargo, una vez se ha crecido y se han obtenido un mayor conocimiento de los demás, viendo que se es más fuerte y más débil en un amplio repertorio de habilidades, esta creencia se va reduciendo, aunque nunca acaba de desaparecer del todo. En muchos aspectos creemos que somos superiores, pese a que no deja de ser una ilusión, y se obvian defectos y errores personales.
En la adultez, el abuso de este sesgo cognitivo puede deberse a las propias características de personalidad de quien lo manifiesta. Si se es una persona poco sincera con los demás, es bastante probable que no se sea tampoco sincera con una misma, aunque cabe decir que prácticamente nadie es honesto ni con los demás ni con uno mismo, y la autocrítica no es algo fácil.
Autoengañarse de esta forma puede ser un ‘síntoma’ de ser demasiado vanidoso y tener una forma auténticamente patológica de ver las propias fortalezas en comparación con los demás. Estas personas, llegadas a los extremos, son incapaces de ver sus errores, lo cual en sí sí que puede llegar a ser un problema a nivel social y de aprendizaje.
Es interesante ver que este sesgo está directamente relacionado con cuán incompetente se es. A mayor incompetencia en una determinada tarea menos consciente se es de lo malo que se es. Es por esto que las personas que más se vanaglorian de su cultura e inteligencia, a la hora de demostrarlo, pueden quedar en auténtico ridículo al demostrar que no saben prácticamente nada, o que siempre habrá alguien que sabrá más.
Consecuencias
Como ya íbamos diciendo en el apartado de las causas, se ha visto que las personas quienes poseen unas capacidades más o menos mediocres, o incluso por debajo de la media, serán las que más conocimientos creían y decían poseer. De hecho, esto no es algo nuevo. Friedrich Nietzsche, el filósofo alemán, se refirió a ellos como ‘bildungsphilisters’, ignorantes que se vanaglorian de sus conocimientos y experiencia, pese a que realmente es muy limitada.
Curiosamente, se ha visto el mismo efecto que invertido en personas quienes tienen rendimientos ligeramente altos a la media. Estas personas, lejos de demostrar que saben más que la gente normal, parece que infravaloran su verdadero potencial, mostrándose más dubitativos e inseguros ante los demás, como si realmente se creyeran unos completos ignorantes. A esto se le ha llamado conductas de auto-saboteo.
En el caso del efecto Lake Wobegon, se puede hablar de dos consecuencias fundamentales en las personas quienes lo llevan a cabo. La primera es la toma de decisiones equivocada, al pensar que como son expertos en la materia no se equivocarán, y la segunda es la incapacidad de ser autocríticos con respecto al ámbito que aseguran creer tener un amplio dominio sobre él.
Esto se traduce en un bloqueo en la capacidad de crecer y evolucionar personalmente, siempre y cuando el efecto del lago Wobegon se dé en grados patológicos y la persona sea totalmente incapaz de hacer autocrítica de sus debilidades y fortalezas reales.
Referencias bibliográficas:
- Svenson, O. (1981). Are we all less risky and more skillful than our fellow drivers? Acta Psychologica, 47, 143-48.
- Myers, D. G. (1980). The Inflated Self. New York: Seabury Press.
- Zuckerman, E. W., & Jost, J. T. (2001). What Makes You Think You're So Popular? Self Evaluation Maintenance and the Subjective Side of the "Friendship Paradox". Social Psychology Quarterly, 64(3), 207-223.
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