Es posible que hayas escuchado en más de una ocasión hablar sobre niños extremadamente maduros para su edad. Habitualmente, se considera positivo, e incluso elogiable, que un niño o niña asuma responsabilidades que no le corresponden ni por su edad ni por su momento evolutivo.
En este artículo hablaremos sobre el concepto parentalización infantil. Veremos si es realmente positivo que haya menores asumiendo determinadas responsabilidades. Además de las consecuencias que este hecho tiene, también hablaremos sobre las causas que originan este fenómeno.
¿Qué es la parentalización infantil?
El concepto parentalización tiene sus orígenes en la psicología sistémica. Se plantea como una forma de definir aquellos casos en los que los padres o madres delegan su rol parental a uno o más hijos. También puede suceder que estos asuman dicho rol a raíz de la ausencia de los progenitores debido a que uno —o ambos— abandonen el domicilio familiar.
La consecuencia es que los hijos son quienes acaban haciéndose cargo de determinadas funciones parentales. Esto implica que los niños o los adolescentes desplazan ciertos aspectos esperables por su etapa evolutiva para asumir las responsabilidades que no están atendiendo sus cuidadores.
La parentalización implica, como veremos más adelante, que el infante se vea obligado a madurar de forma prematura. Para que esto suceda, las criaturas se ven obligadas a desatender y desplazar ciertos aspectos de su propio desarrollo tanto a nivel social como emocional. Sin duda, esto tiene un impacto en el desarrollo de su cerebro y sistema nervioso.
Sin embargo, al hablar de parentalización infantil es necesario distinguir entre las responsabilidades que los niños pueden y deben asumir durante su desarrollo de las responsabilidades que sus progenitores están delegando en ellos. Podemos diferenciar dos tipos, aunque debemos tener en cuenta que pueden darse a la vez.
La parentalización instrumental es aquella en la que el niño o la niña se ve obligado a asumir tareas físicas que le corresponden al adulto. En este grupo se pueden incluir aspectos como el cuidado de los hermanos menores, la preparación de las comidas para la familia, la realización de las tareas del hogar, etc. Cuando la carga se vuelve excesiva, se vuelve perjudicial puesto que no tiene espacio para su propio desarrollo.
Por otro lado, la parentalización emocional se trata de aquellas situaciones en las cuales la criatura se vuelve el principal apoyo emocional de sus figuras cuidadoras o familiares. Cuando un niño tiene que lidiar continuamente con ciertas cargas como, por ejemplo, ser el mediador de los conflictos, ser el confidente de sus padres o hacerse cargo emocionalmente de uno de los progenitores, entre otros, el impacto emocional es grave.
Causas de la parentalización
¿Qué lleva a que un infante deba asumir ciertas cargas o responsabilidades, bien sean físicas o emocionales, que le corresponden a sus adultos de referencia? Como en la mayoría de ocasiones, no hay una única respuesta. A continuación se exponen los aspectos que se han observado con más frecuencia.
Cada familia es única y tiene una realidad muy concreta. Sin embargo, los estudios señalan que hay ciertas realidades que pueden favorecer la parentalización infantil. Parece ser que, por un lado, las familias monoparentales son un factor de riesgo, de la misma forma que sucede en aquellas en las que uno de los progenitores tiene alguna patología física o mental. Por otro lado, parece ser que determinados procesos de divorcios o núcleos familiares en los que hay muchos conflictos también pueden incrementar el riesgo de parentalización.
Es habitual que se den casos de niños y niñas parentalizados en aquellas familias en las que los progenitores se ven forzados a migrar y los infantes quedan a cargo de otros familiares. En estos casos, es habitual que el mayor de los hijos asuma el cuidado de sus hermanos, por ejemplo.
Tampoco es inusual que se dé la parentalización en aquellas familias con dificultades económicas serias en las cuales la falta de recursos obliga a los hijos a trabajar de forma prematura. Por supuesto, hay determinadas culturas en las que la parentalización infantil es más frecuente debido a que está normalizado el hecho de que los hijos asuman ciertas responsabilidades. Como decíamos inicialmente, en algunos contextos se considera que la madurez prematura es algo positivo y se intenta potenciar.
Consecuencias de la parentalización
Debemos tener en cuenta que cuando las criaturas nacen están programadas para apegarse a sus progenitores y ser cuidadas. Debido a la necesidad de sobrevivir, el vínculo se vuelve algo imprescindible y, para mantenerlo, los infantes harán lo que sea necesario puesto que es su forma de garantizar su supervivencia.
Algunos autores mencionan que la parentalización infantil también aporta ciertos aspectos positivos, entre los que destacan factores como la madurez emocional, la independencia y mejores habilidades de afrontamiento. Sin embargo, desde un punto de vista sensible al trauma y teniendo en cuenta las necesidades evolutivas de los infantes, consideramos que son argumentos cuestionables y que los aspectos negativos son mucho más significativos.
En el transcurso del artículo ya se han ido mencionando algunas de las principales consecuencias que puede tener la parentalización infantil. A continuación se exponen por grupos generales para poder ofrecer detalles más concretos de cada aspecto. El hecho de que una criatura se vea sobrepasada con cargas físicas o emocionales que no le corresponden tiene, sin duda, un impacto emocional. El peso de las expectativas que han puesto sobre ellos es demasiado.
Por tanto, es habitual que aparezca sintomatología como ansiedad, estrés, fatiga, irritabilidad, cambios en el estado de ánimo e incluso depresión a corto y largo plazo. En este sentido, los estudios señalan que los niños parentalizados se vuelven adultos agotados emocionalmente y con dificultades para manejar el estrés. Todo lo que vivimos durante nuestra infancia tiene un impacto en el desarrollo de nuestro organismo. Nuestro sistema nervioso se ve modelado por nuestras experiencias y este hecho interfiere en nuestra forma de relacionarnos con el mundo.
Los estudios demuestran que los niños parentalizados presentan mayores dificultades a la hora de vincularse con otras personas y establecer relaciones saludables debido a las dificultades de apego. En el ámbito académico-laboral, se sabe que hay una mayor tendencia al abandono o fracaso escolar. Además, presentan dificultades para priorizarse cuando son adultos y les cuesta poner límites. Por si fuera poco, existe un mayor riesgo de que reproduzcan el patrón cuando creen su propia familia.


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