El día a día en el que vivimos parece que nos atropella, especialmente cuando tenemos hijos. Da la sensación de que el tiempo se reduce y se esfuma, mientras que las responsabilidades y las tareas pendientes se suman y acumulan. Con este contexto, es habitual que, sin darnos cuenta, entremos en piloto automático.
Esto tiene un impacto considerable en todas las áreas de nuestra vida. Hoy vamos a centrarnos en el ámbito relacional y, más concretamente, en la comunicación con nuestros hijos. Aspectos como la escucha activa y la validación emocional son clave en las relaciones y pueden aportar grandes beneficios en la crianza de nuestros hijos.
En este artículo hablamos de aspectos tan importantes como la diferencia entre “oír” y “escuchar”. Puesto que últimamente se habla mucho de “validación emocional” definimos el término y explicamos por qué es tan importante en la crianza. Por último, planteamos herramientas útiles para ayudar a nuestros hijos a sentirse sostenidos, acompañados y comprendidos.
La diferencia entre oír y escuchar
Es habitual que muchas personas utilicen indistintamente los términos oír y escuchar. Sin embargo, hay matices que los diferencian. Por un lado, oír hace referencia a una acción que se lleva a cabo de forma involuntaria, es decir, no podemos no oír a no ser que haya alguna condición médica que lo impida. Los estímulos auditivos entran por nuestros oídos y son procesados por nuestro cerebro de forma más o menos consciente.
Sin embargo, cuando hablamos de escuchar nos referimos al hecho de prestar atención de forma intencionada. Es un proceso activo. Escuchamos porque queremos procesar e integrar los estímulos que nos están llegando —sea la letra de una canción o una persona hablándonos —. Escuchar nos permite obtener información más allá del lenguaje hablado.
Esta diferencia es crucial en todas las relaciones interpersonales, pero especialmente en la crianza. Aunque muchas veces, por el ritmo de vida, oímos a nuestros hijos, ellos necesitan ser escuchados puesto que esto les da seguridad emocional. Sentir que son escuchados de verdad, de forma profunda, les hace sentir apoyados y esto genera un impacto positivo en el vínculo.
¿Qué es la validación emocional y por qué es tan importante?
El concepto validación emocional ha sido ampliamente extendido en los últimos tiempos. Esta idea se ha incorporado tanto en aspectos individuales como el autocuidado y la propia regulación emocional como en el ámbito de las relaciones interpersonales.
Cuando hablamos de validación emocional hacemos referencia al hecho de comprender que todas las experiencias emocionales que podamos vivir son legítimas. Es decir, aceptar que tenemos derecho a sentirnos de cualquier manera. Esto no implica que podamos expresarlas de cualquier forma, son aspectos diferentes. Por ejemplo, es legítimo sentir mucha rabia, pero no es aceptable dañar a otra persona.
Pese a que se han demonizado ciertas emociones, no hay emociones buenas ni malas. Es cierto que algunas son más agradables que otras, pero no por ello las desagradables son malas. Todas las emociones tienen un motivo de ser y aparecen para darnos información, por eso todas ellas son válidas. Los puntos clave que caracterizan la validación emocional son:
- Reconocer nuestra emoción y nombrarla.
- Aceptar que tenemos derecho a sentirla.
- Evitar juicios y etiquetas.
- No intentar cambiar lo que estamos sintiendo.
Beneficios en la crianza
Pese a que lo hemos comentado previamente, consideramos necesario recordar que hay una gran diferencia entre validar lo que nuestros hijos están sintiendo y validar sus comportamientos. Es necesario hacer lo primero sin que necesariamente pase lo segundo. Por ejemplo, podemos entender y validar que sientan frustración al perder un juguete, pero no podemos permitir que rompan el juguete favorito de otro niño.
¿Por qué es tan importante validar las emociones de nuestros hijos? Las criaturas vienen a este mundo con la capacidad de sentir, pero sin herramientas para regular aquello que sienten. A veces puede resultar abrumador y, en muchas ocasiones, van a sentir emociones desagradables. Esto puede llevarles a pensar que no está bien sentirse así y sufrir.
Cuando validamos sus experiencias emocionales se sienten vistos, escuchados, sostenidos y comprendidos. Por un lado, esto hace que mejore la autoestima, el autocontrol y la resiliencia. Por otro lado, esto va a permitir que tenga una mejor relación con sus propias emociones y que aprenda a regularse. En conjunto, el vínculo se verá fortalecido. Además, mejoran sus habilidades sociales como la empatía y el respeto.
¿Cómo hacer que los niños se sientan sostenidos?
La comunicación es un aspecto clave en la crianza. Es necesario que los adultos generemos espacios donde se pueda dialogar de forma abierta, honesta y, sobre todo, libre de juicios. De esta forma, estamos fomentando que nuestros hijos se sientan seguros emocionalmente y puedan acudir a nosotros cuando nos necesiten. A continuación se plantean aspectos importantes a tener en cuenta.
Nombrar las emociones
Las emociones suceden en el cuerpo en forma de energía. En la mayoría de los casos, los niños no tienen vocabulario suficiente como para poder explicar con detalle todo lo que está sucediendo en su organismo.
Por eso, es necesario que podamos nombrar aquello que están sintiendo y les ayudemos a comprenderlo. Podemos decir cosas como por ejemplo: “me parece que estás muy cansado” o “tengo la sensación de que eso que ha pasado te ha puesto muy triste”.
Describir sin juzgar
Es probable que, de forma automática, aparezca la tendencia a interpretar determinadas conductas o situaciones. Sin embargo, es importante focalizar nuestras energías en describir aquello que estamos viendo de forma detallada, pero libre de juicio.
Debemos evitar asignar etiquetas a nuestros hijos por sus conductas. Por ejemplo, en lugar de decir “eres malo” podemos decir “veo que estás muy muy enfadado”.
Escuchar sin interrumpir
En términos generales, nos cuesta mucho sostener el malestar de otras personas. Esto se vuelve todavía más difícil si las personas que están sufriendo son nuestros hijos. Por ello, es fácil que tendamos a interrumpirlos con diferentes soluciones a sus problemas cuando nos están explicando sus experiencias.
No obstante, lo que ellos necesitan de nosotros es que les escuchemos, les demos espacio para sentir y les ayudemos a regularse. Posteriormente, podemos buscar soluciones de forma conjunta si es necesario.